VII

14 4 0
                                    

Después de la charla con la chica risueña, Alexander procedió a bajarse del bus para dirigirse a su trabajo. Una vez llegó al Departamento Histórico, subió a su oficina, pero antes de llegar se encontró con Diego.
-¡Alexander! ¿Cómo estás? ¿Qué había en el sobre? -le preguntó exaltado.
-¡Ja! Si te cuento no me vas a creer nada. -Respondió irónicamente.
-¿Por qué lo dices? ¿Qué ha ocurrido?
-Vamos a sentarnos, porque esto es para largo, es más, necesitaremos algo fuerte y no un simple café.
-Colle, entonces eso será cuando salgamos de la oficina a las 4.
-Me temo que no podrá ser, debido a que acabo de conocer una chica y me veré con ella en lo que salga. -Con una gran sonrisa y una expresión tonta como si fuese un galán.
-¡Vaya, por lo que veo todo se resolvió! -Con un tono entre molestia y sarcasmo.
-¿Estás celoso? -Soltando una carcajada.
-¿Qué celoso voy a estar? ¿Eres tonto acaso? Es solo que ayer andabas todo angustiado y hoy andas demasiado tranquilo. Eso me da a entender que ya resolviste el problema.
-Pues resulta que no. En la hora del almuerzo te cuento lo sucedido. Por ahora vamos a trabajar aunque no hay nada que hacer -con una risa descarada.
-Vale, está bien.
Cada uno se dirigió a su oficina y Alexander por primera vez se olvidó del sueño y de las voces, se sentía más calmado. Él quería ver a Eva, la sonrisa de la chica le brindaba paz a su ser. Se preguntó así mismo:
-¿Será que me enamoré?
-No puede ser, ni siquiera puedes decir que la conoces.
-¿Por qué me siento así entonces?
-Porque te volviste a ilusionar, tú no puedes ver que una mujer te hable bonito porque te vuelves tonto.
-Eso es mentira.
-¿Ah sí? ¿Recuerdas a Daniela?
-Eso no cuenta, solo le hacía un favor.
-¿Y Gabriela?
-Estás equivocado.
-¿Y esa vez con Francesca?
-¡Ey! Sabes que ella… ella. No podemos recordar eso.
-¿Ves que a mí no me puedes engañar?
-Sí, sí, está bien, déjame trabajar.
-Claro, para lo que tú haces en estos momentos. -Finalizando así su charla consigo mismo.
En ese momento le llevaron una solicitud de analizar una serie de lugares explicando los sucesos ocurridos en cada uno de estos, para actualizar los datos en el sistema.
-Genial… ahora si tengo trabajo -con tono sarcástico.
Gracias a esta tarea y a Eva, Alexander pudo tener su mente ocupada en otra cosa que no fuese el dichoso sueño que tanto lo perturbaba, al igual que las voces que lo acosaban desde el inicio del día. Las horas pasaron hasta que se hizo la hora del almuerzo, donde le comentaría los avances a Diego sobre el sueño.
Alexander salió de su oficina y pasó a la de su compañero para buscarlo. Cuando el joven llegó a donde se encontraba Diego, se percató que éste estaba muy concentrado jugando pinball tratando de romper su record. Al ver esto, Alexander remedando la voz de su jefe dijo:
-¿Para esto fue contratado Diego?
-No… no… no… disculpe… disculpe. No volverá a suceder. -Mientras cerraba el juego de la computadora, sin percatarse aún que era Alexander.
-Eso espero. -Sin aguantar más, Alexander empezó a reír. -Si eres tonto. - Riendo aún.
-¡Idiota! Casi me dio un infarto.
-¿Por el susto? O ¿Por romper tu “famoso” record? -En tono de burla.
-Estás muy chistoso hoy. –Respondió Diego con tono de molestia. –Ajá, ahora si ¿Qué había en el sobre? -Mientras iban caminando hacia el ascensor, para poder llegar al cafetín.
-Un llavero roto.
-¿Un llavero roto? –Extrañado.
-Pues sí, lo más loco fue que ese llavero lo boté “aquel día”.
-¿En serio? -ya estando al frente de la puerta del ascensor esperando a que este llegara.
-Sí, pero aun así no es lo más extraño, por lejos. -Sacándose el teléfono del bolsillo.
-¿En dónde estaba? -Sorprendido, con los ojos como si se le fuesen a salir. En ese momento entraron al ascensor y bajaron hacia su destino.
-Volví a tener el mismo sueño, pero cambiaron muchas cosas. Por ejemplo, no me topé con Kristofer y el hotel no desapareció.
-¿Y cómo explicas el celular?
-Pues Mike apareció, me lo dio y dijo: “Deberías empezar a tener cuidado con tus cosas. Ya no eres un niño”. Junto con otro sobre. -Saliendo del ascensor y caminando hacia el cafetín.
-¿Otro sobre? ¿Y qué tenía este? –Preguntó Diego, cada vez más intrigado.
-Un trozo de papel donde estaba escrito “KME66M”
-¿Y qué significa?
-Si me pagas el almuerzo te digo, ¿te parece?
-¡¿Qué?! Ni que fueras mi novia.
-No seas así, recuerda que ando quebrado, sólo tengo para los pasajes.
-Para que sigas de Don Regalón.
-Era un sueño, ¿qué culpa tengo yo? -Haciéndose la víctima.
-Así aprendes que ella no merece nada bueno que venga de ti.
-Para por favor, ya te pareces a Neireth.
-Por cierto, ¿cómo está ella?
-¿Quién? ¿Mariela?
-¿Qué me va a estar importando a mí esa? Me refiero a Neireth.
-¡Ah! Está bien. -Soltando una pequeña carcajada. -Me dijo que estaba trabajando como profesora en la Universidad de Madrid.
-En verdad que eres tonto, tú eres el único que sigue pensando en Mariela. Por cierto, ya que tienes nuevamente el teléfono… ¿la llamaste a ver si seguía viva?
-De verdad no te entiendo.
-Te lo digo por el sueño meramente. ¿La llamaste o no?
-Sí, pero estaba como fuera de cobertura, intuyo que está a salvo.
-Bueno… anda a la mesa y espérame allá, déjame ver que compro para que almorcemos.
-Vale.
Mientras Alexander se encontraba sentado esperando a Diego, este se acercó al mostrador a ver que le apetecía comer. En ese momento Alexander escuchó nuevamente una voz que le decía: “¿Hasta cuándo vas a estar ahí? Todos aquí estamos esperándote”. Al escuchar esto, su piel se tornó pálida y comenzó a ver a los lados; sus miedos y preocupaciones volvieron, desplazando toda la alegría e ilusión que hacía un rato estaban presentes en él. Cuando Diego llegó a la mesa, observó que Alexander estaba mirando a los lados como si alguien lo estuviera persiguiendo. Y le dijo:
-¡Alexander! ¿Qué te ocurre?
-Escuché otra voz. –Dijo sobresaltado.
-¿Cómo que otra voz? –Le interrogó Diego con cara de extrañado. 
-Desde el sueño de anoche me han estado acosando unas voces.
-¿Voces? ¿Qué te dicen? –Ahora preocupado.
-Cosas como que vaya a donde éstas se encuentran. -A punto de quebrarse su voz. -Diego esto me… me… tiene muy mal… No sé si seré capaz de sobrellevarlo. -Llorando. –Tengo miedo… ¿por qué me pasa esto?
-Calma, trata de calmarte… la gente te está viendo extraño, amigo.
-¡Claro, para ti es fácil decirlo ¿no?! -Gritando.
-Oye, yo no estoy diciendo que sea fácil. Sé por lo que estás pasando. -Tratando de calmar a Alexander.
-¿Si? ¿A ti también te han acosado unas voces extrañas? -Reclamándole a Diego.
-No… pero…
-¡Entonces es mejor que no digas nada! -Interrumpiendo a su compañero con un grito que alarmó a todos los presentes.
Diego que ya no soportaba la actitud de Alexander, le dio una bofetada mientras le decía “¡Cálmate ya! esto dejó al chico callado y más tranquilo.
-Gracias amigo, lo necesitaba. –Dijo el joven.
-¿Seguro que ya estás bien?
-Sí.
-Vale, ahora sí cuéntame que ocurrió en ese sueño, y luego hablamos de las voces, ¿te parece?
-Bueno, como  te comenté no me topé en ningún momento con Kristofer esta vez. Luego fui a donde me encontraba con Mariela, pero ésta nunca llegó por lo que decidí ir al “Paradise Hotel”. Cuando atravesé el parque, divisé que el hotel si estaba donde se supone que estaba, entonces decidí entrar y me topé con Eduardo, el cual me dijo lo mismo que en el sueño anterior. Hablé con la recepcionista y… y… -Se quedó mudo por un descubrimiento que acababa de hacer.
-¿Y qué Alexander? ¿Qué ocurre?
-La recepcionista tiene… tiene una voz muy similar a la de Eva.
-¿Quién es Eva?
-La chica que te comenté.
-¿Estás seguro de eso?
-Sí, creo que sí.
-Bueno, ¿qué más pasaba?
-Bueno, fui a la pastelería, me encontré con Mike y me dio lo que te comenté. Luego, pasados como cinco minutos, entró Mariela, al principio me dio un poco de miedo y seguimos hablando hasta que me sugirió que fuésemos al parque a… a… -Siendo interrumpido por Diego.
-¡Que zorra!
-¿Puedo continuar?
-Sí, claro, disculpa.
-Ok… -Continuando su historia. –En el momento crucial, escuché la primera voz y me dijo algo como “Por favor ven, te necesito”.
-¿Y de quién era la voz?
-No lo sé, se escuchan como distorsionadas. Pero bueno, tras escuchar eso me vestí rápido y me fui corriendo, y Mariela me empezó a maldecir por haberla dejado así. Cuando iba llegando a la estación del metro, Mariela se fue corriendo a donde me encontraba, pero… fue… arrollada nuevamente por un auto. Y ahí fue cuando desperté.
-Algo debe significar lo de que en ambos sueños estuviste a punto de consumar el acto sexual y este fue frustrado. También lo del arrollamiento.
-Sí, yo pienso lo mismo.
-Y bueno, como en un rato verás a Eva, trata de ver si ella es la misma del sueño.
-Vale, eso haré. Gracias por todo Diego, de verdad.
-No te preocupes por eso colega, para eso están los amigos ¿no?- Tendiéndole la mano.
-¡Claro que sí!
-Bueno, vamos a la oficina, ya se nos está haciendo tarde. -Levantándose de la mesa, para dirigirse a la oficina.
-Tú lo que quieres es seguir jugando Pinball. -Soltando una carcajada.
-¿Quieres callarte? -Golpeándole la cabeza al joven impertinente.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora