Capítulo 24: c1sman

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El cuello de la camisa le estaba demasiado apretado, pero era culpa suya por negarse a probársela antes de comprarla. Pensó que tenía un cuello de 37 centímetros, pero al parecer era más de 40. Tal vez había engordado desde que se unió a la Tripulación. Su consumo de calorías ciertamente había aumentado, aunque solo fuera por el consumo adicional de bebidas energéticas. Y todo ese azúcar no podría ser bueno para él.

Metió el dedo en la camisa, tiró de de nuevo y encontró una solución perfecta. Podía deshacer el botón superior y aliviar la presión, pero mantener apretada la corbata y nadie se daría cuenta porque el botón desabrochado estaría detrás del nudo. Echó un vistazo para asegurarse de que Abeja no estaba mirando (ella estaba mirando por la ventana del autobús mientras pasaba Georgetown) y liberó su cuello pellizcado de agonía. Suspiró aliviado, pero luego comenzó a arrepentirse del cambio: ahora estaba libre de distracciones para mantener ocupado su cerebro y, por lo tanto, tenía que comenzar a preocuparse de todo lo demás.

Su traje era azul y le quedaba bastante bien, pensaba él. No había tenido un traje desde la escuela secundaria. Chloe dijo que parecía "apropiadamente común", lo cual le hizo pensar que transmitía la idea de que él era un hombre que ni sabía ni le importaba mucho la moda. Al menos eso era cierto. No podía distinguir la diferencia entre un traje bueno y uno malo, excepto que los de colores extraños probablemente eran malos. El suyo era azul oscuro y pesado, casi como una armadura. Si apretaba los puños con las manos y flexionaba las muñecas, desaparecían entre las mangas de la chaqueta, lo que lo hacía parecer una especie de robot. Abeja le dijo que dejara de hacer eso.

Abeja también llevaba un traje, y él pensó que ella estaba aún mejor. Era gris con rayas y tenía una blusa de seda amarilla debajo. Parecía incluso menos cómoda en la suya que él y seguía inquieta y tirando de la tela. Desafortunadamente para ella, no había botones que pudiera deshacer para aliviar la presión que sentía, excepto los que la harían indecente. Pensó brevemente en desabrocharlos él mismo más tarde y se preguntó si eso estaría bien. Cuando estaban solos, no podía saber ya qué y cuándo era correcto, especialmente después de Key West.

—"¿Tu traje tampoco te queda bien?," - le preguntó él.

Ella apartó la mirada de la ventana y le sonrió. —"No, no es eso. Es que desearía llevar un micro encima. Y una pistola eléctrica. Y una cámara oculta. Sólo voy con este estúpido teléfono y un ordenador portátil limpio."

—"¿De verdad? ¿Por qué?"

Chris se sintió aliviado cuando Paul y Chloe dijeron que no iban a llevar ninguno de los dispositivos espía porque no querían arriesgarse a ningún tipo de exposición, por lo que no habría dispositivos de escucha ocultos en sus personas para que los demás pudiesen escuchar desde fuera.

—"Creo que es bueno que no me escuchen haciendo el idiota", dijo tratando de hacer que la verdad pareciese una broma.

—"En primer lugar, no vamos a hacer el idiota. En segundo lugar, si estuviésemos haciendo el idiota y nos escucharan, podrían decir algo para ayudar. Pero ahora no pueden, así que todo depende de nosotros."

Chris solo asintió y miró por la ventana más allá de Abeja.

Todo dependía de ellos.

Eso era lo que realmente odiaba. Pero Paul no podía hacerlo por razones obvias. Chloe y Sacco ya estaban haciendo su parte. Sandee estaba... no estaba. Eso los dejaba a él y a Abeja, las dos personas menos hábiles en lo que sea que fuese aquello. Intrusión. Ingeniería social. Embuste.

Recorrieron el resto del camino en silencio, bajando en el centro de Georgetown y caminando las cuatro manzanas hasta la oficina de Marsh. Estaba en un edificio de aspecto antiguo situado entre otros dos edificios antiguos, casi idénticos, de ladrillo y hierro forjado. Nunca había estado en una oficina como esta. Era como la casa de alguien o algo así. Comprobó dos veces el papel con la dirección, pero era el lugar correcto. Cuando había oído "oficina" se había imaginado vidrio, aluminio, cubículos y luces fluorescentes brillando en las abarrotadas salas de conferencias. El interior de aquel lugar era tranquilo, una gruesa alfombra y paredes con paneles de madera y un guapo chico con traje detrás de la recepción.

El Blues del Black Hat - G33K Mafia 3 de Rick DakanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora