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La soledad que radiaba la universidad durante los primeros días de enero de 1904 hizo recordar a Anne a su amada villa estadounidense a la cual anhelaba regresar con todas sus fuerzas

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La soledad que radiaba la universidad durante los primeros días de enero de 1904 hizo recordar a Anne a su amada villa estadounidense a la cual anhelaba regresar con todas sus fuerzas. Se sentía muy sola la mayor parte del tiempo, divagando entre un tumulto de gente desconocida que jamás le hablarían. Extrañaba a todos, en especial a Gilbert Blythe. Pensaba en él cada noche, incluso había considerado seriamente si escribirle o no un carta, pero al final se negó porque pensó en lo devastada que estaría Jane si llegase a descubrir el profundo amor mutuo que ambos muchachos se tenían.

Esa mañana, después de leer una carta que le había enviado Ruby Gillis desde Liverpool, Anne se fijó en que en el periódico de la universidad estaban haciendo un concurso de escritura. Caminó por todo el campus en busca de quien pudiese ayudarla con aquello, si ganaba, tenía pensado en llevar a Jane a las montañas durante el verano para ver si de esa forma podía mejorar su estado anímico. Sin embargo, pensar mucho la hizo tropezar con un muchacho igualmente distraído.

-¡Perdóneme usted! -dijo Anne de inmediato sin levantar la cabeza.

-¡No, para nada! Perdóneme usted a mí, me pasa por estar imaginando cosas que probablemente jamás sucederán -se la quedó mirando por un buen rato-. Mi nombre es Cole Mackenzie.

-Anne Shirley -ambos estrecharon sus manos.

-¿Necesita que la acompañe a algún lugar? Se ve un poco desorientada, espero que no le moleste.

La pelirroja lo pensó un par de veces.

-De hecho sí, estoy buscando el periódico de la universidad.

Cole asintió y se ofreció a acompañarla.

Mientras tanto, en Estados Unidos, Gilbert, que había ido a pasar unos días invernales, antes de regresar a la universidad, pasó por la casa de Diana y jugó un rato con los pequeños Cordelia y John, luego se pasó por el internado, dudó en si entrar o no, porque sin Anne ahí, las cosas no serían iguales nunca. Ella marcaba un antes y un después en los sentimientos que a su corazón absorbían, pero al ver desde la ventana como en un rincón de la sala de estar que antes había estado repleta de gente, Jane Andrews lloraba desconsolada decidió dar dos golpes fuertes en la puerta. Fue Matthew Cuthbert quien abrió y le permitió pasar.

-Hola, tranquilita -dijo acercándose a la chica Andrews, que limpiaba sus lágrimas con rapidez- ¿Ocurre algo?

-Gilbert... -comenzó a decir- si te cuento algo, ¿prometes nunca decirlo a nadie? Así estés muriendo.

Él notó la gravedad del asunto y extendió su dedo meñique, ella correspondió a su promesa. Aquella tarde, Jane contó con exactitud todo lo que le había estado ocurriendo, la tristeza que la había marcado por varios años y que en más de una ocasión casi la había llevado a una muerte segura.

-Te juro, Jane -dijo el chico- que no desistiré hasta que vuelvas a ser completamente feliz y alcances tus metas, yo te voy a apoyar en todo, lo estoy jurando en serio.

Ella sin preguntar le dio un abrazo.

Anne había encontrado un nuevo amigo en la universidad y eso la alegraba de una manera que no era de creer. Ganó el concurso al final de la primavera, luego, cuando pensó haber superado completamente a Gilbert Blythe, se decidió por enviar una carta al internado diciendo que pasaría unos días del verano allá. Lo que no tenía planeado eran las cosas que Gilbert tenía por decir y que ella aun no estaba preparada para oír.

「𝐖𝐨𝐦𝐞𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora