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Tell me that you love me 'cause I ain't hear that often




—¿Qué pasa, Kim? —le pregunté asustada.

Acababa de llegar corriendo a casa, ni siquiera en su auto, con un rostro pálido y atemorizado. No me decía nada, simplemente se quedó mirándome por varios segundos en silencio, quizás tratando de buscar la forma de contarme algo.

—Atenea... —habló nerviosa—. ¡Acompáñame, ahora! —gritó cuando reaccionó—, no sé que demonios hacer... —se quebró y comenzó a llorar.

—¿Es Dylan? —me acerqué a ella para abrazarla, pero antes de poder hacerlo me habló.

—...y Jason.

Mi corazón latió a mil por segundo.

Mi piel se erizó a oír su nombre en la voz cortada de Kimberly.

No sabía qué demonios pasaba ni a qué se refería ella, pero se notaba preocupada, algo estaba pasando justo en éste momento.

—¿Jason? —repetí sin creérmelo— ¡¿Qué mierda pasó con Jason?! —grité sin poder contenerme, al borde del colapso.

—¡Cállate y sígueme! —me respondió con otro grito. Ella estaba mal, llorando, pero yo no sabía nada y éso aumentaba mi preocupación y dolor.

Mi Jason.

Él tiene que estar bien.

Nada le puede haber pasado.

Éso me rompería el alma en mil pedazos.

Sin dudarlo siquiera, tomé la mano de Kim con fuerza y corrí junto a ella a un lugar que no tengo ni idea. Sin avisarle a mis padres, sin tomarme el tiempo de preguntar, porque quizás ya no teníamos tiempo y debíamos que llegar lo antes posible.

—Corre —me habló sin detenerse, y por mi cabeza tampoco pasó hacerlo. Estoy agitada y mi respiración sale acelerada de mi boca entreabierta, siento que me quema la garganta por las exhaladas tan fuertes que hago.

Agarré la mano de Kim con más fuerza, giramos muchas calles y noté que ya no estábamos en la carretera.

Estábamos en un callejón.

El mismo callejón que yo ya conocía.

Solté la mano de Kim al ver ésa escena.

Dylan estaba tendido en el suelo, con su cuerpo mirando al techo. Su rostro estaba lleno de sangre, y su mano se movía palpando el suelo.

Jason...

él...

corrí,

corrí hacia mi novio.

A diferencia de Dylan, Jason estaba con su torso pegado al suelo, a un lado de su cara hay sangre, su sangre, la que sale de su nariz. Sus manos estaban rojas, quizás por lanzar muchos golpes. Su camisa de color negro se notaba rota, dejándolo casi desnudo en el tronco de su cuerpo.

Me tiré en el suelo, sin importarme si me hacía daño en las rodillas o no, puse mis manos en sus hombros y traté de darle la vuelta con lágrimas en mis ojos.

Era imposible no llorar viéndolo así.

—Jason... —saqué todas mis fuerzas para terminar dándole la vuelta. Ví su rostro cubierto de sangre, habían golpes hinchados en su rostro, su labio inferior estaba roto y sangraba, encima de su ceja había un corte, y me dolía verlo así, me estaba matando— Jason... —lo moví, pero él no dió señales de nada.

INDEBIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora