CAPÍTULO 18

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Estoy analizando las palabras que me dijo mi padre, que hable por teléfono con Ana, para saludarla por lo menos, pero si ese día que la vi, me sentí un gilipollas, ni lavándome la boca cien veces podré borrar las infamias que le dije, en verdad la amo como nunca pensé amar, lo de Leila era costumbre y nada que ver con lo que siento por Ana, me falta mucho valor para enfrentarla, ahora la comprendo, no soy un cobarde, quiero limar asperezas poco a poco, tendré que armarme de mucho valor para no oír lo que merezco.

Mis padres me informan, que están en Seattle, yo trabajando en casa y mis padres, Ana y mis hijos, están disfrutando juntos en estos momentos en esta ciudad, sin embargo yo tengo que sacar este caso, además de dejar al bufete de los Grey con más prestigio, mi cuenta personal sería muy jugosa, determinaré mi futuro varias décadas de mi vida, y si Dios quiere la de Ana y mis hijos.

Por la noche cuando regresaron de pasear con Ana y mis hijos, mis padres me informan todo lo que hicieron, pero también mi madre me contó que en Montesano, Ana es muy respetada por toda la gente, sus padres le heredaron un Papelería y Librería, ella lleva la contabilidad del negocio y apoya a su personal a la venta de los insumos de ese establecimiento, si le propusiera matrimonio, quisiera que se viniera a vivir conmigo a Seattle.

Es viernes 13 de mayo, voy a ir a Montesano a recoger a mis hijos, pero me ilusiona más ver a Ana, no sé cómo actuar ante ella, llegaremos tarde, mi madre saldrá de guardia y hay que pasar por ella, pero no me importa, no es largo el camino, manejaré yo, mientras tanto, saliendo de la oficina me meto a bañar en la tina para relajar mis músculos, es algo muy raro lo que siento, entre emoción y nervios, cuando me baño, recuerdo su esbelto cuerpo, recordar en mi boca, su coño, sus tetas y todo su cuerpo, tengo una gran erección, además que su perfume y su almizcle, los tengo en mis fosas nasales.

Llegamos a su casa, mi GPS me orientó llegar perfectamente, es una casa muy hermosa, con jardín al frente y de dos niveles, tipo californiano con ladrillos rojos y grandes ventanales, en cuanto abrió la puerta para invitarnos a pasar, mi corazón latió, juro que se oía al otro lado de todas las paredes de esa casa. Primero saludó a mis padres y luego a mí de la mano, nuestro roce fue increíble, nos preguntó si ya habíamos cenado, mis padres y yo le indicamos que si, en la cafetería del hospital.

Pregunté por mis hijos, porque en verdad tenía muchas ganas de verlos, a Ana no le quitaba la vista para nada, sigue igual de bella a pesar de su embarazo, su cuerpo se tornó con un poco de masa muscular, esos jean que trae puestos resaltan sus hermosas piernas, su busto creció un poco más, las caderas están muy torneadas y todo está en su lugar. Despejé mi mente cuando alcancé a oír a mis padres decirles que yo me quedaría con mis hijos, me informa que mis padres se quedan en esa recámara cuando vienen, sobre todo porque están las cunas ahí dentro.

Le pregunté a Ana si podía hacer los biberones, sobre todo en la noche cuando despiertan, Ana me indicó que hay un servi bar y un vaporizador especial para calentar biberones, cuando me despedí para dormir con mis angelitos, no aguanté mucho y la besé en la mejilla, dándole las gracias por quedarme esa noche con mis hijos, espero no haya oído los latidos de mi corazón, tenerla tan cerca y a la vez tan lejos. Ella me contestó que también eran mis hijos.

No supe porque, pero me sentía como en casa, observé todo con cuidado, las habitaciones, los baños, los pasillos, la cocina, tenía que estar al pendiente dónde íbamos a jugar y cuidar a mis hijos, desde temprano los bañé los cambié y baje para darles su desayuno, recuerdo los menús que Ana le mandó a mi madre cuando estuvo apoyado a su ama de llaves.

La verdad era que no podía pedirle a Ana que les diera pecho, me pondría muy prendido y me daría pena que mis padres, Ana y su ama de llaves vieran mi gran bulto, hice un gran esfuerzo, sin embargo, tener a mis hijos, vivo en otro mundo a mi alrededor, Ana tiene muchas cosas para que jueguen sobre todo un tapetito muy hermoso, me metí en el pequeño corral, mis padres los cuidaban en lo que yo les hacía de comer, no era gran cosa, quitaba un poco de tiempo, pero es que aprovechaban mis padres para tenerlos, al igual cuando jugábamos los cinco.

No sabía la hora y ni me importaba, pero llegó un momento en que convivimos los 7 en la sala, era la siesta de mis hijos, aproveche para preguntarle a Ana, como eran con ella, que les gustaba jugar más, que comían, como se desempeñaban en la guardería, sus horarios, que no les gustaba para tratar de evitarlo, ella me indica que no les gusta el ruido del ventilador, lloran mucho. Realmente me hubiera gustado que me dijera que hacía con ellos, pero solo se dedicó a decirme lo que hacían en la guardería.

Me sentía muy cansado de jugar y preparar comida para los niños, la habitación se sentía muy relajada, mis hijos no se despertaron en la noche, no hubo necesidad de preparar biberones por la noche, pero se despertaron a las 7 de la mañana, Ana es una buena anfitriona, hemos comido a una hora específica, al igual que el desayuno, tiene todo impecable, parece hormiguita, yo me siento muy feliz al estar con mis hijos, en cuanto busque una hermosa casa para mis hijos y Ana, le propondré que sea mi esposa.

Pidió hablar conmigo, me sentí muy contento por ello, pero en realidad, el que tenía que romper el hielo era yo, yo cometí una gran injusticia con ella y su persona, por lo que le dije que la escuchaba, su voz me deja como un tontín, mirar sus labios me ponen muy nerviosos, quisiera soltar a mis hijos y besarla, sobre todo ahora que ellos están descansando, de momento me desilusioné, solo me indica que podemos seguir viniendo a Montesano, parecía hipnotizado, su bellos ojos azules me fascinan, pero le indico que me gustaría llevármelos a Seattle todos los fines de semana.

No pude contener mi mal humor e inconformidad, no quiere que los tenga en casa, ya le demostré estos dos días que puedo cuidar de ellos, eso no se lo permito, prestarme a mis hijos como si fueran muebles, la miré desafiante con ganas de darle algunas bofetadas por su postulación, no pude contener mi enojo diciéndole que nos veríamos las caras en los tribunales, además no le faltaría nada de dinero, propondría una buena pensión alimenticia para mis hijos, a ella no ya que trabaja, no puede estar desconfiando de mi por mi actuar hacia ella, mis hijos son mi alma, pareciera que todavía no se da cuenta de cuanto la sigo amando, no quiero depender de lo que ella diga.

Me alzó la voz para decirme que no necesitaba dinero, que por eso ella trabajaba y tenía un hogar para ellos, la verdad es que no he visto que les falta nada, parecíamos un verdadero matrimonio, ella alzó la voz y yo no me quedé atrás, mis padres tuvieron que intervenir para calmar los ánimos, resulta todavía que me prohibió ver a mis hijos, me retó vernos en los tribunales, pero esto no se queda así, por lo que subí por mis cosas, besé a mis hijos y salí al auto a esperar a mis padres.

MI QUERIDO DIARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora