Parte 16 Una Historia del Palacio Imperial

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Música alegre y divertida sonaba. En el medio de un gran salón, una persona estaba bailando. Sus largos cabellos negros se movían al compás de del revoloteo de su vestimentas extravagantes llena de joyas y hermosas flores.

Estaba cantando mientras hacía movimientos sutiles y elegantes que cautivaban a quien lo mirara. La letras de la canción era triste, pero la bailarina tenía una sonrisa en sus labios el cual dispersaba cualquier sentimientos de tristeza.

♪Moviendo nubes, coloridas puestas del sol, glamoroso pabellón ♪

Sus pasos recorrieron el escenario con gracia, se detuvo y giró sobre sí misma llevándose una manga de su traje.Hubo aplausos repentinos que no distrajeron a la artista. Siguió bailando y cantando.

♪Las flores caen ,con pena y dolor♪

♪Dónde están los soldados de la nación♪

♪Mírame, estoy sola en este lugar. Excepto por ti mi viejo amigo, para el resto del mundo soy desconocido♪

♪Mandando a un amigo a miles de millas de distancia, eventualmente tendremos que despedirnos♪

Para mostrar su tristeza, la intérprete se arrodillo en el piso y cubrió su cara. Cuando volvió a levantarse, vio en la distancia a una persona sonreírle.

—Su majestad.

Shi Qing Xuan abrió sus ojos, luciendo algo confundido. Se levantó, dándose cuenta que estaba en una cama, miró a su alrededor y vio que ya no estaba en la casa de Zue Que.

— ¿Estás despierto?— Hei Zheng llegó con una bandeja en sus manos. Se acercó a la cama y se sentó en ella.— ¿Sorprendido?—Sabiendo cuales sus pensamientos,  toco de la mejillas derecha de Shi Qing Xuan. —No es un sueño

— ¿Porque estoy aquí?—Shi Qing Xuan parpadeando varias veces y su manos se aferraron a la túnica de Hei Zheng con desesperación —Se supone que estaba con Zue Que.

—El te dejo regresar. — Suavemente, la Deidad tomó sus manos y las envolvió con las suyas. —Pronto se le pasará el enojo, por ahora debemos seguir el teatro que nos preparó.

 Shi Qing Xuan pareció tranquilizarse ante su suave tono de voz y el agarre en sus manos.

—No está solo molesto por lo que pasó con Bai Hu—Tras el silencio habló. — Él no quería ir al banquete, pero está dispuesto a abandonar la Capital solo para ser destruida por el caos.

—Todo es mi culpa.

—No, las acciones de los demás son tu culpa. Cada quien es responsable de sus propios actos —Al verlo temblar, Hei Zheng lo atrajo a su pecho y lo abrazó suavemente.

Aunque estaba siendo amable, Shi Qing Xuan no podía alejar aquellos sentimientos de su corazón — Se veía muy solo y estaba sufriendo.

—Él siempre ha estado melancólico. Lo único que lo anima son las historias que ve. Olvida todo lo malo que sufrió en su vida mortal, cuando venias a la capital también fuiste su mayor alegría.

Apartándose un poco de los brazos de la Deidad, Shi Qing Xuan y lo miró a los ojos. — Dime ¿Quién fue cuando era mortal? —Había un brillo determinado en sus ojos que sorprendió a Hei Zheng, pero mantuvo su expresión.

—Ya no vale la pena saberlo. Hoy solo se lo conoce como una Deidad que trae bendiciones a las seis artes. —Retirando sus manos, Hei Zheng preparó dos tazas de té.

El Banquete de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora