CAPÍTULO 25

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Ana me informa que ya solicitó la baja de los niños de la escuela donde asisten, a partir del día 20 de marzo Ana me indica también que ya está la reservación del Jet, a nombre de Paul y familia, pero se hizo la aclaración que a última hora lo podían ocupar otras personas, que el mismo día Paul daría los nombres, no obstante se confirmó que ese jet tiene un área específica para bebes y niños, ya que el vuelo dura 13 horas 35 minutos hasta Dublín, Irlanda.

Precisamente no podemos dejar a mis hijos con Gail, cualquier descuido y no me iría tranquilo a mi luna de miel, estoy de acuerdo en llevárnoslos, además es justo que aunque estén muy chicos, se acostumbren a viajar con nosotros, les mostraré el mundo, tengo como consentirlos en algunos momentos, Ana dice que no hay que consentirlos, sino educarlos.

Cada día que pasa me muero de nervios, trato de ocultarlo en la oficina, pero a veces me veo pensativo y mi hermana me pregunta si estoy nervioso por la boda, ya que irá gente muy importante que nuestra madre invitó, si supiera que no asistiremos a esa boda, podría haberlo hecho, pero ya tenemos a nuestros propios reporteros para nuestra verdadera boda, no el circo que quiere mi madre.

Quedaba una semana, estando en casa de mis padres, Ana y yo ya teníamos planeado que decir y Carrick nos apoyaría con esa media mentira, ya que cuando estábamos en la estancia, mi padre fue el primero en hablar, pero desconcertó mucho a Ana, nosotros lo diríamos primero, mi padre se adelantó en decir que le daba tristeza no ver a los niños el próximo fin de semana, todos se nos quedaron viendo, mi padre acentuó que Ana tenía un compromiso de una boda, gente conocida de su familia en Montesano, yo de inmediato alcé la voz, comenté que por esa razón me quedaría con Ana y los niños, para acompañarla a la fiesta.

Durante la semana estuvimos viendo dónde se quedaría Ana, optamos que en nuestra casa, ya que ella quería salir de blanco de su casa, la ex casa de sus abuelos, pero ahí viven los señores Kavanagh y verían el alboroto, yo por ende me iré al hotel Olimpic, lo que no quiero es precisamente eso, llamar la atención antes de la boda, ya casados no me importa, la señora Gail vivirá con nosotros, será nuestra ama de llaves, ahí nadie la molestará ya que he contratado más seguridad que nunca, extraño a Ana y a mis hijos, pero no hubo otra forma estar juntos los cuatro.

Nuestra boda es preciosa, es a puerta cerrada como dicen, de hecho solo son cien personas, la mayoría son gente que vino de Montesano, yo invité a mi padre, Ross mi mano derecha, mi secretaria, algunos compañeros del bufete que no habían sido considerados en la otra reunión, pero esto es algo mágico, se nota nuestra felicidad en todo momento, Ana se ve preciosa con ese vestido que consiguió a última hora, se supone que se mandó hacer el que le gustaba mucho con Diane, pero en verdad me dijo que no importaba, aquí era confirmar nuestra unión, además se dio el gusto de probarse muchos vestidos de novia, se ve preciosa como una diosa.

Ahora vamos rumbo a Irlanda, en unas horas, todo Seattle sabrá de nuestra boda, mi madre sabrá respetarme. Al llegar al hotel Ashling que es muy ostentoso, es único en esta región que piensan en nuestros sagrados hijos, nos mostraron las áreas de juegos, chapoteaderos, las actividades para los niños de 1 a 5 años, hay cuidadores especiales para todos los pequeños, hablando de cuidadores, le dije a Ana que iba a tener un guardaespaldas, al principio se negó, pero tenía sus ventajas, ella no manejaría ni de ida ni de regreso de Montesano.

No he descuidado ninguna de mis obligaciones, estar apoyando a Ana con los niños, jugar con ellos, cuidarlos, pero cuando estamos solos, es el paraíso, mi Ana me vuelve loco con el amor, quisiera que no se terminara nunca la luna de miel, la verdad lo podría hacer, pero tengo compromisos importantes que atender, la gente nos busca porque somos buenos en la materia, además que haría en la casa solo, entiendo a mi linda esposa, si se venía a Seattle que haría, no es largo el trayecto de Seattle a Montesano, sé que algunos días llegará de noche por el corte de caja, pero no sola, ella es toda una contadora privada, una gran madre y esposa, no se diga como mi amante, es el cielo estando a su lado cada noche.

A la semana de casados, mi linda esposa me hizo una confesión, ya sabía su pregunta que nunca le he contestado, ahora ya casados no me importa que haya creído que le decía mentiras, sobre todo de nuestra boda, todo era fuera de lugar, lo que no quería era que mi familia supiera de nuestra boda, es la primera de muchas que quiero vivir con ella, cada aniversario quiero que sea diferente y otra luna de miel por consiguiente, nadie tiene el derecho de arruinar nuestros deseos, nadie, ni mi propia familia, por eso la tranquilicé, reí como siempre cuando estamos felices, la miré tiernamente y  le di un beso delicado, le dije que lo había leído en sus lindos ojos, pero eso afianzó más nuestro amor, el darme el beneficio de esa duda confiando en mí, no tenía nada que dudar, los preparativos los hicimos entre los dos, le recordé que le envié las facturas de los gastos, como ella acordó mitad y mitad, a excepción del alquiler del avión y su ajuar de novia, eso me correspondía a mí,  al igual la ropa de mis hijos va por cuenta mía.

Mi padre nos envió un video donde el día 19 de marzo,  se ve claramente que los invitados por parte de mi madre, fueron a exigir que les regresaron los regalos de boda que nos enviaron, en virtud de que no fueron invitados a la boda que organizamos mi esposa y yo, sin embargo nadie les abrió la puerta para regresar dichos regalos.

Regresamos a nuestras actividades, Ana se fue con Sawyer a Montesano, y yo me fui a dejar a mis hijos a su escuela, para después dirigirme al bufete, no me imagino la cara de mis hermanos por no invitarlos, pero ellos deben de saber el porqué, Taylor desde ahora será  mi guarda espaldas  y de mis hijos. No me gusta preocupar a mi esposa, pero nuestra unión es la confianza, no debo de guardarle ningún secreto o problema que podamos tener, sobre todo por mi familia y las que pudieran resultar de la familia de Leila, por ello, a partir de hoy toda mi familia tiene restricción para acercarse a Ana, mis hijos, Gail y yo, claro que a excepción de mi padre, a él le tengo mucha confianza y sé que nunca me traicionaría, sobre todo para que alguien más se acerque a mis hijos.

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