Tras realizar el pago, la recepcionista procedió a darle las llaves de la habitación y accidentalmente le dio también seis dólares. Alexander los tomó rápidamente y partió con Mariela al cuarto.
Mientras iban subiendo las escaleras el chico se percató que las llaves pertenecían a la habitación “6”, tras ver esto le nació una sonrisa que iba de oreja a oreja. Mariela al ver su reacción le preguntó:
-¿Por qué estás tan sonriente?
-Ya verás -aun con la gran sonrisa, la cual se debía a que él quería darle una enorme sorpresa a la chica que en algún momento fue su novia.
Cuando llegaron a la puerta, esta era blanca y tenía un gran número 6 en la fachada. Alexander tomo la llave y procedió a abrir la puerta mientras su cuerpo temblaba de emoción. Una vez la puerta fue abierta la pareja quedó sorprendida por lo grande y hermosa que era la habitación. Las columnas eran de estilo griego con un orden jónico. Mientras que en el techo se podía percibir una especie de techo falso con un relieve que hacia juego con las columnas, el cual con oprimir un botón se abría mostrándoles el cielo a las personas que se encontraran acostados en la cama. La cama también era un espectáculo digno de ver, ya que era grande con forma de corazón y podía girar alrededor del cuarto. En las paredes se podía observar que salían burbujas de colores con un dulce aroma a flores. La habitación poseía también una sauna al estilo oriental, al cual podían acceder si lo deseaban. Eran demasiadas las cosas que había en ese lugar, que si seguían detallando, no podrían disfrutar porque se les acabaría el tiempo. Por lo que decidieron acercarse a la cama mientras se veían a los ojos, se tomaron de las manos y empezaron a besarse como si esta fuese la última vez que lo harían. Mariela, por la sensación de placer que estaba experimentando, no esperó a que Alexander le quitara la ropa, ésta decidió hacerlo por su propia cuenta, ella quería que el chico le besara todo su pálido cuerpo. Mientras el besaba el cuerpo de la chica, un sonido rompió la escena. Era el celular de Alexander quien estaba recibiendo una llamada, la cual éste decidió contestar, mientras Mariela no quería que lo hiciera porque disfrutaba de los besos de su amante.
-¿Aló? -contestó Alexander algo agitado
-¿Oye dónde andas?
-Estoy ocupado, ¿quién habla?
-Soy yo, Mike, ¿dónde estás? -volvió a preguntar.
-Estoy cerca de... de... de la pastelería “Sweet Bites”, ¿por qué?
-Yo también, estoy en el parque que está al frente, por favor ven rápido para entregarte el sobre con tu encargo.
-¿No puede ser más tarde?, es que ando ocupado -dijo algo fastidiado.
-Bueno, si no te entrego el pedido hoy, tendré que hacerlo el otro mes -respondió con un tono amenazante.
-Vale, vale, ya voy para allá.
-Ale, ¿a dónde vas? ¿No me piensas dejar así? ¿O sí? -Le increpó Mariela con un tono entre seductor y manipulador.
-Me temo que sí, pero ya vuelvo, dame seis minutos -respondió Alexander y salió rápido de la habitación a encontrase con su amigo, mientras le guiñaba el ojo.
“Maldita sea no pudo ser en otro momento en el que me tenía que llamar Mike”, pensaba Alexander mientras bajaba las escaleras del hotel presuroso para volver lo antes posible con Mariela. Una vez que llegó a la planta baja del edificio, procedió a dejar la llave de la habitación en la recepción y salió a la calle corriendo lo más rápido posible hasta que se adentró en el parque para buscar a Mike. Lo cual no le costó nada porque éste se encontraba sentado en una banca esperando a Alexander.
-Tú no puedes ser más inoportuno -le dijo Alexander con un tono de molestia, porque él quería seguir en el hotel con Mariela.
-A ti nadie te mandó a contestar la llamada, por cierto… ¿en qué andabas para que me digas eso?
-¿En qué crees tú? -con tono pícaro
-¿De verdad? Yo no fuese contestado ese teléfono.
-Bueno, ya estoy aquí, dame el sobre rápido que no puedo seguir haciendo esperar a Mariela.
-¿Estás con ella? Amigo ciertamente sigues siendo débil de mente. ¡Olvida a esa mujer ya! -Con tono de molestia con su amigo.
-Bueno fue algo que se dio y ya, nos vemos en un mes, cuídate. -dijo Alexander mientras se despedía rápidamente para ir al hotel, ya que habían pasado cinco minutos y le quedaba uno para cumplir su palabra con Mariela.
Corrió rápidamente hacia el hotel, pero lastimosamente tropezó y se dobló el tobillo del pie izquierdo. Lo que le impidió ir corriendo, una vez Alexander salió del parque y llegó al lugar donde se suponía que estaba el hotel, resulta que se encontraba era el estacionamiento de la pastelería. El joven no entendía que pasaba, se sintió asustado porque lo ocurrido parecía sobrenatural. Él no sabía qué hacer, por lo que tomó la decisión de preguntar en la pastelería por el hotel. Pero resultó que ningún trabajador sabía de la existencia de un hotel cercano. Esto lo desconcertó aún más, provocando que se alterara tanto que logró que el encargado de la pastelería saliera a ver qué era lo que sucedía.
-Joven, ¿qué ocurre? ¿Lo puedo ayudar con algo? -le preguntó el encargado del establecimiento.
-¡Aquí al lado había un hotel, estoy muy seguro! ¿Dónde está? -dijo Alexander alterado.
-¿Te refieres al “Paradise Hotel? -preguntó el hombre algo extrañado.
-¡Sí, ese mismo! ¿Dónde está? -aún alterado e inquieto por descubrir lo que ocurría.
-Amigo, me temo que llegas tarde, muy tarde. Ese hotel se quemó hace cuarenta años.
-Im… im… imposible, yo estuve allá hace como 8 minutos, no pudo haber desaparecido así como así. -Contestó Alexander aún más consternado.
-Pues me temo que eso es imposible joven. -Le respondió el hombre.
-Señor, ¿no entiende que yo entré a ese lugar y estuve en la habitación “6”? - Le preguntó sobresaltado.
-¿“En la habitación 6”? -preguntó el dueño de la pastelería incómodamente. –Es imposible hijo, ya que el incendió comenzó allí y murió una chica.
-¡No! ¡Eso es imposible! -Gritó Alexander mientras salía cojeando de la pastelería.
Una vez fuera de la pastelería Alexander no podía creer lo que había ocurrido, mientras pensaba: “¿Qué sucede aquí? ¿Esto no puede ser real?”. Hasta que se le ocurrió llamar a Mariela con su celular. Una vez marcado el número telefónico se encontró con este sonido “El número que usted ha marcado no se encuentra asignado a ningún suscriptor, verifíquelo e intente su llamada nuevamente.” Esto alteró aún más al joven que se sentía como en una película de terror, pero aun así decidió marcar nuevamente al número que él tenía registrado sin lograr algún resultado. Lo intentó cuatro veces más, pero nada logró. Hasta que recordó que podía llamar al papá de Mariela. Una vez que marcó al teléfono del señor Roberto, el móvil empezó a repicar, y Alexander debido al estrés por el que estaba pasando sentía que el corazón le iba a explotar cada vez que escuchaba el sonido del teléfono mientras esperaba que le contestaran… hasta que por fin le contestaron.
-¿Si? Diga -dijo el hombre.
-Buenas tardes, disculpe la molestia ¿se encuentra Mariela? -preguntó Alexander con esperanzas de que le respondieran “Si”.
-No sé quién seas, pero te informo que mi hija murió hace cuatro meses y en dos días serán cinco meses. -Le respondió entre triste y molesto el señor.
-Eso no puede ser, yo estaba esta tarde con su hija y en un descuido mío se desapareció -respondió consternado Alexander, quien no quería decir que el descuido fue en un hotel.
-Joven le agradezco que se deje de bromas y empiece a tener respeto por los muertos. -Respondió Roberto molesto, el cual procedió a colgar la llamada.
Alexander tras escuchar esa noticia entró en un estado de shock y lanzó su teléfono. No podía creer que la persona que él había amado tanto estuviese muerta, debido a que la vio y compartió un buen rato con ella ese mismo día. La situación le resultaba desconcertante e inentendible. Después de haber llorado un rato y entrado en “razón”, el chico decidió partir hacia su casa. Se dirigió al metro y allí espero al tren que lo dejaría en la estación donde se encontraba la parada de autobuses más cercana a su hogar. Una vez ya en la parada, Alexander vio un bus que ya estaba a punto de partir, el cual se encontraba a tope de pasajeros y aun así decidió tomarlo. El vehículo hizo sus paradas respectivas en el trayecto. Y cuando faltaba una para que Alexander llegara a su destino, éste se tornó pálido y empezó a sudar frío porque observó que al fondo, en la parte de la cocina del autobús, se encontraba sentada Mariela, que casualmente vio también al chico y se le acercó frunciendo el ceño y diciendo:
-¡Qué bonito! esta es la última vez que me haces esto. ¿Cómo te atreviste?   Esta será la última vez. -Gritándole a Alexander mientras lo golpeaba en el pecho con el dedo.
-Ya… ya va, quien debe explicar algo aquí eres tú. ¿Cómo es eso que tú… que tú… estás muerta? -preguntó Alexander entre nervioso, agitado y consternado.
Mariela tras escuchar esto relajó el ceño y le dijo con una voz tranquila:
-¡Ah! Ya sabes la verdad –y procedió a bajar del bus.
Alexander la siguió para ver a dónde iba y para que le explicara las cosas, pero cuando se bajó del vehículo observó que Mariela lo estaba viendo y se aventó contra el primer automóvil que pasó. Pero nada ocurrió, ya que si era verdad que la chica de pálida piel había muerto y tras haber pasado esto ella se desvaneció como si fuese una nube de humo.

Seis de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora