Artemisa Rosier carga con un apellido temido por la comunidad mágica. Siendo solo una huérfana a causa de la copilada muerte de ambos padres, Artemisa es puesta en manos de familiar en familiar, hasta acabar con una de las mortífagas más peligrosas...
El viento soplaba fuerte mientras que las trompetas y alaridos del campo de Quidditch anunciaron el comienzo del primer partido jugado del año, junto con el brusco apretón de manos entre los capitanes que Madame Hooch puso de consigna antes de comenzar. Una gran enemistad y pendencia se desenvolvía entre los espectadores de aquel encuentro, ya que Gryffindor y Slytherin se enfrentarían en un violento duelo. Las otras dos casas flameaban entre ellas banderas bordo apoyando a los leones, al parecer Slytherin tendría como único apoyo el de los suyos.
Artemisa se sujetó con fuerza del mango de su Nimbus 2001, el uniforme esmeralda con su apellido grabado en la espalda le dio toda la confianza que necesitaba para sentirse parte del equipo. Marcus y Miles, los integrantes más grandes y tramposos de su bando, la habían obligado no sólo a desviar las Bludgers sino a dirigirlas frente a todo pronóstico contra los jugadores del equipo contrario. Artemisa debía ceder a sus deseos y hacer todo lo que se le pidiera para pertenecer y no perder su puesto, así que en el momento en el que el silbato de Madame Hooch les indicó que podían comenzar, tomó su bate con fuerza y sus golpes arremetieron fuertemente contra los estudiantes de Gryffindor.
Fred Weasley fue quien golpeó lejos la bludger que Artemisa envió en su dirección, alejándola de su pequeño buscador, Harry Potter, el niño con un rostro más pálido que el de la misma pelirroja. La brusca pelota tomó el rumbo y ángulo que el pelirrojo golpeador había buscado y el objeto animado se dirigió intencionalmente hacia Adrian Pucey. El muchacho de largo cabello azabache colocó sus brazos frente al rostro esperando impaciente el impacto, sin embargo, este nunca llegó. Artemisa se había dirigido a toda velocidad hacia su compañero cazador, y con su cuerpo frente al de Adrian protegiéndolo para que pudiera continuar jugando, tomó el bate con ambas manos y, suspirando con calma antes del golpe ganador, desvió la Bludger nuevamente haciendo que esta derribara a Oliver Wood. El Gryffindor, como era de esperarse, cayó por los aires siendo no más que una mancha escarlata alejándose de las alturas.
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- ¡Bien hecho, Rosier!- la felicitó el capitán de dientes disparejos, sonriente a causa de la herida de Wood causada por su más reciente jugadora.
Dada la trágica pérdida de Oliver en el equipo contrario, significando también la ausencia del guardián en los aros de Gryffindor defendiendo su puesto, Marcus tomó posesión de la Quaffle y lanzó la misma de revés, anotando con soltura y profesionalismo.
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