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Tratar de entender.
El lugar se llama "Tu vicio", y está repleto de personas a pesar de no ser tan grande. El suelo es de madera por lo que los zapatos se esucuchan bastante, pero la música lo camufla. En las paredes hay letretos con luces de colores, y no pude evitar reírme con uno que decía; Folla y chupa polla. Es gracioso y bastante atrevido, ¿A qué sí? Siento que con cada paso que damos sudo más y más mientras mi cuerpo choca con gente. Hasta que, al fin, encontramos una pequeña mesa digna de nosotras, así que ahí pasaremos el resto de la noche.
—¡Ey! —gritó Kim al mozo. El cuál se acercó a nosotras— ¿Nos trae una botella de Agua Ardiente?
El chico asentió y se fué— ¿Estás loca?
—¿Por qué?
—Sabes como me pone el agua ardiente.
—Ésa es la idea. —Rodé los ojos con una sonrisa en mi rostro.
A los, aproximadamente, dos minutos llegó el mozo con la botella y dos vasos para nosotras. Kimberly la destapó y sirvió como toda una experta. Cogió su vaso y lo levantó.
—Hagamos un brindis.
Yo sonreí y levanté mi vaso lleno del alcohol que peor me pone. —¿Y por qué?
—Porque el idiota de... —la miré seria, ¡No se permite mencionar el nombre de ése hombre ésta noche! — mi primo salga de una buena vez de tu cabeza.
—¡Amén!— Incliné el vaso en mi boca y bebí de él.
¡Por todos los Dioses! Había olvidado lo que era el agua ardiente, podría decir que casi quema mi garganta. Beber alcohol es como una mutilación de placer, te dañas porque, al menos yo, termino con que no puedo ni mantenerme de pié y vomitando pero, a la vez, es una buena forma de despejar, de olvidar por un rato tus problemas.
Dos horas transcurrieron así, entre tragos y gritos, como si estuviéramos festejando no sé qué. Pero ahora estoy en la mesa como una total idiota, esperando a Kimberly que hace unos quince minutos se fué al baño y no ha regresado.
Sin ni siquiera pensarlo, me levanté de la silla y caminé sin rumbo, tratando de encontrar el baño de éste lugar.
—Rayos, —rabié en susurro y me acerqué a la barra, con el objetivo de preguntarle al barman en dónde está el baño— Buenas noches, —ni siquiera sé porqué solté una pequeña risa— ¿Me puede decir dónde está... —No pude terminar la frase que tanto me costó decir por las diminutas carcajadas que solataba a cada diez segundos, porque alguien me interrumpió.
—Eh, Atenea. —Me giré a verlo. Estaba con una copa en forma de cono invertido, dentro de ella tiene lo que parece ser una aceituna, y la bebida no tengo idea qué es. Con una sonrisa arqueada y moestrándome sus dientes blancos, estaba Caleb. O bueno dos Caleb, porque todo lo veo duplicado.