-Bueno… ¿Cuál es la siguiente parada?
-¿Qué te gustaría hacer?
-No lo sé, pero lo que si me gustaría es ir a un lugar donde no me tenga que estar escondiendo tanto.
-Vale entonces salgamos primero y luego vemos que hacemos.
Los jóvenes se apresuraron en conseguir salir del parque atravesando con mucho cuidado entre los árboles y jardines que había en este. Ya cuando llegaron a donde se suponía que saldrían fueron vistos por un vigilante a lo lejos el cual empezó a gritar:
-¡Alto deténganse!- Mientras iba corriendo. –Atención tenemos un 10-14 cerca del jardín La Estancia. –Notificando desde la radio.
-¡Maldición! Eva subiré primero para volver atraparte como cuando nos colamos.
-¿Y si me atrapan?
-Bueno está bien sube tú, yo iré detrás de ti.
-Vale
-¡Deténganse! –Mientras iba corriendo ya llegando a donde se encontraban los infiltrados.
-¡Eva apresúrate que ya está llegando!
-Voy lo más rápido que puedo.
-Si puedes ir más rápido, sería mejor.
-¡Ya llegué! ¿Salto?
-Sí, pero con cuidado, no te vayas a lastimar.
-¡Ciudadano deténgase! –Dijo el vigilante, quien ya se encontraba al frente de la pared.
-Lo lamento, pero no puedo hacerlo. ¡Salta de una vez!
Eva saltó cayendo mal y doblándose el tobillo. Alexander se apresuró y salto también para evitar ser capturado.
-Eva dame la mano. –Extendiendo su mano.
-Ale me duele mucho el pie.
-Tal vez te lo doblaste. Te cargaré entonces. –Agachándose para tomarla en sus brazos.
El joven se fue corriendo cargando a la chica risueña, la cual tenía en su rostro una mueca de felicidad y de dolor al mismo tiempo. Alexander corrió tres cuadras con Eva a cuestas, hasta que llegaron a una heladería cercana para descansar y revisar que tan mal estaba  el talón de la chica.
-Aquí estaremos lejos de cualquier riesgo. –Dijo Alexander.
-Si gracias por traerme hasta aquí cargada en tus brazos, me sentí como una princesa rescatada por su príncipe. –Riendo como ya es de costumbre.
-No es para tanto. –Comentó el chico un poco ruborizado.
-¿Cómo que no? Para mí si lo es. Todo lo que has hecho por alguien que apenas conoces. Eres un gran hombre nunca lo olvides.
-Si me pagaran porcada vez que me dicen eso estaría en otro país dándome la gran vida.
¡Es en serio!
-Bueno veamos como tienes el tobillo. Agachándose para levantarle el ruedo del pantalón y así revisar el golpe. –Oye no se ve mal te duele si te toco aquí.
-No, no mucho en realidad. Tal parece que me cargaste por gusto. –Soltando una risita.
-¡Ja! ¿Quieres un helado?
-¡Sí! Cualquier sabor siempre y cuando tenga chocolate por favor. -Sonriéndole tal y como a Alexander le gusta.
-Va… Vale déjame ver. –Dirigiéndose hacia el mostrador para ver los sabores que habían disponibles.
Una vez visto los sabores decidió ir a la taquilla para realizar su pago.
-Buenas tardes bienvenido me indica su pedido por favor. –Dijo la cajera
-Buenas, quiero dos barquillas de un sabor por favor.
-¿Solo eso?
-Deme un agua mineral pequeña por favor.
-Vale, sería entonces dos barquillas de un sabor y un agua mineral ¿Es correcto?
-Sí
-Muy bien chico, el monto total a pagar son $2
-Ok, está bien.
-¿Modo de pago?  
-Debito. –Sacando su tarjeta y cedula para realizar el pago.
-¿Tipo de cuenta?
-Principal.
-Vale, por favor ingrese su clave.
Alexander coloco su clave en el punto de venta, esperando el resultado de su transacción.
-Disculpa chico, pero aparece fondo insuficiente. –Dándole el ticket para que este lo verifique.
En ese momento Alexander pensó: “Se me había olvidado que no tenía dinero en mi cuenta ¿Ahora qué puedo hacer? Ya se llamaré a Diego y le pediré que me haga el favor de transferirme y en lo que cobre la quincena le pago lo que le debo.”
El chico sacó su celular, buscó el número de Diego y lo marcó. Para su sorpresa en vez de escuchar el sonido de espera para que le contestaran, escuchó a la operadora decir: “El número que usted ha marcado no se encuentra disponible en este momento. Su llamada será desviada al buzón, deje su mensaje después del tono.” Al escuchar eso colgó y se puso a pensar: “¿Ahora qué hago? Me quedé sin opciones, será mejor que cancele la orden.”
-Chica disculpa dame la tarjeta y por favor cancela la orden.
-Vale, aquí tiene. –Devolviéndole la tarjeta y la cedula.
-Disculpa las molestias. –Dijo avergonzado mientras guardaba su tarjeta e identificación se percató de algo que había en su cartera. Eran los seis dólares que él había guardado en caso de emergencia. En ese momento pensó: “No recordaba tener ese dinero ¿Será que compro los helados con este? Con tal yo tengo comida en la casa. Solo será por esta ocasión”. –Chica disculpa ¿Ya cancelaste la orden? –Sacando los billetes.
-No, aún no.
-¡Perfecto! Aquí tienes y disculpa por las molestias ocasionadas. –Dándole los billetes a la cajera.
-Vale aquí tienes la factura. Puedes pasar por el mostrador para retirar las dos barquillas. –Le dijo la cajera mientras le sonreía.
Alexander se dirigió a donde realizaría su pedido. Ordenó choco-oreo para Eva y el pidió pie de limón. Teniendo las barquillas y el agua fue para donde se encontraba la chica sentada.
-Aquí está tu helado. –Con una sonrisa en su rostro.
-¡Gracias Ale! No te fueses molestado.
-No te preocupes, por mi culpa casi te fracturas el pie. Es lo menos que puedo hacer.
-Claro que no, si no me fueses conocido no estarías pasando por esto.
-Pues fíjate que gracias a ti ya dejé de escuchar voces. –Sonriéndole nuevamente.
-¡Ajá! Cuéntame bien como inició eso.
-No creo que quieras saber.
-¿Por qué lo dices?
-Creerás que estoy loco.
-Pues para mí que eso de las voces es mentira y solo querías sacarme conversación.
-Fíjate que no es así.
-¿Entonces?
-Bueno… Todo inició la noche del 1 de mayo para el 2 de mayo.
-¿Qué ocurrió?
-Un sueño… un maldito sueño que ha afectado mi realidad como no tienes idea.
-¿Un sueño?
-Sí
-¿Cómo puede ser posible?
-Aun no lo sé. Sigo tratando de comprender lo sucedido.
-¿Qué soñaste?
-Soñé algo demasiado extraño…-Haciendo una pausa debido a que estaba ya cansado de estar pasando por ese tormento. -…Para resumirte soñé con mi ex, fuimos a un hotel, cuando pagué me dieron como cambio seis dólares, subí a la habitación y en plena acción recibí una llamada porque me entregarían un sobre, salí a buscar el recado, cuando regresé el hotel ya no estaba, pregunté por éste y me dijeron que se quemó hace cuarenta años con una chica en la misma habitación, llamé a mi ex por a su teléfono pero la operadora decía: “El número que usted ha marcado no se encuentra asignado a ningún suscriptor, verifíquelo e intente su llamada nuevamente.” Llamé luego a su padre y este me dijo que ella había muerto hace cuatro meses y que en dos días serían cinco, después lancé lejos mi teléfono, lloré un rato, fui a la parada de buses, abordé la que ya iba saliendo que por cierto estaba a tope en el momento que abordé, a medida que los pasajeros iban bajando el vehículo estaba quedando solo, pero me aterré cuando vi que al fondo estaba Mariela, mi ex, viéndome fijamente con una cara de odio como si quisiera matarme.
-¿Y luego? –Preguntó Eva sorprendida.
-Pues me golpeo con el dedo diciéndome algo como que esa sería la última vez que le haría eso, después le dije que me explicara lo de su muerte y tomó la decisión de bajarse del bus y lanzarse contra un vehículo que solo la atravesó volviéndola una nube humo.
-¿Y después?
-Me desperté.
-¿Y dónde está lo extraño?
-Pues que cuando me desperté mi celular estaba extraviado y en la mesa de noche tenía el sobre y los seis dólares que me dieron en el sueño. Y como si no fuera poco, mi cuenta bancaria estaba prácticamente en cero, porque los gastos realizados en el sueño aparecen reflejados en la cuenta.
-¡Que loco! Pero ya va, explícame, ¿Cómo tienes ese teléfono?
-De ayer para hoy volví a tener el mismo sueño y allí lo recuperé.
-¿Y las voces?
-Desde el último sueño las escucho.
-¿Y dices que cuando estoy a tu lado no las escuchas?
-Exacto.
-Entonces te conviene pasar este fin de semana a mi lado, ¿No crees? –Guiñándole el ojo.
-Bueno si tú quieres estar a mi lado todos estos días, no me quejaré. –Sonrojándose.
-Bueno ya me terminé mi helado y tú también.
-Sí.
-Bueno, como tú has propuesto dos lugares, es mi turno ahora.
-¿A dónde iremos ahora?
-A tu casa. Porque a la de mi tía no puedo llevar visitas. –Con tono seductor.
-¿A mi casa?
-Sí, ¿No quieres? –Levantándose de la mesa.
-¡Pues claro que quiero! –Mientras pensaba: “¡Mierda! ¿Qué le puedo ofrecer para cenar? Solo tengo pan y tanto alcohol como para una fiesta.”
-Vayamos entonces. –Saliendo de la heladería.
-Por cierto… ¿Te gusta el pan? –Entre los dientes.
-¿Qué?
-¿Qué? –Preguntó Alexander como si no fuese dicho nada.
-¿No dijiste algo?
-No… tal vez quien este escuchando voces seas tú. –Dijo riendo.
-¡Taxi! –Gritó la chica llamando la atención del chofer.
Se detuvo el vehículo y partieron a casa de Alexander.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora