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La gente que conocía a los Cuthbert antes de que los mismos se fuesen de Canadá sabía que ellos tenían una casona en una pequeña villa estadounidense, que usaban como internado, por lo tanto, se arriesgaban a enviar a sus hijas en barco, confiando...

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La gente que conocía a los Cuthbert antes de que los mismos se fuesen de Canadá sabía que ellos tenían una casona en una pequeña villa estadounidense, que usaban como internado, por lo tanto, se arriesgaban a enviar a sus hijas en barco, confiando profundamente en la buena educación que aquellos dos les brindarían. Había funcionado a la perfección, porque durante diez años no hubo un otoño en el que las familias Andrews, Barry, Gillis y Shirley no decidiesen enviar a sus herederas. Es que no se trataba de una simple escuela de señoritas, era más que todo, una experiencia para unas chicas llenas de ganas de explorar sus facetas artísticas con «estrictas» normas de comportamiento dentro de aquellas cuatro paredes.

Frente al gigantesco reloj de madera, que estaba a punto de marcar las tres de la tarde, Marilla esperaba con paciencia a que Ruby Gillis llegase con su habitual vestido color rosa puesto, cargando cientos de maletas repletas de ropa casi tan delicada como ella y material artístico que la entretendrían durante su estancia. Su habitación tenía una ventana gigantesca que daba vista al hermoso jardín de frutas de Matthew, de ese lado también se ponía el sol, por lo que desde años anteriores había enmarcado hermosos cuadros capturando el momento en tonos violeta, rosa y naranja.

«Necesito ser la mejor en algo por una vez en mi vida.» Susurraba luego de recoger su cabello, suspiraba y apoyaba el pincel en el lienzo.

Jane Andrews llegaría una media hora más tarde, siempre tenía poca ropa y una maleta delicada en la cual llevaba sus posesiones más valiosas: Sus partituras.

Amaba tocar el piano, podía pasar horas y horas sentada, haciendo pasar sus manos sobre las teclas del mismo, ya amarillas por el paso de los años. Era la más callada del grupo y, aunque la mayoría de personas que no la conocía podían decir que era grosera y arrogante, se equivocaban, porque la pureza en su alma era lo más característico de su ser.

«Supongo que estar callada es parte de mí, de mi alma, prefiero no hablar a decir cualquier tontería por querer llamar la atención.» Respondió Jane la vez que Matthew le preguntó el porqué de su actitud.

Diana Barry, era casi siempre la última en llegar. Era una chica muy madura para su edad, durante el verano educaba a niños en Avonlea y le pagaban muy bien por ello, tenía altas expectativas con absolutamente todo lo que estaba por llegar a su futuro y no podía permitir que un solo aspecto de su plan de vida saliese mal. Era como una mamá cuando todo estaba fuera de control.

«Es bueno ser admirado.» Se repetía a sí misma en los momentos de desesperación y ansiedad.

Anne Shirley era impredecible, aunque nunca llegaba de primera, su presencia siempre se hacía notar. No le importaba la ropa o los zapatos en sí, claro que los llevaba en su maleta, por Dios, no era un animal, se trataba de toda una mujer del siglo XIX. El papel era esencial en su vida, escribir era todo para ella, siempre se encerraba en su habitación, con una lámpara de aceite en su mesa de noche se ponía sombreros y trajes muy locos para crear lo que consideraba tiempo después como sus «Obras maestras.»

«No me gusta dormitar junto al fuego. Me gustan las aventuras, y las voy a encontrar.» Respondió una tarde cuando Marilla le preguntó por qué no bordaba frente a la chimenea al igual que sus amigas.

Aquella tarde de septiembre, cuando todos estuvieron sentados en la mesa, recibieron la noticia de que en la casa de en frente, la del señor Blythe, se había mudado esa misma noche Gilbert, su nieto, quien recientemente había perdido a su padre.

–Es un buen muchacho –dijo el hombre a las chicas–, espero y puedan ser buenos amigos.

Como si fuesen marionetas, las cuatro giraron sus cabezas notando la mansión iluminada por tenues luces.

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¡Aquí estamos de nuevo! Espero y les guste. Amor y luz;
~Cass.
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「𝐖𝐨𝐦𝐞𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora