La semana siguiente, Anne y Jane partieron a la playa. En eso quería la pelirroja invertir parte del dinero que había ganado en la publicación de su libro, Jane había estado tan triste últimamente que a todos en el internado les partía el alma encontrarla llorando sin aparentemente razón alguna, cuando le preguntaban que ocurría, siempre evitaba responder o decía que nada. Ahora que solo estaban ellas dos, lo mejor sería ser una compañía mutua.
Ruby estaba en Europa. Después de haber terminado su carrera de artes en la universidad, sus padres decidieron que lo mejor para ella sería marcharse a conocer donde la verdadera cultura estaba, por lo que la enviaron con una tía lejana que tenía a pasar una temporada en el viejo mundo. Antes de partir, le había dicho a Gilbert que cuidara mucho de sus amigas y, que si algo malo llegaba a ocurrir este mismo iría hasta allá solo para consolarla de la soledad en la que probablemente estaría. Claro, él aceptó pensando que no tendría que cumplir su promesa.
Así que, la segunda mañana en la playa, Anne estaba leyendo un libro a Jane, cuando finalmente tuvo una idea errónea de por lo que verdaderamente estaba pasando su amiga.
–Me gusta escucharte leer, Anne –dijo la chica–, pero me gusta mucho más escucharte leer cosas que tú escribes.
–No tengo historias nuevas –respondió frunciendo los labios.
–¿Por qué no?
–Ya no he escrito nada.
–Tienes lápiz y papel, siéntate a escribirme algo.
Anne suspiró.
–No puedo, ya no creo que pueda escribir. Creo que a nadie le interesa leer lo que escribo.
Jane miró lejos.
–Escribe al menos para mí, tú eres escritora desde antes que alguien te conociera o pagara –suspiró–. Estoy mal, hazlo por mí.
La chica Shirley se acomodó en la manta sobre la que ambas estaban sentadas, se giró a su amiga y la vio a los ojos.
–¿Que te ocurre, mi querida Jane? Siempre has sido reservada, eso lo sabemos, pero nunca has sido triste. ¿Que ocurre?
Los ojos de la chica Andrews se cristalizaron.
–Es... Es que... ¡No lo sé! –se echó a llorar–A veces, cuando estoy sentada en el escritorio de mi habitación miro por la ventana y veo a Gilbert Blythe pasar, entonces pienso en lo sano que es, en lo abierto que es con todos, pienso en su carisma, en lo amable que es, entonces me doy cuenta que nunca en la vida podré llegar a ser como él, o como tú, o como Ruby o Diana. Anne, mírame, tengo veinte años, no tengo prospectos amorosos, mi tímidez no me lo permite, mis padres siguen pagando mi educación en este internado, y no tengo con que hacerme valer en la vida, a parte de tocar el piano, pero sabes que no podría hacerlo frente a una multitud. Me moriría del miedo.
Una especie de revelación llegó a la mente de Anne, ¿podría ser lo que ella creía que pasaba?
«Santo cielo» pensó «Jane está enamorada de Gilbert»
Realmente lo que tenía Jane Andrews no era un loco enamoramiento por Gilbert Blythe, era la última persona en la que pensaría para casarse, lo veía como un hermano. Lo que Jane tenía era la hoy muy conocida «Depresión». Una depresión debido a que sentía que como persona no estaba valiendo lo que realmente podía, sin embargo, Anne imaginó que se debía a que el amor que su amiga tenía por Gilbert era mayor a cualquier otra cosa. A pesar de que nuestra querida pelirroja amaba en secreto al muchacho con todo su corazón, si en algún momento él llegase a proponerle cualquier tipo de relación amorosa, ella le diría que no, ya que se encontraba demasiado ocupada con su futuro como escritora.
Pero, con el dolor de su alma tendría que dejar ese amor por su amigo, porque, según ella, devolverle la felicidad a Jane Andrews valía más que nada en ese momento.
Esa misma noche escribiría a sus padres.
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「𝐖𝐨𝐦𝐞𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」
FanfictionEl internado Cuthbert recibe cada año a las mismas cuatro chicas, las cuales, se conocen de toda la vida, pero tras un largo verano fuera y con la aparición de la adolescencia y nuevos personajes en sus vidas las cosas pueden cambiar. Fecha de inici...