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La semana corrió rápidamente hasta que llegó el viernes, Liz y Shawn se habían visto todas las noches cuando él salía del trabajo. Atardecía cuando la puerta se abrió de golpe, Liam llegó, pasó junto a Liz, que estaba sentada en el comedor dibujando y dejó la maleta en la habitación que antes compartían. Cuando salió, se sentó frente a ella y la miró con seriedad, se avecinaba una de las conversaciones más incómodas que habían tenido en todos esos años de relación. Liz levantó la mirada hacia él, enderezó la espalda y dijo: 

— Pensé que no vendrías. 

— No voy a darte ese gusto —dijo él juntando las manos sobre la mesa— solo me quedé con mis padres tal y como lo había planeado. De hecho, me iba a quedar hasta el domingo, pero esta noche es la fiesta de compromiso de Sarah Hank y  George Branden, no puedo faltar y tú deberías ir conmigo. 

— No son amigos míos ni he hablado con ellos más de una vez, no tengo nada que hacer allá. 

— ¿Y eso qué? eres mi pareja y deberías acompañarme. 

— Ya te dije que no. 

Liam le dio un fuerte puño a la mesa y se levantó iracundo. 

— Es que no sirves para nada —gritó— te digo que me acompañes y te niegas. 

— Yo no pienso seguir contigo y lo sabes, tan pronto me sea posible me largo de aquí. Ahora, lárgate tú a tu dichosa fiesta y déjame en paz. 

Las palabras de Liz solo aumentaron la ira que ya sentía Liam, antes, ella nunca le decía que no y jamás había amenazado con dejarlo, ¿en qué momento había cambiado tanto? antes, con la simple mención de todo lo que había hecho por ella, lograba que aceptara cualquier cosa, pero eso parecía haber cambiado, ella se comportaba como otra persona. 

— ¿Entonces no me vas a acompañar? —preguntó, aunque no levantó la voz, con solo verlo, Liz sabía que estaba furioso. 

— No. 

— Muy bien, entonces iré yo solo, en un rato pasan por mí.

Regresó a la habitación y ella siguió dibujando en la mesa, se dispuso a sacar la ropa de la maleta y al abrir el armario, se encontró con que la ropa de Liz ya no estaba allí. Todavía más furioso, salió de la habitación y se paró a pocos centímetros de ella.

— Entonces lo de irte es en serio —dijo— ¿dónde está tu ropa?

— Yo no estoy bromeando, Liam, si te digo que me voy es porque es muy en serio. 

— No puede ser, ¡Maldita sea! vas a mandar al diablo todos estos años de relación. 

— Ya se habían ido al diablo, ¿cómo te hago entender que ya no te quiero? ¿para qué quieres que siga contigo? 

— Es que no lo puedo creer, de la noche a la mañana se te ocurrió dejarme como si yo fuera cualquier imbécil, un hombre como yo no lo encuentras por ahí. 

— Pues que suerte. 

Esa última frase, hizo que Liam perdiera los estribos, levantó su mano y por primera vez, se atrevió a golpearla, ella puso su mano sobre la mejilla enrojecida, no lo podía creer, así que, ella también lo golpeó con toda la fuerza que pudo. 

— Escúchame bien —dijo furiosa— esta es la primera y la última vez que tú te atreves a golpearme, maldito imbécil. 

— Esto es tu culpa, mira como te estás comportando conmigo. 

No lo soportaba más, dio media vuelta y se encerró en la habitación. Se dejó caer sobre la cama y lloró, tanto ella como Liam habían cambiado demasiado, la situación era insostenible, ella solo rogaba que los padres de Julia regresaran pronto de su viaje para poder irse de allí. Pasó un largo rato hasta que escuchó la puerta principal cerrarse, miró el reloj, eran casi las ocho. Como si una fuerza sobrenatural se apoderara de ella, salió de la habitación y comprobó que Liam se había ido. Tomó un abrigo y se lo puso, luego, empacó su billetera y el celular en un bolso. Tomó las llaves del auto que estaban colgadas de la pared cerca a la puerta y bajó al estacionamiento. Condujo por la ciudad durante casi una hora hasta llegar a su destino. 

Shawn había llegado hacía poco tiempo, se quitó la chaqueta y la corbata, y se dirigió a la cocina por algo de beber. Iba a encender la televisión cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta, se preguntó quién sería, nunca recibía visitas, se encogió de hombros y fue a ver quién era. Al abrirla, se encontró con Liz, estaba allí de pie, era la última persona en el mundo a la que esperaba ver.

— ¿Liz? —dijo sorprendido, ella sonrió y él se hizo a un lado para dejarla entrar. 

— Hola Shawn, espero no molestarte —dijo ella. 

— No, para nada, eres bienvenida siempre que quieras venir. 

Cerró la puerta y se sentaron juntos en el sofá sin saber qué decirse, Shawn no podía creer que ella estuviera ahí, con él, pero no le molestaba que hubiera llegado. Se acercó y la besó, la tomó de la cintura para acercarla más a él. El mundo entero desapareció mientras sus labios estaban juntos, por primera vez fueron conscientes de cuánto se deseaban. Liz comenzó a desabrochar rápidamente los botones de la camisa de Shawn, acarició suavemente su abdomen bien trabajado mientras se seguían besando. Se quitó el abrigo, abajo, traía una blusa blanca sencilla que rápidamente desapareció. Poco a poco, se fueron quitando la ropa, que quedó desperdigada por toda la sala. Shawn tiró de ella para acomodarla sobre su regazo, y sin más, se sumergió en su interior. Las embestidas cada vez eran más fuertes y ella clavaba sus uñas en la espalda de él. 

Cuando terminaron, ella se dejó caer sobre él, tratando de normalizar su respiración agitada. Unos pocos minutos después, Shawn la condujo a la habitación, se acostaron juntos en la cama y se dieron varios besos. Liz no podía creer que hubiera hecho eso con alguien que no fuera Liam, y que hubiera sido tan especial, nunca se arrepentiría de eso, pasara lo que pasara. 

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora