Capítulo 22: Chloe

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Chloe echaba de menos tener a Paul a su lado. Sí, él estaba en su oído al otro extremo de un teléfono a menos de una milla de distancia, pero no era lo mismo que tenerlo allí junto a ella. Para ellos, este tipo de cosas se había vuelto fácil. Tenían una relación casi telepática y podían entenderse e improvisarse mutuamente sin apenas penarlo.

Juntos habían sido señores feudales de parejas casadas, socios comerciales con cerebro de liebre, traficantes de metanfetamina de ojos salvajes, suaves consultores de negocios, canosos cazadores de tesoros y múltiples variaciones de expertos estafadores. Paul tenía la imaginación y la habilidad antes de que se conocieran, y ella había sacado a relucir el salvaje abandono reprimido de Paul y ayudado a perfeccionar sus charlas rápidas después de conocerse. Y aunque este nuevo gambito había surgido directamente de su increíble mente febril, Paul ahora no podía desempeñar uno de los dos roles clave. Miró a Sacco, que se había arreglado. Intelectualmente, Chloe sabía que el chico estaba a la altura, pero no estaba en realidad cómoda con él. Tampoco es que fuese a hacerle saber eso.

—"Te has vestido bien," - le dijo ella.

Conducían un Mercedes alquilado por las sinuosas y artificialmente pintorescas calles de una comunidad-dormitorio de Virginia que albergaba a cientos de viajeros adinerados de DC.

Sacco llevaba un traje italiano nuevo, perfectamente a medida, y se había afeitado la barba habitual en un bigote delgado que flotaba sobre sus labios fruncidos. Su cabello estaba peinado hacia atrás en un look inspirado en Gordon Gekko, negro brillante y un poco ondulado. Con la sutil pero cara cruz de oro alrededor del cuello, el Rólex en la muñeca y los diamantes en los gemelos, no había ninguna señal de su verdadero y anárquico ser interno.

—"Eres muy amable," - dijo con suave acento europeo e indeterminado que podría ser español o italiano o algo más exótico. Sacco lo llamaba su voz de Euro-farfullo. —"Y tú, querida, vas tan encantadora como siempre."

—"¡Pues gracias, Bernard!" - dijo ella rimando su nombre tapadera con "herd" (NdT: "rebaño") en lugar de "hard" (NdT: "duro") como él lo prefería.

Ella lo respetaba por mantener su carácter, pero ella y Paul nunca hacían eso. Ellos se alimentaban de la energía de saltar del tren de sus papeles justo en el último segundo posible. Ella y Paul también no dejaban de repasar su historia tapadera una y otra vez hasta ese último segundo, pero repetir el plan solo parecía que Sacco se sintiera más ansioso, por lo que ella se había morderse la lengua.

Había decidido ir con un vestido en lugar de un traje. Sin embargo, era un vestido de negocios, nada con escote ridículo o que mostrara demasiada pierna, pero la tela azul se aferraba a sus caderas y pecho lo suficiente como para resultar halagador. Lo había acentuado con aretes de perlas negras y una bufanda de seda que complementaba sus zapatos ridículamente caros. Su meta era presentarse como representantes de poderosos intereses comerciales y ella creía que pasaban el examen notablemente bien. Pero estas eran exactamente el tipo de personas con las que Wolverton había tratado toda su vida profesional, y probablemente notaría cualquier error que cometieran. De modo que la clave era no cometer ningún error.

Ja.

Se detuvieron en el camino de entrada que coincidía con el número de la casa.

Se habían perdido un par de veces aquí, pero c1sman los había vuelto paranoicos sobre que podría haber alguien de la NSA o de donde fuera rastreando cualquier dispositivo GPS que tuviese la casa de Clover como destino, y aunque Chloe no estaba completamente convencida de que aquello fuese posible, y mucho menos probable, habían usado buenos mapas y bolígrafos de toda la vida, en lugar de Google y GPS, para averiguar por dónde iban. Cuando entraron en el camino vacío de la multimillonaria McMansión hecha con molde, que se parecía a las que estaban a ambos lados de la acera, Chloe respiró hondo por la nariz, con la punta de la lengua en el paladar y luego dejó escapar lentamente el aire. Esperó a que Sacco saliera, diese la vuelta y le abriera la puerta, dando dos respiraciones más en el proceso antes de agarrar su maletín y salir del coche para entrar en el personaje de Maria Lanier.

El Blues del Black Hat - G33K Mafia 3 de Rick DakanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora