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El día siguiente en España solamente se respiraba tensión, había carros del ejército circulando por todas las calles y avenidas, no se hablaba de otra cosa, existía en la población el temor de que Marruecos respondiera el ataque, y siendo Madrid la capital y la ciudad más poblada de España, no sería extraño que fuera dirigido a esa región, sin embargo, los ataques españoles eran coordinados desde las Islas Canarias y un par de bases en Argelia, quienes eran aliados españoles.

España buscaba cercar a Marruecos por todos los frentes, las ciudades de Ceuta y Melilla cubrían el lado norte, las Islas Canarias el oeste, y Argelia el este, toda la fuerza naval se movía a través del océano atlántico, desde Argelia se coordinaban ataques aéreos y desde su territorio (Ceuta y Melilla) las fuerzas de infantería buscaban colarse al país árabe.

Ciertamente España estaba dispuesta a ir a por todo, querían bajar la moral del ejército marroquí a través de ataques desde todos los frentes, buscaban diezmar sus fuerzas, querían realizar ataques rápidos y efectivos, con la menor cantidad de bajas posibles, pero Marruecos estaba preparado, su mayor aliado era el territorio de Sahara occidental.

El ejército real contaba con 175 000 soldados altamente entrenados para enfrentar a los Ibéricos, además de otros miles más de fuerzas auxiliares, tenían artillería pesada y armas avanzadas, lo que los españoles ignoraban y que les cobraría una cara factura era la cantidad de soldados reservistas que Marruecos tenía, 150 000 para ser exactos.

De la guerra y el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora