Canaria

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Cuando ella abría los ojos, siempre se encontraba en un lugar diferente. Su cabeza estaba confundida, y el olor dulzón que la acompañaba desde que la llevaron por la fuerza, cada vez le provocaba más sueño. En un estado semi inconsciente, de alguna manera se las pudo arreglar para hilvanar algunos pensamientos libres entre todo el ajetreo al que estaba siendo sometida, rememorando sobre dónde había olfateado aquel aroma que ahora la embriagaba y la obligaba a dormir.

Madera dura, pelaje animal y el movimiento oscilante de un carruaje ocuparon las primeras impresiones durante su viaje. Plumas, lo último que recordaba era plumas y el olor del mar, un mar desconocido para ella. No era el mar de Shattar, ese mar nuevo que llegó hasta su nariz olía diferente. El aire también se sentía diferente, con la carga de maná que un noble podía identificar de una calidad pobre, sin embargo, sumida en la bruma de ese olor dulzón que la acompañó durante todo su trayecto, no pudo pensar en nada más ni pudo encontrar alguna pista sobre dónde se encontraba y a dónde la llevaban.

El tiempo corrió inadvertidamente por ella en aquella condición, así, el día en que el olor que la adormecía al fin desapareció y su cabeza dejó de estar sumida en la niebla y la somnolencia, se encontró en una celda.

Una pequeña habitación con una cama de colchón duro, apenas con lo suficiente para cubrir necesidades básicas, sin puertas ni ventanas, sólo unos gruesos barrotes que delimitaban la estancia donde se podía vivir. Era una prisión para nobles, eso era seguro, pues las celdas para plebeyos normalmente no tendrían siquiera una cobija roída para cubrirse, lo sabía por experiencia propia.

A su memoria, llegaron los oscuros días de hacía poco más de cinco años cuando había sido acusada injustamente y encarcelada en una celda más sucia y tenebrosa que en la que se encontraba ahora; el frío se apoderó de su cuerpo debido al trauma que suponía rememorar todo aquello. En verdad, Canaria estaba a punto de colapsar por el estrés que suponía estar en un lugar desconocido, en una situación que le recordaba un trauma pasado, estando embarazada.

Ni siquiera se había dado cuenta de la persona que permanecía más allá de los barrotes, apostada en una vigilancia silenciosa. Tampoco se dio cuenta cuando el guardia sacó una piedra de maná de su bolsillo de cuero del cinturón, la cual se transformó en un ave silenciosa que tomó un pedazo de papel en su pico y salió volando por una de las ventanas de las paredes que no tenían barrotes ni eran parte de la celda personal para nobles. En realidad, Canaria no podía haberse dado cuenta de nada más allá de lo que la droga que le habían suministrado podía permitirle.

Sus ojos llorosos y adoloridos apenas si podían permanecer abiertos, demasiado hinchados y rojos como para que sus iris color aguamarina pudiesen ser vistos siquiera. No tenía la fuerza suficiente para levantarse, y sus manos temblorosas apenas si podían ser guiadas a su rostro con la velocidad de un caracol.

Aun así, Canaria sabía en dónde estaba. Sus recuerdos de lo que había pasado con ella antaño eran la respuesta sobre quién la mantendría cautiva. El hecho de que el trato hubiese mejorado, no le causaba más que miedo y desconfianza sobre lo que la desagradable y malvada persona que estaba detrás de todo tenía planeado.

No era de extrañar también sus lamentaciones. Había vivido cinco tranquilos y felices años junto a su esposo, sin molestar a nadie, pensando que había escapado de la pesadilla a la que la habían sometido desde que tenía recuerdos de su existencia en el mundo, sin embargo, no era así.

Criada como una noble, con un padre ausente debido a su obligación como el escudo y la espada del Imperio, para luego ser asesinado en una revuelta de las colonias y una madre que había sido obligada a casarse nuevamente con alguien tirano y cruel, no esperaba mucho de su vida, sinceramente. Sin embargo, su compromiso con el príncipe Sigurd, de alguna manera, le daba esperanza de poder salir avante en algún momento. Además, tenía conocimientos sobre lo que ocurriría si ella no luchaba por mejorar su situación.

Un villano puede salvar el mundo por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora