Cuando ellos aparecieron, le dieron a Igfrid la herramienta para encontrarlos en la nueva línea temporal a la que se había movido; ocultos entre las sombras, viviendo como personas comunes dentro y fuera del país, infiltrándose en los gobiernos, en los lugares donde sabían podrían tener a la mano lo que necesitaban para sus propósitos.
Como una secta, sus miembros se identificaban unos a otros por medios especiales; una marca oculta los distinguía, algo imposible de ver para los que no estaban acostumbrados a la magia nigromántica que ellos manejaban, una marca en el alma, parecida a cómo se marcaba a los esclavos en la antigüedad.
Igfrid reconocía que habían sido inteligentes y astutos, privados de la opulencia de los nobles comunes, entregados a su fe sin miramientos, haciendo todo lo posible para obtener los materiales que requerían para el renacimiento de su señor.
Y lo habían logrado, por supuesto, en la línea temporal que había dejado atrás.
Hoy, el príncipe Igfrid sabía cómo es que el contenedor de Arakbamel había sido obtenido, y en qué fecha exacta había ocurrido. Mientras estuvo en compañía de los cultores, creyendo que él era uno de ellos, éstos le habían permitido leer sus documentos, obtener sus conocimientos. Su alma nunca fue marcada, pues sería el próximo contenedor de su señor, tratándolo como un mesías.
Y también, Igfrid había conocido a su líder: Torrence Bach.
Había ordenado a Vikhus investigar al hombre; tenía poco tiempo para encontrarlo antes del siguiente eclipse solar, un fenómeno que, gracias al magnetismo que ejercía en la tierra, purificaba el maná en el ambiente, lo que lo volvía idóneo para el ritual de transferencia de alma.
Increíblemente, Vikhus trajo noticias del objetivo mucho antes de lo que Igfrid pudiese pensar. Torrence Bach, en ese momento, era el líder de la sociedad de Arqueología que el propio Kral había fundado en su juventud.
Cuando el Kral actual era sólo un simple príncipe, una de sus aficiones más férreas era la historia antigua, y con ello, la investigación de las ruinas dentro y fuera del vasto imperio de Lothien. Al inicio, la asociación fue una pequeña organización formada por el mismo Maximus Artheus y algunos entusiastas como él, aceptando incluso en sus filas a plebeyos y personal sin capacidad mágica. Con el tiempo, y con la ascensión al trono, se esperaba que aquella organización se perdiera, pero no ocurrió así. El actual Kral no sólo conservó la asociación, dejándola a manos de su mentor Lord Sirius Mossé, aunque luego del fallecimiento de éste, quien ocupó su lugar fue Sir Torrence Bach, el objetivo actual del príncipe Igfrid.
Como una asociación libre del influyentismo de títulos nobiliarios, la asociación de arqueología estaba bajo el manto directo del Kral, a quien se le notificaba la actividad cada seis meses bajo documentación, además, eran los encargados de determinar si los objetos valiosos e históricos que se encontraban en el territorio de Lothien irían a manos de la sociedad de magos para ser investigados, o se quedarían para la preservación en su sede.
En pocas palabras, era el organismo perfecto para hacer sus movimientos, el escenario ideal que había nacido a partir de un Kral que estaba interesado profundamente en la historia de su país, pero que no podía tomar la rienda de su propia organización.
Así pues, el príncipe Igfrid aprovechó una de las reuniones que tenía con el Kral a raíz de su intervención precisa sobre la economía de país, para hablar con él.
Como siempre, el Kral portaba su corona de gemas oscuras, las que, según la leyenda, el mismo primer Kral la había hecho con su propia sangre primigenia. Los ojos rojos, la mirada aguda, el rostro fuerte y cuadrado, hacían ver a su majestad como digno merecedor del título de "conquistador"; si bien, su ropa bordada en dorado, blanco y violeta, los colores de la realeza, era ostentosa, ésta pasaba a segundo plano con el brillo vibrante de sus ojos rojos como la sangre y su cabello tan parecido a los rayos del sol.
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Un villano puede salvar el mundo por amor
FantasiaAsesinaron a su amada, y con ello, todo lo que le daba sentido a su vida. Sumido en la desesperación y la ira, destruye todo a su paso jurando venganza. Robando y matando, encuentra la respuesta a su aflicción, y entonces, rebobina el tiempo. Ahora...