Nuevo comienzo.
Día siguiente.
Tengo cero ganas de levantarme de la cama, el dolor de cabeza y mareos que tengo por mi borrachera de anoche, es increíble y jamás me había sentido así. Mi cabeza bombardea del dolor y mis ojos pesan, literalmente. Algo como el sencillo sonido de una notificación en mi celular, me hizo taparme los oídos inmediatamente y entre quejidos, lo agarré.
Es un mensaje, de Eduard.
Argg, no tengo ganas de hablar con nadie ahora mismo. Sólo quiero dormir y no despertar más.
Mensajes de texto.
Él: ¿Cómo amaneciste? ¿Resaca muy fuerte? Besitos ;)
Yo: Sí, mi cabeza quiere explotar.
Él: Es normal, ya se te pasará.
Intenté dejar la conversación ahí porque no respondí a su último mensaje... ¡Pero no! Porque Eduard envió otro.
Él: Creo que tú y yo tenemos que hablar del beso de ayer, ¿Sí lo recuerdas?
¡Por todos los Dioses! ¿Por qué tenía que mencionar éso? Obviamente que sí lo recuerdo pero lo que menos quiero ahora entre toda mi resaca, es hablar de todo lo que ocurrió ayer.
Yo: Sí lo recuerdo, pero no entiendo qué hay que hablar.
Él: Nos besamos, Atenea. ¿Pretendes dejarlo así o me seguiste el beso porque estabas borracha?
Yo: Edu, sinceramente ahora no tengo ganas de hablar de éso, si te parece lo charlamos el lunes con más calma, ¿Sí?
Él: En otras circunstancias no estaría de acuerdo, pero imagino como te sientes así que sí, lo hablamos otro día, preciosa. Descansa y si pasa algo llámame.
Yo: Okay, bye :^
Salí del chat y me acosté mirando al techo.
Sí recuerdo cada detalle de la noche de ayer, y aunque preferiría no hacerlo es inevitable. En mi mente está presente la imagen de Jason viéndome besar a Eduard, su cara de asombro y decepción a la vez, como si yo acabara de hacer algo que él nunca hizo. Pero como siempre, yo termino sintiéndome mal por algo que no está incorrecto. Yo tengo todo el derecho de besar y estar con quién me apetezca, por dos simples motivos, uno; él igual lo hace. Y dos y más importante; él solito me dejó ir.
¿Y qué es lo peor? Que nunca en su vida alguien lo amará como yo. Jamás va a existir alguien en el mundo que adore sus heridas como yo lo hago .
Jamás.
Ojalá él algún día entienda.
Ojalá.
Pero la forma en la que me miró cuando le dije que prefería irme con Eduard, aún duele. Es como si con ése simple acto él interpretó que prefiero estar con Edu, y que él ya no es nada para mí.