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Abril había sido un mes bastante atareado

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Abril había sido un mes bastante atareado. Anne se encontraba en exámenes de mitad de semestre, Diana al pendiente de los frutos que el pequeño huerto estaba dando y Jane bastante preocupada, puesto que después de cuatro meses de estudio tenía su primera presentación en el auditorio de la universidad. Marilla Cuthbert estaba ansiosa por ir, como todas sus chicas se habían ido y para ese momento solo contaba con la presencia de su hermano, muy próximamente Minnie May Barry y Dora Von-Iver se unirían a su pequeña familia.

Pero todos tenían algo en común esa mañana, a parte del gran trabajo encima, en un dormitorio de Harvard la encontraron sobre la mesa de noche, en la casa Baynard fue recibida en el jardín delantero, en el internado Cuthbert la habían dejado el buzón de correos, mientras que en Canadá Anne se encontraba en la biblioteca, estudiando junto a Cole para un examen cuando una carta llegó a sus manos.

Provenía de Europa.

La pelirroja se lamió los labios y la tomó con un temblor inusual en sus manos.

–¿Crees que...? –preguntó Cole, que ya se sabía la historia completa del romance fallido con Gilbert Blythe.

Anne no supo que decir, suspiró y abrió la carta.

–Es de Ruby –dijo aliviada, con una sonrisa en su rostro, Cole también sonrió, pero mientras más leía la expresión en el rostro de la muchacha cambiaba a una mezcla de sorpresa con melancolía.

–¿Y? –preguntó su amigo– ¿Que ocurre?

Unas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

–Va a casarse, me está invitando a su boda.

Por los prados del sendero, en dirección a lo que había sido su antiguo hogar, Diana Barry corría apresuradamente para contar la buena nueva a su figura materna, quien estaba igual de encantada por aquella noticia.

–¡Señorita Marilla! ¡Señorita Marilla! –dijo agitada mientras abría la puerta– ¡Dígame que usted también tiene una!

–¡Claro que sí! Nuestra pequeña niña se va a casar este verano, ¡y en París! Santo cielo, siempre quise ir a París, sabía que Dios la había hecho tan hermosa por una razón en específico. ¿Irán?

–¿Cómo se atreve siquiera a preguntar? ¡Por supuesto que iré! Será la boda del siglo; me imagino que Jane está escribiendo una carta a nosotros en este instante, ahora mismo le voy a escribir a Anne.

–No creo que sea buena idea –dijo la mayor–. ¿Crees que lo haya tomado bien?

–Por supuesto, ¿por qué dice eso? Después de todo, Ruby es su amiga, recuerde que así se puso cuando Jerry y yo nos casamos. Lo entendió después.

Marilla sacudió su cabeza.

–Tienes razón.

Matthew Cuthbert entró a la habitación y entre gritos de celebración los tres celebraron tal acontecimiento.

Jane escribía lenta y detalladamente una carta que se dividiría en tres. Pensó un par de veces en si ir a la operadora a gastar unos centavos llamando a Anne a ver como iba todo. La pelirroja le había escrito mil cartas desde que se había ido a estudiar, pero para ese momento no tuvo necesidad de expresar lo que sentía, Jane la conocía.

–Bueno –dijo Cole después de un rato–, al menos no es con Gilbert Blythe, eso te hubiese destrozado el triple.

–¡Y que lo digas! No quiero ni imaginar que eso hubiese pasado.

–Vamos por un café, yo invito –dijo el chico.

–No sé que haría sin ti.

–Basta de llantos, tienes que pensar que tu próxima parada será París, la ciudad del amor.

«París» pensó ella feliz, luego recordó que Gilbert Blythe estaría ahí.

「𝐖𝐨𝐦𝐞𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora