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Ese día la bandera española se izaría en las cercanías de Edchera en el Sahara Occidental, habían vencido, la unidad especial se dedicó a inspeccionar los alrededores en busca de la justificación que necesitaban para que la contienda continuara, pero buscó sin éxito, a pesar de la victoria, la misión había sido un fracaso, no había armas de destrucción masiva como habían asegurado.

El resto se dedicó a recoger los cuerpos de los caídos en batalla y a ayudar a los heridos, la zona ya había sido asegurada e inspeccionada, además las aeronaves españolas surcaban los cielos vigilando y asegurando al ejército en tierra, fueron necesarios dos hombres para levantar el cuerpo inconsciente de Samuel, estaba gravemente herido, pero su corazón latía.

...

Al mismo tiempo, una taza resbalaba de las manos de Carla, había decidido no ir a la universidad aquel día, sentía una presión en el pecho desde el amanecer, no podía concentrarse, las manos le temblaban, sentía miedo, un voraz miedo que la consumía, la sangre le hervía de impotencia, saber que Samuel se encontraba quien sabe dónde, quien sabe cómo y no poder hacer nada la estaba impacientando.

El crujir de la porcelana sobresaltó a todos los habitantes del piso, Beatriz se apresuró a llamar a la empleada para que ayudara a recoger los pedazos y evitar que alguien saliera herido, esta situación era algo que Teo no soportaba más, tomó su móvil y llamó a su contacto en el ejército, esta vez no fue diplomático, esta vez fue exigente, esta vez fue el Teo duro y despiadado, le debían un par de favores y era tiempo de cobrarlos.

...

Poco más de dos horas de vuelo desde Londres hasta el Sahara Occidental, Carla fue implacable ante la negativa de su padre, lo acompañaría le gustase su decisión o no, al parecer era un gran favor el que le debían a Teo, podrían recoger al castaño en la base, los minutos eran eternos para Carla, pasó todo el trayecto con la vista en la ventana y jugando con su anillo nerviosamente.

El vuelo fue silencioso al igual que el camino a la base, el calor era insoportable, la ansiedad era insoportable, la angustia era insoportable, Teo veía de reojo a su hija sin pronunciar palabra, solamente la tomó de la mano esperando un rechazo, en cambio encontró a su hija apretándola y eso le reconfortó el corazón, esta vez había hecho lo correcto.

...

Y allí estaba, sentado en una camilla con algunas heridas y una venda en los ojos, todos veían asombrados a Carla, no solo por su belleza y porte excelso, si no por que parecía no encajar, elegante y erguida ante hombres sudorosos y heridos, ciertamente la escena era desgarradora, se escuchaban quejidos y se veían médicos ir de un lado a otro, pero su vista estaba fija en aquel castaño que hacía latir su corazón.

Caminó a paso lento hasta llegar a él, Samuel se sobresaltó, la venda no le permitía ver pero sabía perfectamente que alguien estaba parado a la par de él, además una suave fragancia a flores y miel invadió sus fosas nasales, nada usual dado el lugar en el que se encontraba, movió la cabeza nerviosamente y habló con desesperación.

S: "¿Quién está aquí?" - el corazón de Carla se estremeció ante su voz, su corazón se encogía de verlo herido, pero al mismo tiempo se alegraba de verlo con vida.

C: "Hola guapo" - fue lo único que pudo articular

S: "¿Carla?" - dijo sobresaltado

C: "Si, soy yo" - respondió mientras se acercaba a él y lo abrazaba con todas sus fuerzas, mientras contenía las lágrimas que amenazaban en salir a torrentes de sus ojos, Samuel se quebró inmediatamente.

S: "Llévame a casa por favor" - sollozaba una y otra vez

C: "Tranquilo cariño, voy a llevarte a casa hoy mismo" - dijo depositando un beso en la frente de Samuel, "te amo" dijo suavemente sobre su oído, "voy a llevarte a casa".

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De la guerra y el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora