-Sí, ¿Algún problema?
-No, ninguno. Solo que soñé con ese número hoy. -Tratando de distraer a Roberto.
-Bueno joven, me retiro, debo ir a ver a mi hija.
-Vale, nos vemos mañana entonces. -Estrechándole la mano.
-Ok. -Dándole la mano.
Luego que el padre de Mariela se retiró, Alexander siguió con su ruta, que era ir a su casa para encontrarse con Eva. Mientras iba caminando este pensaba:
-Así que Mariela está viva.
-Si es que eso se le puede llamar vivir.
-Bueno, eso es verdad.
-Con razón así finaliza siempre el sueño.
-Pues sí, no puedo negar que me siento mal sabiendo que ella está en esa situación.
-¿Por qué?
-Ella se lo tiene merecido por lo que me hizo.
-Nadie merece estar dependiendo de una máquina para vivir.
-Debo dejar de engañarme. A pesar de aún amarla, le guardo un gran rencor.
-¿La veré mañana?
-Debería, por lo menos para verla por última vez en este plano.
-Cierto.
-Pero tengo una duda.
-¿Cuál?
-Si el maldito de Ibrahim se encuentra allá y me reconoce, se armará un gran alboroto.
-Bueno, si se pone creativo con gusto le romperé mínimo un brazo.
-¡Que divertido sería! –Riendo a carcajadas y terminando su conversación consigo mismo.
Alexander llegó a la parada de autobuses y mientras esperaba que llegara un bus, recibió una llamada telefónica, la cual le daba por entendido que se había restablecido el sistema eléctrico de la ciudad.
-¿Aló? –Contestando la llamada sin haber visto quien la había realizado.
-¿Ale dónde te encuentras?
-En camino a mi hogar… ¿Quién eres? –Sin haber reconocido la voz.
-¡Soy Eva tonto! ¿Ya se te olvidó como suena mi voz?
-No, no es eso. Solo que no ando muy concentrado.
-¿Y eso?
-Cuando nos veamos te cuento, ¿Te parece?
-Por mí está bien. ¿Nos vemos en tu casa?
-Sí.
-Vale, cuando vaya en camino te llamo para que estés al tanto en la puerta y no tener que esperar en la calle.
-Vale, cuídate.
-Tú también. –Riendo y finalizando la llamada.
Tras haber terminado su conversación con la risueña chica, el bus llegó y Alexander lo abordó sentándose al fondo y recostó su cabeza contra la ventana. Mientras el vehículo realizaba su ruta, Alexander se quedó dormido cayendo en el mundo de los sueños nuevamente, pero esta vez no se encontraba en el lugar de costumbre, sino en una especie de cuarto, el cual parecía sacado de una película de horror. El piso, el techo y las paredes se encontraban forrados con piel humana, cocidas con alambres oxidados; en el centro de la habitación había una cama con sabanas totalmente blancas; y en una esquina del cuarto se podía observar una especie de ataúd, el cual le llamaba poderosamente la atención, por lo que decidió acercarse. Pero a medida que se acercaba, escuchaba una voz que le decía: “Alexander, tú no perteneces aquí… Todavía. Por favor, aléjate de la caja”. El joven ignorando la advertencia se fue acercando, y cuando finalmente llegó al ataúd, éste empezó a moverse bruscamente como si hubiese alguien adentro, lo que provocó que el joven se alejara asustado. Volviendo a escuchar la misma voz que le dijo: “Te dije que por favor te alejaras de la caja, pero no me hiciste caso”. Después de haber escuchado esto, giró su mirada hacia la cama y vio nítidamente a Mariela, quien se encontraba totalmente desnuda como si posara para una fotografía. Alexander tras verla se asustó tanto que quedó paralizado y su piel se tornó más pálida que la de ella. La chica se le acercó, colocando su mano izquierda en el hombro de él, dando una vuelta como si lo examinara, y luego de haberlo visto completamente, le susurró al oído “Pronto serás mío y compartiremos en este cuarto hasta que yo quiera”. Cuando finalizó le besó la mejilla y luego le mordió la oreja tan fuerte que Alexander se despertó en su parada con la oreja cubierta de sangre.
-¡Por favor, déjeme aquí! -Dijo Alexander para que el autobús no siguiera dejando atrás su parada.
El vehículo se detuvo y Alexander se bajó presuroso dirigiéndose a su casa. Mientras caminaba se dispuso a pensar sobre ese sueño tan extraño:
-¿Por qué tuve que haber soñado eso?
-No lo sé.
-Fue bastante extraño…
-Sí, parecía como si me encontrara en el infierno.
-Tal cual.
-¿Y si lo era?
-Y por esa razón Mariela dijo: “Pronto serás mío y compartiremos en este cuarto hasta que yo quiera.”-Tratando de atar los cabos.
-De ser así debo evitar que la desconecten.
-¡Exacto!
-¿Y el ataúd?
-Debe significar mi muerte si no logro evitar que Mariela muera antes del 6 de mayo.
-¿Qué puedo hacer entonces? -Preocupado.
-Lo consultaré con Eva.
-Sí, ella tal vez me ayude a pensar que debo hacer, con más calma. -Dejando su charla consigo mismo.
Alexander siguió caminando hasta llegar a su casa. Una vez en su hogar se dispuso a pensar en limpiar, mientras esperaba que llegara Eva. Mientras agarraba la escoba escuchó una voz que le decía: “¡Alexander! Por favor, haz algo, te necesito”. El chico al escuchar esto, se alteró, dirigiéndose a donde se encontraba la radio para colocar música a todo volumen creyendo que así evitaría seguir escuchando las voces. Pero en vez de escuchar algún sonido musical que lo tranquilizara, escuchó más voces que lo atormentaban. No sabía qué hacer para dejar de escuchar las voces. Solo podía pensar en que llegara pronto Eva, para que las voces lo dejaran tranquilo. Pasaron veinte minutos tortuosos que le parecieron horas, hasta que escuchó su teléfono. Intuyendo que se trataba de Eva, corrió a contestarlo lo más rápido posible.
-¿Aló? Dijo agitado.
-¡Ale! Ya estoy llegando, baja por favor.
-Ok. -Colgando.
Al finalizar la llamada las voces se calmaron. Alexander se dirigió a la puerta a esperar a Eva. Cuando ésta llegó, el chico la abrazó muy fuerte diciéndole:
-¡Qué bueno que llegaste!
-Que tierno eres, ¿Me extrañaste? -Ruborizándose mientras soltaba una risita.
-Las voces me estaban acosando, no me dejaban tranquilo. Hoy no ha sido mi día, definitivamente.
-Que mal. ¿Te parece si entramos y me cuentas en tu casa?
-Vale. -Soltándola.
Los jóvenes entraron a la casa y sentándose en la sala, se dispusieron a continuar la charla.
-Ahora sí. Cuéntame, ¿Qué ocurrió?
-Cuando fui a visitar a Diego, tuve una visión en lo que él bajó a abrirme la puerta.
-¿Qué viste?
-Vi a Mariela.
-¿Y entonces?
-Nada, solo reía y ya, después de un rato desapareció.
-Vale, ¿Y luego?
-Mientras Diego amolaba la navaja, me comentó que el coche se encuentra reportado como desaparecido desde el 9 de diciembre.
-¿Eso quiere decir?
-Que al día siguiente de lo sucedido “aquel día”, no se sabe nada del vehículo.
-Vale. ¿Eso es todo?
-No, Diego me dijo que tratara de asesinar a Mariela de otra forma en el sueño, para ver si hay algún cambio.
-¿Cómo lo piensas hacer?
-El me sugirió que usara la pista que me dieron en el primer sueño.
-¿Y esa es?
-Quemar el hotel. Pero para asegurarme de que muera, me dijo que la apuñalara en el corazón con la navaja.
-Me parece un poco extremista, pero a la vez me parece una buena idea.
-No quisiera hacer eso. -Bajando la mirada.
-Ale, es un sueño, no lo harás en la vida real. No serás un asesino.
-El problema es que luego que Diego me dijo eso, tuve una visión.
-¿Nuevamente?
-Sí, y esta fue la peor que he tenido.
-¿Por qué lo dices?
-En ésta le corté el cuello a Diego y cuando salía de su casa me encontraba con Mariela que me decía que yo la había arrojado contra el auto “aquel día”.
-¿Todo eso en la visión?- Asustada.
-Sí. Apenas terminó la visión, Diego seguía vivo.
-Ya entiendo el porque te encuentras así anímicamente. Pero no te sientas mal, no eres un asesino.
-Vale. Por eso no quiero hacer nada de eso.
-Bueno, pero debes hacer las cosas así, para ver si logras acabar con esto… ¿Quieres vivir una vida normal nuevamente?
-Sí.
-Entonces, hazlo.
-De todos modos, aunque quiera hacerlo, no podría.
-¿Por qué lo dices?
-Porque no dispongo del dinero suficiente para costear la habitación.
-¿No me dijiste que yo era la recepcionista del hotel?
-Sí, ¿Y eso qué?
-Lo que debes hacer es decirme esto: “Ama con todo tu corazón, no importa si estás soñando, porque los sueños se pueden hacer realidad”.
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Seis de mayo
Mystery / ThrillerAlexander, un joven de 25 años de edad se enfrenta a la curiosa reaparición de su ex, quién extrañamente parece estar acosandolo tanto en el plano terrenal como en el de los sueños. Teniendo que recavar en los hechos de su pasado para resolver el mi...