Lo ideal hubiese sido que, al final del día, ese par hubiese hablado sobre el tema. Es más, me encantaría decir que se tomaron el tiempo necesario para hablar de ello, me gustaría decir que expresaron sus sentimientos y verdaderas intenciones; que Snape le dijo a Hermione que él iba en serio, que estaba dispuesto a abrir su corazón de nuevo, aunque no supiera muy bien cómo; que Hermione escuchó atenta cada una de sus palabras, que expresó todo lo que esperaba de esta relación tan poco convencional, que estaba dispuesta a hacer las paces con Ronald y superar su anterior relación al igual que su terrible pasado. Pero por sobre todas las cosas, me gustaría decir que ambos estaban dispuestos a intentarlo una vez más, esperando que, esta vez, ninguno de los dos saliera lastimado.
Pero nada de eso pasó.
Severus intentó abordar el tema en dos ocasiones durante los siguientes días, pero Hermione lograba evadirlo con la misma magistralidad con la que bailaba el vals. Después del segundo intento, Snape pensó que era mejor no tentar a su suerte con un tercero, por lo que el tema quedó zanjado ahí. Ambos asumieron que todo estaba bien y procuraron que sus encuentros sexuales —porque hubo muchos (¡muchos!) más después de aquella noche de martes— no afectaran en lo más mínimo aquella rutina que crearon juntos desde junio.
Hermione seguía yendo a la casa de Snape durante las mañanas cuando no trabajaba, ambos seguían saliendo a correr al parque acompañados por Lamarck y su energía desbordante y ambos seguían disfrutando de las tardes noches juntos, sobre todo ahora que compartían una nueva actividad favorita: coger.
Las dos clases siguientes procuraron actuar con total naturalidad, como si —de nuevo— nada hubiese pasado. Hermione seguía siendo la asistente principal de la profesora McGonagall y Snape, uno más de los alumnos del segundo turno de la tarde.
O al menos ellos creían que así eran.
Probablemente, Hermione nunca sabría que, durante los siguientes días, antes de cada clase o antes de regresar a casa, Snape se pasaba por la tienda de regalos del metro y se quedaba un buen rato de pie frente a esta, preguntándose internamente si debería comprar un regalo para la castaña. ¿Qué tal unas flores? ¿Un globo? Tal vez sea mejor unos chocolates. ¿Le gustarían los peluches? No era bueno dando regalos, nunca lo había sido. Las ocasiones en las que estuvo tentado a comprar algo se arrepintió al último minuto y continuaba su camino, saliendo de la estación y cruzando la calle en dirección al estudio o internándose en la estación para regresar a Southfields.
Probablemente, Snape nunca sabría que Hermione solía encerrarse en el baño del estudio aproximadamente diez minutos en intervalos de 40 minutos. Se sentaba sobre el toilet, sufriendo un ataque de pánico al darse cuenta de que, todos los martes, jueves y sábados, de seis a ocho p.m., tendría a Snape en su ambiente de trabajo, junto a su jefa, su colega y sus otros alumnos. Podría ser fácil ocultar su nerviosismo ante Harry, Luna, Sirius, Neville, hasta McGonagall no resultaba ser un problema, pero sabía que a Ginny no podría engañarla ni aunque tomara un curso profesional de actuación junto a Meryl Streep.
Ya nada volvería a ser normal en clases, aceptó finalmente.
Habían transgredido... No, ella... ella había trasgredido esa finísima línea de respeto profesora-alumno y, después de aquel tango, sabía que no podría volver a bailar junto a él sin sentir como sus piernas flaqueaban y su interior se humedecía. Tampoco podría aguantarse su lujuria pues, ni bien terminaban el horario de clases, Hermione salía corriendo del estudio arrastrando a Snape rumbo a la casa del mayor.
Sí, sin duda esta situación la estaba afectando más de lo que esperaba.
A quienes tampoco les pasó desapercibido este cambio de comportamiento radical fueron a Minerva McGonagall y a Ginevra Weasley.
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¿Bailamos?
FanfictionDespues de un tormentoso divorcio y múltiples fracasos en su vida, Severus Snape está cansado de vivir una vida demasiado tranquila en un mundo lleno de parejas felices. Aburrido de su rutina, un día decide inscribirse a una clase de baile de salón...