Era una tarde como cualquier otra en un 6 de mayo, en la cual, Alexander un joven de 25 años, se encontraría con su viejo amigo Kristofer. Este había pasado 12 años en Europa grabando una serie televisiva. Como ésta ya había finalizado tomó la decisión de visitar a su joven amigo, el que ahora era su admirador también. Eligieron verse en una pequeña plaza donde acostumbraban conversar antes de que Kristofer partiera al viejo continente. Cuando se encontraron el único que pudo reconocerlo entre la multitud fue Alexander, a pesar de que la estatura y barba eran los rasgos más característicos del actor.
Con una gran sonrisa que iba de oreja a oreja, Alexander se acercó y abrazó a su amigo, quien era más alto que él, casi por 30 centímetros y le dijo:
- Como que creciste unos centímetros más por allá ¿no?
Kristofer entre carcajadas le respondió con un extraño acento entre español y noruego:
- No es que haya crecido es que te redujiste, dverg.
-¿Dverg?
-Significa enano en noruego.- Aún entre risas. –Por cierto yo no recordaba que fueses calvo.
-Aun tengo cabello ¿no ves? –Señalando su cabeza mientras reía.
Alexander estaba muy feliz de ver a su amigo, tanto que no dejaba de hacerle preguntas acerca del show. Uno de sus sueños siempre había sido actuar de manera profesional, y ahora su amigo lo había logrado. “Tal vez me ayude a cuajar en el campo”, pensaba Alexander. Caminaron por bastante tiempo casi 2 horas, por la “pequeña” ciudad recordando algunas de sus viejas aventuras, en esta que había cambiado bastante durante la ausencia de Kristofer. Pasado ya un rato Kristofer debía ir a visitar a su hermana que vivía cerca de donde se encontraban, por lo que se despidió de Alexander.
- Nos vemos luego dverg.
-Vale, está bien “Mata gigantes”.
Entre risas se alejaron los viejos amigos. Que no sabían si se volverían a ver nuevamente en el día.
Mientras Alexander caminaba por la ciudad, a lo lejos observó una persona con un tono de piel tan blanco como una hoja de papel. Era Mariela su ex, a la cual no había vuelto a ver desde la ruptura. Cuando la vio sintió como su corazón latía tan rápido como si se le fuese a salir.
En cuanto se encontraron cara a cara, esta le dijo:
-¡Ale! ¿Cómo has estado?- Con una sonrisa que dejó a Alexander un poco tonto.
-¿Eh, yo? Bien, bien… ¿y tú, Mari? – Con voz temblorosa.
-Muy bien, gracias a Dios ¿Qué haces por aquí?
-Nada, me encontré con un viejo amigo e iba de regreso a casa.- Un poco más calmado.
- ¿Y qué tal?
-Pues muy bien, tenía 12 años que no le veía ¿Qué piensas hacer en este momento?
-¿Por qué? – Le preguntó con una cara maliciosa, sabiendo por donde iba Alexander.
-Quería invitarte a comer una torta como solíamos hacer antes.
-Vale, me parece bien. Después de todo seguimos siendo amigos ¿no? – Le respondió entre risitas la chica de pálida piel.
Mientras iban caminando pasaron por un hermoso parque natural, el cual no tenían idea que existía mientras eran novios. Una lástima de verdad, ya que era un lugar tan maravilloso que parecía de ensueño; había varios tipos de flores, árboles y lugares para tomarse fotos.
-¿Qué lugar tan bello no te parece?- Dijo la chica emocionada.
-Por supuesto que sí, me hubiese gustado haberlo visitado contigo cuando éramos algo. - Comentó Alexander con un tono un poco melancólico.
-¿Acaso no somos amigos? Eso es algo ¿no? - Con un tono entre sarcástico y esperanzador.
-Bueno… que te puedo decir… es algo.- Respondió como si no le quedara otra opción.
Una vez traspasado el parque, consiguieron una pastelería donde compartirían el postre acordado. Cuando entraron al establecimiento, Alexander procedió a acercarse al mostrador, tras observar entre tantos dulces que lucían deliciosos se decidió al final por ordenar un profiterol, el cual compartirían junto dos mocachinos.
-Gracias por este detalle, no te hubieras molestado.- Le comentó Mariela a su antiguo amante, mientras esperaban el pedido.
-No hay de que, espero que sea de tu agrado. Le dijo Alexander mientras le guiñaba el ojo, con una sonrisa pícara. Quien luego procedió a buscar su orden.
Mientras ambos disfrutaban del delicioso postre con chocolate, los amantes se lanzaban miradas llenas de deseo, las cuales, debían contenerse por encontrarse en un lugar público en el cual, deseaban hacer de las suyas nuevamente. Por las ganas que tenían decidieron finalizar rápidamente con el dulce y salir lo más pronto posible del establecimiento.
Cuando salieron de la pastelería empezaron a ver si divisaban un hotel cercano para saciar ese deseo carnal que percibían mutuamente. Sorpresivamente al lado de la pastelería se encontraba un gran anuncio que decía “Paradise Hotel”. Sin pensarlo dos veces entraron rápido muy emocionados.
Una vez adentro del edificio los jóvenes se maravillaron al ver lo increíble y lujoso que lucía. Mientras se acercaban a la recepción alguien gritó:
-¡Alexander! ¡Quién te viera picarón!
El Joven al voltearse y ver de quien se trata, echó una carcajada.
-¿Eduardo? ¿Qué haces aquí?- Entre risas y confusión.
-¿A qué crees tú? Con una sonrisa delatora.
-Bueno a rezar no sería.- Respondió entre los dientes.
-Antes de que me vaya, debo recomendarte la habitación “6” es la mejor no te arrepentirás. Yo sé porque lo digo. Adiós.- Le dijo mientras se marchaba.
Al oír lo que dijo el extraño conocido Alexander se acercó rápidamente hacia la recepción y dijo:
-¡Buenas tardes! ¿Cuánto vale un rato en la habitación “6”?- Con mucha emoción.
-En $100.- Contestó la recepcionista, quien lo miraba de arriba abajo con mirada despectiva, desde el vidrio ahumado evitando así que ésta fuese reconocida.
-¿$100?- Preguntó sorprendido Alexander. “Ella no vale tanto así” Pensó el joven mientras sacaba su tarjeta para realizar el pago. -Mejor deme la habitación más barata.
-Que tacaño- respondió la recepcionista entre los dientes mientras agarraba la tarjeta. - El valor de la habitación será de ¿$15? ¿Está usted de acuerdo?
-Claro, a ese precio sí.
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Seis de mayo
Mystery / ThrillerAlexander, un joven de 25 años de edad se enfrenta a la curiosa reaparición de su ex, quién extrañamente parece estar acosandolo tanto en el plano terrenal como en el de los sueños. Teniendo que recavar en los hechos de su pasado para resolver el mi...