XXII

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Alexander se quedó dormido, para su sorpresa, se encontraba soñando nuevamente. Pero esta vez estaba acostado en una especie de caja pequeña. Se sentía apretado y tenía algo sobre él que no podía identificar por la falta de luz. Movió sus brazos para ver si encontraba algo a su alrededor, pero fue inútil. El estar encerrado ahí sin mucho espacio lo estaba empezando a alterar, él quería salir para saber que sucedía. En ese momento recordó que tenía su celular en el bolsillo. Lo sacó para así alumbrar y saber dónde se encontraba. Cuando alumbró, se dio cuenta que estaba encerrado en un ataúd y cuando vio el por qué sentía que tenía algo sobre él, se puso pálido y comenzó a gritar mientras golpeaba la parte superior del cajón. Se trataba del cadáver de su amigo Mike, que por alguna extraña razón se encontraba allí. Después de un rato, de tanto golpear y gritar sin algún resultado, comenzó a alumbrar nuevamente a los lados para ver si encontraba algo que le ayudara a escapar, hasta que encontró una especie de cerradura, la cual intentó abrir con la llave que había obtenido en el sueño anterior. Para su fortuna, logró abrirla y salir de ese ataúd. En lo que salió, se dio cuenta que se encontraba nuevamente en la habitación de la cama y el ataúd del mundo obscuro, por lo que pensó: “¿Qué debo hacer para que se acabe esta pesadilla?”. Revisó el cadáver de Mike para ver si tenía algo que le sirviera para escapar, pero fue en vano, el cadáver no tenía nada de valor.
-¡Mierda! Ni un sobre hay aquí.
En ese momento escuchó una voz a su espalda. Esta se le hacía familiar, pero a la vez sonaba como si estuviese poseída.
-¿Buscabas esto? –Dijo riendo. Sosteniendo un sobre.
Se trataba de Mariela, pero otra vez se encontraba cambiada.
-Ma… ma… ma… Mariela… ¿Qué te pasó? –Dijo el chico, asustado.
La que antes fue chica de pálida piel, ahora estaba quemada y cubriendo algunas partes de su cuerpo, con las sabanas que se encontraban sobre la cama llenas de sangre y bastante quemadas. Aun se podía observar sus senos, los cuales estaban algo deformes por las quemaduras que esta presentaba. Su rostro, el cual solía ser hermoso, se encontraba cubierto por su cabellera, pero apenas se podía observar que había perdido el ojo derecho, y solo podía ver a Alexander con el izquierdo, el cual tenía el iris de un color rojizo. Sus brazos eran mucho más largos de lo normal, midiendo al igual que los dedos de sus manos, con unas uñas tan afiladas que emulaban un bisturí.
-¿Te gusta lo que ves? ¡Es tu culpa! –Gritándole al joven. –Ahora disfrutaremos de este cuarto hasta que me aburra de ti.
-Pero si eso ya pasó. Me cambiaste por Ibrahim, ¿Recuerdas?
-Supera ya lo que pasó ese día. Lo que importa es el ahora. Y en este momento jugaremos mucho. –Riendo.
-Yo no quiero jugar contigo, yo solo quiero que esta pesadilla termine.
-¿Pesadilla? Estas muy equivocado. Esta es la realidad. Lo otro era una simple ilusión que tu cerebro te estaba presentando.
-Eso es imposible.
-Piensa lo que quieras. Tendrás mucho tiempo para pensarlo. Ahora, ¡Ven acá!—Lanzando un zarpazo con sus uñas.
-¿Por qué me haces esto? -El joven no esperaba recibir ese ataque, por lo que su franela fue rasgada, al igual que partes de su torso.
-No te hagas la víctima. Tú eres el responsable de todo esto. Lo sabes muy bien. -Mientras saboreaba la sangre que había en sus uñas.
-Pero, ¿Qué te hice?
-Tú me lanzaste contra ese auto. ¡Recuérdalo!
-Claro que no, yo sería incapaz de lastimarte. Tú me conoces perfectamente.
-En ocasiones no terminamos de conocer a las personas.
-Eso es verdad. Mira lo que me hiciste.
-Eso fue tu culpa. No me dabas mi lugar. -Rodeando a Alexander.
-¿Cómo qué no? Estás consiente que sí. -Tratando de localizar a Mariela, pero ésta se movía demasiado rápido para él.
-¡De haber sido así no fuese buscado a Ibrahim! -Atacando a Alexander por la espalda, terminando de rasgar la franela del joven y haciéndolo caer de rodillas.
-Tal vez cometí algún error, pero… ¿Quién no?
-Ese no es tema que nos importa en este momento.
-¿Cuál es entonces?
-Que te torturaré hasta que me canse de ti. Y conociéndome, voy a querer disfrutar de tu cuerpo por mucho tiempo. -Pasando sus garras por su pecho, mientras sus dedos tocaban sus senos; y mordiendo sus labios.
-¿Y si yo no quiero? -De rodillas aún.
-Pues vas a querer, sí o sí. -Abalanzándose sobre Alexander.
El joven con sus fuerzas logró evadir el ataque de la chica demoníaca. Pero aun así lo tomó por el pie derecho y lo aventó contra una pared. Cuando éste cayó al suelo, observó la navaja, que se encontraba cerca de él, solo debía tomarla rápidamente y analizar en qué momento utilizarla. Una vez teniendo está en su poder, la guardó discretamente en su bolsillo. “¿Ahora cómo puedo hacer para acercármele a Mariela sin que muera en el intento?”. Se preguntaba Alexander, mientras trataba de ponerse en pie. Cuando finalmente se levantó, el demonio se encontraba al frente de éste y le dijo mientras era tomado por el cuello:
-¿Adónde ibas? –Apretando el cuello del joven.
Alexander no podía hablar.
-No te entiendo nada, pero haré algo que creo que entenderás. –Bajándole la cremallera del pantalón. –Prepárate para ser mío por toda la eternidad. –Lanzándolo con fuerza a la cama.
-¿Estás loca? ¡Por favor déjame! –Acostado en la cama.
-¡Sácalo! –Mientras se acercaba a la cama.
-¡No!
-¡Sácalo! No lo voy a repetir. –Colocándose sobre Alexander.
-Te dije que no.
-Eres muy valiente, ¿No? Veamos si seguirás mostrando resistencia ante mí. –Mostrándole su dentadura, la cual tenía tantos dientes como un tiburón, y se estaba abriendo para atacar a Alexander.
El chico al ver esto se asustó enormemente y recibió una gran y dolorosa mordida en su hombro izquierdo. Quien por reflejo y temor de ser atacado nuevamente, sacó la navaja y cortó el cuello de la chica demoníaca, la cual gritó:
¡Ay! ¡Maldito, ya me las pagarás! –Mientras trataba componerse del golpe.
-¿Tu querías que lo sacara no? –Empujando al demonio y colocándose sobre éste. –Ahora prepárate a recibir lo que me pedías. –Sacando su pene, y disponiéndose a violar a la chica que alguna vez amó, pero ahora convertida en un demonio sediento de venganza. -¿Esto es lo que querías no? ¡Ahora lo tienes! ¿Te gusta así? –Penetrando la vagina de la criatura.
-¡La idea no es que lo disfrutes! ¡Pero no pares! ¡Quiero que me des más duro! –Gritó mientras jadeaba.
-¿Quieres más duro? –Dijo Alexander con malicia.
-¡Sí! –Gritó el demonio.
-Yo fuese pedido otra cosa. –Sacando la navaja del bolsillo, mientras seguía violando de manera consensuada a la criatura.
-¿Qué piensas hacer con eso? –Dijo sorprendido el demonio.
-Algo que debí hacer hace mucho tiempo. –Apuñalando el pecho de la chica demoníaca de manera violenta y desenfrenada, para acabar de una vez por todas con ella… Tras haber acabado con la criatura, ésta comenzó a flotar y desprender un brillo que iluminó el cuarto. Tanto que ahora solo se podía percibir el color blanco en la habitación.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora