VIII

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Llegaron a su respectiva oficina tras el almuerzo y la charla. Alexander era el único de los dos que si tenía trabajo que hacer, lo cual lo mantenía con la mente ocupada evitando que entrara nuevamente en crisis por escuchar alguna otra voz. En eso recordó volver a llamar a Mariela, pero cuando lo hizo obtuvo el mismo resultado escuchando a la operadora decir: "El suscritor que usted ha llamado no puede ser localizado. Intente su llamada nuevamente". El joven estaba pensativo al ver que aún no conseguía comunicarse con la chica de pálida piel.

-¿Será que está bien? -Se preguntaba así mismo Alexander.

-"¿Será que está bien?" ¿Quieres dejar de preocuparte por ella? -Se dijo así mismo un poco molesto.

-Es inevitable y lo sabes.

-En quien debes pensar es en Eva, ella es la que me preocupa.

-¿Por qué?

-Recuerda que su voz es similar a la de la recepcionista del sueño

-No creo que sea ella.

-Esperemos.

-Y si lo fuese, ¿qué pasaría?

-No lo sé, no quiero pensar en eso. Dejemos que todo fluya y listo.

-Vale. -Dejando la charla consigo mismo.

Se enfocó en su trabajo hasta que se le hizo la hora de salir. Ya eran las cuatro de la tarde y debía comunicarse con Eva para ponerse de acuerdo en donde se encontrarían. Buscó en su bolsillo el papel con el número de la chica, lo tomó y decidió llamarla en vez de escribirle. El teléfono repicó solo 2 veces y ésta contestó.

-¿Aló?

-¿Eva?

-Sí, ¿quién habla?

-Alexander, soy el chico de la parada.

-¡Ah, eres tú!

-Sí, soy yo, ¿dónde estás?

-Pues casualmente estoy en la puerta de tu trabajo.

-¿En serio? -Dijo sorprendido.

-Sí, estoy aquí abajo. -Soltando una pequeña risa.

-¿Y qué haces allí?

-¿No me dijiste que nos veríamos a las cuatro?

-Sí, pero no esperaba esto.

-Bueno... ¿Te falta mucho?

-No... ya terminé... espérame allá abajo.

-Ok.

Alexander ordenó su oficina rápidamente y salió de la misma. Pasó por la de Diego para despedirse.

-Diego, ya me voy.

-¿Por qué tan rápido?

-Sorpresivamente Eva está allá abajo esperándome. -Teniendo una sonrisa en su rostro.

-¿Vino hasta acá? -Dijo sorprendido.

-Si, tal vez tenga suerte esta noche y mira que es viernes y el cuerpo lo sabe. -Soltando una gran carcajada mientras hacia un gesto pícaro.

-Sí, o tal vez termines en una bañera con hielo y sin algún riñón.

- Oye, no me quieras tanto.

-Es que algo no encaja con esa chica. ¿Te importa si bajo por lo menos a ver quién es?

-Tranquilízate, ya te pareces a mi mamá.

-Se llama preocuparse por un amigo, ya veo que tú no harías lo mismo por mí. -Con un tono de molestia.

-¡Claro que sí!

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora