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Amor fugáz

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Amor fugáz.



—Habla con tu madre, dile que te quedarás a dormir en la casa de Kim —abrí los ojos. No era una mala idea, pero le sobraba riesgo para regalar—. Hoy su padre trabaja horas extras, así que no se enterará de nada.

—Es... es... una buena idea ¿pero no crees que es muy arriesgado?

—Todo lo que hacemos es arriesgado —soltó—. Nuestra relación, que estemos cerca, que alguien sepa lo de nosotros, pero ambos decidimos tomar éstos riesgos, ¿no? —asentí convencida— De todos modos si no te sientes segura, te puedo llevar a casa.

—No, —sonreí— yo también quiero quedarme contigo —él sonrió, pero al hacerlo se quejó por la cortada que tiene en su labio inferior— ¿Te duele? —pregunté de inmediato.

—Sí —admitió— digo, no, es una tontería —intentó hacerse el fuerte, yo solté una carcajada.

—Claro —sonreí— ¿Cómo le va a doler algo al gran Jason Weller? —le dí un pequeño golpe en el brazo, y él se rió.

—Oh, ¿te estás burlando de mí, señorita? —relamió sus rojos y cortados labios. Él puso sus manos en mis costillas y las movió haciéndome cosquillas— Pídeme perdón —habló sonriendo.

—¡No! Éso... —la risa no me dejaba hablar— ¡Para por favor!

—No hasta que me pidas perdón.

Me retorcí en la cama, pero sentía que con cada movimiento la velocidad de sus dedos en mi zona débil hacía que las cosquillas fueran más intensas e incontrolables.

—¡Perdón! —grité entre risas y él se detuvo quedando encima de mí en la cama.

—Dame un beso —me habló con una leve sonrisa dibujaba en sus labios.

Yo no dudé en inclinar un poco mi cabeza y besarlo, necesitaba el contacto de nuestros labios luego de lo que había sucedido, ése momento estuvo a punto de convertir éste día en el peor de mi vida.

Nuestros labios se movían en sincronía pero con lentitud, sentía el corte de su labio por lo que fuí bastante sutil. Jason pasó su mano por mi mejilla a la vez que apoyaba el codo en la cama para no dejar caer todo su peso sobre mí.

Nos entregamos a un beso húmedo y delicado. Sus labios eran tan suaves como siempre y se movían de una forma experta sobre los míos, pude ver las estrellas ahí mismo porque con un simple beso de él, podía llegar al cielo. Él usaba la habilidad que tenía para besar para volverme más loca por él, usó sus manos para acariciar mi rostro con lentitud y rosar mi cuello con su dedo índice.

Sin duda, yo era incapaz de sentir ésto con alguien más, Jason es el único que puede lograr tales sentimientos que provocan movimientos raros en mi estómago, una corriente eléctrica cuando nuestros labios se buscan desesperadamente y un dolor cuando estamos lejos.

INDEBIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora