XVII

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-¿Esa frase?
-Porque me encanta desde que la leí, y la tengo como lema. -Sonriéndole. – ¿No crees que sea verdad? Me conociste en un sueño.
-Vale...
-Si tienes un mejor plan para convencerme, te escucho. –Un poco molesta.
-No, tranquila. -Riendo
-¿Y no has tenido más visiones con Mariela?
-No, pero tuve un sueño mientras viajaba en el bus hacia acá.
-¿Qué soñaste?
-Me encontraba en un cuarto horrible, había piel humana cubriendo las paredes, el techo y el suelo, una cama en el medio del cuarto y un ataúd en una esquina del cuarto, el cual no pude inspeccionar porque cuando me le acerqué, comenzó a sacudirse como si hubiera alguien adentro.
-¿Y luego?
-Pues cuando voltee estaba Mariela totalmente desnuda acostada en la cama; se me acercó, y dijo: “Pronto serás mío y compartiremos en este cuarto hasta que yo quiera”. Para luego besarme en la mejilla y para finalizar me mordió la oreja. -Mostrándole la oreja a Eva para que ésta observara. -Luego me desperté y ya.
-¡Que loco! -Dijo Eva sorprendida.
-Sí, menos mal no pasó a mayores.
-Pues sí, ¿Y no conseguiste un sobre esta vez?
-No.
-Bueno, tratemos de analizar cada objeto, ¿Te parece?
-Vale.
-Primero conseguiste el llavero, ¿Para qué crees que te sirvió conseguirlo?
-Por lo visto, para poder asumir lo que ocurrió “aquel día”.
-Por favor, deja de llamarlo “aquel día”, supéralo. Eso ya forma parte del pasado y no vale la pena recordarlo.
-Está bien.
-¿Qué ocurrió ese día?
-Ya lo sabes, ¿Para qué te lo voy a repetir?
-¡Solo hazlo!
-Descubrí a Mariela engañándome con Ibrahim. –Diciéndolo entre los dientes.
-Vale. –Riendo. –Ahora, ¿Para qué es el papel que dice “KME66M”?
-Para saber quién fue el responsable del accidente de Mariela.
-¿Y lo sabes?
-De momento, no. Pero sé que fue con el coche.
-Muy bien, ¿La navaja para qué será?
-No lo sé.
-¿Cómo qué no? –Golpeándole en la cabeza con la mano.
-¡Oye! ¿Por qué me golpeas? –Gritándole.
-¡Porque pareces tonto! –Gritándole también. -¿Qué te dijo Diego que hicieras en el sueño?
-Qué apuñalara a Mariela.
-¡Exacto!
-Eva…
-Dime, ¿Qué ocurre Ale?
-No estoy seguro de querer o siquiera poder hacerle eso a Mariela. No me importa que sea un sueño.
-¿A qué le temes tanto?
-Temo que vaya a morir en verdad.
-¿Por qué habría de morir en verdad? –Intrigada.
-Porque ella se encuentra en un estado de coma desde el 8 de diciembre.
-¿Cómo sabes eso? –Sorprendida.
-Porque me encontré con su papá y me comentó su situación.
-Yo pensaba que había sido un simple golpe y que te carcomía la conciencia, no que estaba en coma.
-Por eso temo en lastimarla en el sueño. –Bajando la cabeza.
-Tranquilo Ale. –Tomándolo de las manos y viéndolo a la cara. –Todo saldrá bien, tal vez los sueños son una forma en la cual ella se está tratando de comunicar contigo para que la ayudes a salir de ese trance.
-¿Matándola la liberaré?
-No, pero ella te está buscando por algo, y si en el sueño obtuviste una navaja, la cual tiene tanto significado para ti, debe ser por alguna razón. Hazlo por ella, si de verdad la quieres, ¿Vale?
-Está bien… -Suspirando.
-¿Me prometes que lo harás?
-Sí, te lo prometo. Gracias Eva. –Sonriéndole, mientras sus ojos se encontraban llorosos.
-No hay de que cariño. –Guiñándole el ojo. – ¿Tienes hambre? Mi tía nos preparó algo para que cenáramos. Además no quería que te quedaras sin pan. –Sonriéndole.
-Vale, eres un sol, nunca te apagues.
-No lo haré. –Soltando una carcajada.
Los jóvenes se levantaron del mueble y se dirigieron a la mesa para comer. Eva sacó del morral que tenía, dos envases con dos arepas rellenas de jamón y queso gouda.
Una vez terminaron de comer, decidieron ir al cuarto, después de unos cuantos besos y caricias ambos cayeron dormidos.
Alexander nuevamente se encontraba en el mundo de los sueños, por fortuna para él no era el sueño con las paredes cubiertas con piel. “Debo apresurarme para conseguir la gasolina antes de toparme con Mariela” pensó Alexander. Mientras el joven tenía la mente ocupada con su pensamiento, se acercó a sus espaldas Kristofer, quien le quería dar un susto.
-¡Esto es un asalto idiota! –Colocando su teléfono en la espalda de Alexander para que éste creyera que se trataba de un arma.
-¡Hola Kristofer! ¿Cómo has estado viejo amigo? –Sin necesidad de voltearse. No tenía tiempo para bromas, debía conseguir el combustible lo antes posible.
-¿Cómo sabías que era yo? –Sorprendido.
-Es un talento innato que desarrollé aquí. –Con tono sarcástico.
-Ya veo.
-Sí, oye Kristofer, ¿Me puedes ayudar con algo?
-¡Claro que sí! ¿Qué necesitas?- Animado de ver a su amigo.
-Dos cosas: un galón de gasolina y un bolso grande para ocultarlo.
-¿Cómo te puedo ayudar con eso, dverg?
-¡Fácil! Comprando.
-¿Me ves cara de banco?
-No, pero de verdad necesito eso.
-¿Para qué?
-¿Me ayudarás o no? –Estresado.
-No gastaré todo mi dinero ahí.
-No te quejes tanto, recuerda que aquí la gasolina es más barata que un vaso con agua.
-¿Y el bolso?
-¿Te parece ayudarme con una bolsa negra de basura? Es más barata. –En tono sarcástico.
- ¿Te encuentras bien?
-Sí, solo que necesito eso para resolver un problema.
-¿Con gasolina? ¿Piensas incendiar algo?
-Es una forma de decirlo.
-¿Acaso te crees un dragón? –Riendo a carcajadas
-No te preocupes amigo.
-Vale.
En el camino Alexander se topó con Mike, que como siempre se encontraba apurado.
-¡Alexander, que bueno que te encuentro, necesito entregarte este sobre! –Abriendo su morral para sacar la encomienda.
-¡Vale, gracias Mike! –Tomando el sobre.
-A la orden, nos vemos en un mes. -Partiendo
-¡Mike! –Gritando.
-¿Qué pasa?
-¿Me podrías prestar tu bolso y cuando llegue te lo regreso?
-Vale, pero cuídalo como si fuese tu vida.
-No te preocupes, así será. –Haciendo un gesto con el pulgar.
-Bueno, toma. –Entregando el bolso. –Adiós. –Retirándose corriendo.
-Bueno, ya tengo el bolso, solo falta la gasolina.
-¡Qué suerte tienes! –Dijo Kristofer. –Menos mal que no era una chica, porque te fuese matado por no haberme presentado.
-Pues sí. Vayamos por la gasolina.
Los viejos amigos se dirigieron a la gasolinera. Logrando así el cometido de Alexander de adquirir un galón con dicho líquido, que tanto necesitaba para ejecutar su plan. Una vez completado el favor, Kristofer se retiró.
-Bueno, dverg, ahora me retiro.
-Vale, “Mata gigantes”. –Estrechándole la mano a su amigo. –Por cierto, ¿No tendrás algún encendedor?
-¿No quieres también que te lleve cargado a donde usarás la gasolina? –Con tono sarcástico
-No, no hace falta, gracias. –Riendo a carcajadas.
-Toma, cuídalo como símbolo de nuestra amistad. –Dándole el encendedor.
-No te preocupes, lo cuidaré al igual que el morral de Mike.
Kristofer se retira, quedando Alexander libre para ir ahora al “Paradise Hotel”. Esperando no alterar muchas cosas como encontrarse primero a Mariela. El joven corrió lo más rápido posible al hotel para dejar la gasolina en la habitación 6. Alexander atravesó la plaza, el extenso, pero hermoso parque, hasta llegar al maravilloso hotel. Estando dentro de éste, se topó con Eduardo, a quien no dejó hablar diciéndole:
-Sí, ya sé que la habitación 6 es maravillosa y que no me arrepentiré. Ahora si me lo permites tengo un cuarto que solicitar. ¡Adiós! –Dirigiéndose a donde se encontraba la Eva recepcionista. Mientras tanto, pensaba: “Espero que esa frase funcione, porque si no estaré jodido”.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora