Día 22: Veterinaria para Kwamis

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Día 22

Una veterinaria

para kwamis

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Adrien de pronto, se encontró en un dilema que nunca imaginó posible: Plagg no quería comer queso. Si bien habían tenido un día tranquilo, llevaba más de media hora con el trozo de camembert, que normalmente se comía en menos de treinta segundos.

Lo notó extraño, como si algo le pasara, además, apenas flotaba.

—¿Estás bien?

—Creo que no... —susurró, con las manos en su estómago —... No me siento nada bien.

—¿Y qué hago? —preguntó, desesperado—. ¿Hay una veterinaria para Kwamis?

—La guardiana —dijo con voz quedada —, necesito a la guardiana...

—¿Y dónde te consigo una guardiana? —dijo, histérico. Plagg, con las pocas fuerzas que sentía en su cuerpo, se pegó en la frente por el despiste de su portador.

—Adrien...

—¿Qué? —se acercó al Kwami lo más que podía, pues apenas le salía la voz.

—Marinette...

—¿Qué con Marinette? —consultó confundido, hasta que cayó en cuenta— ¡Qué idiota! —se dijo, pegándose en la frente.

—Lo dijiste tú, no yo —comentó Plagg, antes de temblar y hacerse un ovillo sobre la cama del chico, pues tenía mucho frío.

Adrien se alejó de la cama y salió a buscar a Nathalie. La encontró en la cocina, supervisando la cena de esa noche.

—Nathalie —la mujer lo miró, tras dar las indicaciones para la comida.

—¿Qué sucede?

—Tengo que terminar la campaña de reciclado con Marinette. ¿Hay alguna forma de que me dejen ir a su casa o que ella venga aquí? Solo una hora.

Nathalie observó su reloj y revisó su Tablet, antes de darle una respuesta.

—Puedes decirle al chofer que te llevé. En dos horas cenamos, así que trata de estar de regreso para esa hora.

—¡Gracias! —dijo emocionado, saliendo de la cocina hacia su habitación para tomar su bolso, echar una libreta y un libro, así como una polera de su cajón para arropar al Kwami y llevarlo cómodamente allí.

Cuando Marinette abrió la puerta y se encontró con Adrien, estaba realmente confundida.

—¿Sucede algo?

—Plagg —dijo, ni bien entró a la casa, sacándolo de su bolso. Se podía ver como el Kwami temblaba sobre la prenda de vestir, en donde Adrien lo había envuelto.

—Ay... —susurró—, luce enfermo.

—Sí, me pidió que lo trajera contigo, así que...

—Pásamelo —dijo, tomándolo en sus manos —. Haré lo mejor que pueda.

—¿Se va a sanar?

—Fui instruida para sanarlos, pero es la primera vez que lo hago —ante aquella frase, Adrien sintió verdadero pánico y quiso recuperar a su Kwami de las manos de aquella inexperta guardiana— ¡Cálmate! ¿Recuerdas que soy una guardiana reconocida por la orden de los guardianes? Sé lo que tengo que hacer, así que espérame aquí, iré a mi habitación.

Adrien estuvo en la sala un par de minutos, con una especie de tic en ambos pies, incluso Sabine se había sorprendido de verlo, solo en la sala, cuando subió a ofrecerle algo de comer. El chico tuvo que alegar que la chica estaba en un proceso creativo y que por eso lo había echado de la habitación. Aquellas palabras parecieron convencer a Sabine, quien le ofreció un té, mientras esperaban que Marinette volviera a hablarles.

—¿Cómo ha estado todo en tu casa? —le preguntó, entregándole la taza.

—Bien —dijo, tomándola con cuidado de no quemarse—. Hice lo que me aconsejó, fui directo con mi padre, hablé de cómo me sentía con respecto a mi vida y las cosas han estado marchando bien. Hicimos un contrato, así que ahora todo está establecido legalmente. Ya no hay abusos y tengo cierta libertad, siempre y cuando mi guardaespaldas me acompañe a dónde voy.

—Me alegra mucho —comentó Sabine, con una sonrisa—. Se te nota en la cara que ya estás más repuesto que la última vez que estuviste aquí.

—Es que también... —observó la trampilla y la madre de Marinette no necesitó más palabras para saber que aquello también era obra de su hija, y le alegraba que ambos jóvenes estuvieran acercándose.

De pronto, la voz de Marinette exclamando que lo había logrado, fue la señal para que Adrien se asomara de nuevo en la habitación de la guardiana, pues estaba llamándolo. Sabine los dejó, para volver a la panadería.

—Adrien veía con emoción cómo Marinette estaba de rodillas junto al diván y Plagg flotaba frente a ella, extendiendo sus brazos hacia arriba como si quisiera sacarse la flojera que cargaba.

—Plagg —susurró el portador de la mala suerte, cuando observó a su Kwami, nuevamente con buena salud.

—¡Adrien! —el Kwami se acercó al muchacho y éste lo abrazó— Perdón, tendré cuidado a partir de ahora. Lamento que te preocuparas.

—Descuida —dijo, apegándoselo a la cara—. Que estés bien es todo lo que me importa.

Marinette, Wayzz y Tikki se miraron con una sonrisa, al ver aquella escena. Ya después le dirían que Plagg solo tenía indigestión por glotón.

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Especial tres por uno...

No veo a Plagg enfermándose por otra cosa que no sea por glotón xDD

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Siguiente palabra: Panadería

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¡Aquatic!

04 de Septiembre 2020

Entre Sesiones y CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora