Perdóname.
¿Te amo? No, él nunca me había dicho éso. Y no creo que Jason expresaría con palabras un sentimiento tan profundo sin siquiera sentirlo. Me tomó de sorpresa ésa pequeña frase cargada de tanto y volviéndome loca, con ganas de lanzarme sobre él y decirle que lo amo tanto o más que él a mí, que es la única persona con la quiero estar en mi vida y tener que contener ésas ansias de hacerlo, es una tortura.
Aún siento su respiración cerca de mis labios, haciéndome estremecer por completo. Ni siquiera puedo aclarar mis pensamientos para formar una respuesta. Estoy así, cerca de él. Completamente enamorada perdida, pero consciente de que no puedo caer otra vez, o no tan fácil.
Entreabrí mis labios para decir algo que ni siquiera yo sé que es, pero lo intenté.
—Yo...tam...bién —tartamudé— te amo, pero no te puedo perdonar así de fácil, Jason. Estoy comenzando de nuevo con otra persona que sí haría lo que fuera por mí.
—¿También me amas? —respondí, evadiento todo lo demás que dije. Cuando yo iba a responder, él habló antes—. Y que él haría lo que fuera por tí no lo cuestiono, pero si ha pasado todo ésto es porque yo no quería lastimarte.
—Lo hacías al alejarte, desde ése momento —refunfuñé—. Demonios, ¿Por qué tienes que pedir perdón cuando acabo de ser novia de otra persona? ¿No podías simplemente hacerlo antes o nunca? —me senté en la esquina de mi cama y puse mis manos en la cabeza.
—¿Entonces nunca me vas a perdonar? —elevó un poco el tono—. La cagué señorita perfección, y sí, más de una vez pero no sabes cuánto me arrepiento. Y puede que te haya pedido perdón cuando ví que estás con otro, que fácilmente me puedes dejar atrás y me doy cuenta de que éso me aterra, Atenea. Creí que siempre te iba a tener, y ahora que me doy cuenta que no es así es cuándo más me arrepiento y quiero recuperarte.
—Te odio —intenté convencerme a mí misma de éso, pero fué imposible porque sé que no es verdad.
Él se acercó y se agachó estando en cuclillas delante de mí.
—¿Me odias porque no puedes dejar de amarme? —soltó muy cerca de mi boca.
—Jason... aléjate, por favor —hice una pausa—. Tengo novio.
—Entiendo —rió—. Sabes que si estoy cerca de tí terminarás pecando, ¿No? y le serás infiel al girasol.
—No le digas así, —hablé en un tono bajo—. Él no se expresa así de tí.
—Claro que no si él no sa...—me miró— ¿Le contaste lo de nosotros?
—Sí.
—Mejor.
Abrí los ojos y lo miré extrañada— ¿Cómo que mejor?
—Así sabe que no soy un cualquiera para tí, y que estás con él sólo para olvidarme.