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Una vez todos dentro del camión, que apesta a pescado y huevo podrido, nos mantenemos en completo silencio y lo único que se escucha es el motor del camión. En cada momento este pasa por baches que hacen que estemos en constante movimiento. 

No puedo asegurar el tiempo exacto que llevamos aquí, ya que no hay siquiera una pequeña ventana para ver el cielo, no tengo ni mi celular o siquiera un reloj para ver la hora. Todo eso nos lo quitaron.

Estamos sentados en el piso del camión: Manigoldo junto al cuerpo de Sorrento, a su lado está Degel que trata de ver si Sorrento no tiene más heridas, yo estoy a su lado pendiente que no lleguen a hacerle daño; aparte de que siento demasiada angustia por su salud. 

Alfrente de nosotros están Aspros que está con Minos en sus brazos, Kanon limpiando las heridas de Saga y Milo esta a un lado de Sisifo, aparte de otros ocho hombres que nos apuntan a la cabeza a cada uno.

— Sorrento, ya es hora de que despierte —habla Aspros y su tono de voz es firme.

Llamando la atención y la sorpresa de los que estamos aquí atrás.

Los hombres que nos están vigilando también se sorprenden y actúan de inmediato, dirigiendo las armas directo a Aspros y dando amenazas de que no haga nada que nos llegue a afectar. Pero antes de que ellos puedan a llegar a soltar fuego o dar el primer golpe, el cabo Sorrento se reincorpora rápido y ataca por la espalda a dos de los hombres usando una especie de navaja.

Al mismo tiempo el Coronel deja a Minos a un lado y se levanta para encarar al resto de los hombres, solo deja salir una pequeña risa y uno de ellos decide disparar; pero lo que ocurrió fue que la bala no dio al coronel y dio a otro agresor que estaba sus espaldas. Una vez logrado eso, Aspros logro conseguir un arma y dejó inconsciente al resto o eso es lo que creo.

— ¿Pero... —estoy en shock, pero al menos logro reaccionar y quitarme de enzima a uno de los hombres— q... qué...acabo de ver?

— Lo que vio Capitán, fue un duro, arduo y doloroso entrenamiento que lleve en Rusia y aquí están los frutos de ese sacrificio que hice —estoy... literalmente...con la boca abierta—...y Sorrento también estuvo presente, ¿o no cabo?

Sorrento está de pie limpiando su navaja que está con sangre y luce tranquilo, como si no acabara de degollar a dos hombres armados. Y eso que prácticamente está herido de pies a cabeza por el accidente.

Se limpia un poco la cara y hace frente al Coronel.

— Si, Coronel...—Sorrento está serio  no parece el niño al cual estuve entrenando estos meses—....P-pero...¿L-lo hice bien? Por, mi culpa e, el señor Minos....el..está en ese estado, y, y yo no..

La voz de Sorrento se quiebra y rompe en llanto. Por lo que está diciendo ahora, ya no le entiendo nada. Pues es el mismo Sorrento que conozco. Ya pensaba que había estado actuando todo este tiempo.

¡¡¿Por qué lo hiciste?!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora