En lo que el joven observaba el techo de su habitación se sentía dudoso de ir a su trabajo. No tenía ánimos, el sueño lo estaba afectando al nivel de su psique, debido a que no le veía sentido a todo lo que le sucedía. Por un momento llegó a pensar “¿Y si en realidad estoy soñando todo esto? No, no creo, ya han pasado demasiadas cosas. Y si esto fuese un sueño ya me hubiera despertado”. En eso volteo su mirada hacia la mesa de noche y tomó el sobre que allí estaba, lo abrió y metió su mano en este. El sobre estaba prácticamente vacío, solo logró percibir un trozo de papel en su interior, lo sacó y cuando vio lo que estaba escrito levantó sus cejas y abrió tanto sus ojos que parecían un par de huevos fritos por la sorpresa que le generó lo escrito. Resulta que se trataba de una especie de código que Alexander no entendía. El joven al ver esto se dijo así mismo:
-¿Qué significa esto?
-KME66M ¿será un código?
-Esto no creo que tenga que ver conmigo -como si quisiera desentenderse del asunto.
-Pero, ¿y si en verdad si tiene que ver? -En tono como si quisiera generar alguna duda
-Claro que no, mejor me voy a trabajar y le cuento a Diego lo que ha ocurrido. -Finalizando así su conversación consigo mismo.
Se dirigió al baño, tomo su cepillo de dientes y se miró al espejo, en eso escuchó una voz que decía a lo lejos:
-¡Alexander estoy aquí!
El joven extrañado se dirigió hacia su puerta y preguntó:
-¿Quién anda ahí?
Como no escuchó respuesta alguna volvió a preguntar:
-¿Quién anda ahí? -Abrió la puerta y vio que no había nadie. Esto lo dejó en shock un instante y luego procedió a cerrar la puerta mientras pensaba “En el sueño también escuché una voz. ¿Qué está pasando?”
Después de un rato se fue nuevamente al baño, pero esta vez con una actitud paranoica. Ya en el baño se lavó los dientes, se duchó y salió del baño para vestirse e ir a trabajar. Mientras se vestía observó su teléfono y pensó en marcarle a Mariela, pero tenía miedo de lo que podía pasar o que le dijeran que ésta había fallecido hace casi cinco meses ya. Aun así decidió llamar al número de la chica. El teléfono repicaba, pero solo dos veces y procedía a sonar la operadora diciendo lo siguiente “El suscritor que usted ha llamado no puede ser localizado. Intente su llamada nuevamente”. Marcó 3 veces más con el mismo resultado. Por lo que Alexander intuyó que Mariela se encontraba en un lugar en el cual no había señal y procedió a terminar de vestirse para irse a trabajar. Una vez vestido decidió irse a su trabajo, bajo las escaleras y se dirigió a la calle. En camino al Departamento de Historia, Alexander sintió un leve escalofrío cuando pasaba por el frente de la casa de Mariela. Esto se debía a que el joven tenía un mal presentimiento sobre algo que creía que le iba a suceder. Aun así fue al Departamento. Cuando llegó a la parada esperó a que arribara el bus. Mientras esperaba escuchó: “¿Qué te ocurre Alexander?”. El joven volteó a los lados para descubrir de dónde venía el llamado. Y le preguntó a una chica que él tenía al lado en la parada:
-Disculpa, ¿dijiste algo?
-No -dijo la muchacha extrañada viéndolo de la cabeza a los pies.
-¿Estás segura? -le comentó alterado.
-Sí, yo no fui. ¿Por qué tendría que decirte algo? -dijo la chica con un tono de molestia.
Alexander, por la consternación que sentía salió de la parada corriendo, y en eso llegaba el bus. Afortunadamente logró esquivarlo, pero en la maniobra lo golpeó una motocicleta. Por suerte para él no pasó de más que un golpe en su pierna izquierda. El joven creía que se volvería loco por todo lo que le estaba sucediendo, ni siquiera sabía el porqué de las cosas. La gente se le acercó a ver si estaba bien y él entre tanto estrés y caos que vivía su mente solo logró decir:
-Hoy aún no es 6 de mayo, no puedo morir todavía.
Tras decir esto Alexander se levantó cojeando y volvió al lugar de la parada de buses donde se encontraba. Luego abordó el mismo bus que previamente, por su propio error, estuvo a punto de arrollarlo. Subió al vehículo y tomó asiento como si nada, mientras que los demás pasajeros se le quedaban viendo y murmuraban entre ellos. En eso se le acercó la chica que estaba al lado de él en la parada y le dijo:
-Hola, ¿te encuentras bien? -Mientras se sentaba a su lado.
-Para que decirte, si todos los que van aquí piensan que estoy loco, ¿me equivoco?
-Bueno... Un poquito nada más -dijo la chica soltando una dulce risita.
-Mucho gusto, me llamo Alexander -extendiéndole la mano a la chica.
-El gusto es mío, mi nombre es Eva. -Mientras tenía una sonrisa que le causaba a Alexander una sensación de alegría y confianza.
-¿Y hacia dónde te diriges?
-Tenía planeado ir al centro de la ciudad a conocerla, ya que soy nueva por aquí. ¿Y tú?
-Bueno yo debo ir a mi trabajo.
-¿En dónde trabajas?
-En el Departamento Histórico de la ciudad, en el área de cartografía.
-¿En serio? –dijo ella con cara de asombro.
-Sí.
-Que aburrido. -Soltó una gran carcajada. -No, mentira. Que bueno que trabajes. Yo debo buscar que hacer.
-Sí, bueno, ya verás que logras hacer. Bueno ya estoy llegando a mi lugar de trabajo.
-Bueno… ¿qué te parece si cuando salgas nos vemos y me das un tour por la ciudad?
-Vale... está bien.
-¡Perfecto! -dijo con mucha alegría. -Aquí tienes mi número de teléfono -mientras se lo anotaba en un papel.
-Ok, apenas salga del trabajo te escribo. Eso debe ser como a las 4 de la tarde.
-Vale, nos vemos entonces. Ten cuidado con las voces -dijo la chica, mientras soltaba otra risita.
-Que graciosa -dijo sarcásticamente, mientras solicitaba la parada.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora