.CAPÍTULO QUINCE.

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Capítulo quince: "Lo que pasa de madrugada"

Si había algo que extrañaba más que a la mismísima Hogwarts, aquello era su habitación. Aunque tuviera que compartirla con Pansy Parkinson y Daphne Greengrass, aquella gran recamara siempre la había hecho sentir la calidez de un hogar. La humilde habitación color esmeralda con estrafalarias cortinas colgando de su camastro y ventanales con vista hacia el interior del lago era el único aspecto de su vida que nunca cambiaría; todos los años acabaría allí en la misma habitación, junto con el mismo corriente camastro de cortinas verdes esmeralda. Era lo único que conocía con certeza que le pasaría todos los años, el único evento fijo y rutinario de su vida que nunca cambiaría. El resto de su vida era un enigma, pero lo corriente de aquella habitación y cuanto apreciaba verla todos los años no lo era.

Sus libros rodeándola como torres de defensa, su colonia de caramelo salpicando las sabanas y las cortinas para que estas siempre olieran bien y su baúl esperando firme a los pies de su cama, esperando a ser abierto para comenzar a organizar sus pertenencias personales. La cama a su lado siempre había permanecido vacía, no había las suficientes mujeres en el tercer curso de Slytherin como para llenar todas las camas de las habitaciones, y Artemisa esperaba que algún día, por obra de un milagro, alguna estudiante se hartara de sus compañeras y comenzara a hospedarse con ella, alguien de buena personalidad con quien compartir recamara no fuera un suplicio y que hiciera la convivencia con Pansy y Daphne menos dolorosa.

Sus compañeras la habían dejado con la que según ellas era la peor ubicación, justo a un lado de la ventana. Decían que en los días de lluvia las criaturas del lago negro se ponían inquietas y no las dejaban dormir, y que en los días soleados, los rayos de sol que pasaban por entre el agua las hacían despertar aún más temprano de lo que debían. A diferencia de sus compañeras, Artemisa lo encontraba fascinante, ya que jamás en sus cortos años de vida había creído que a través de su ventana podría ver agua y criaturas como aquel calamar gigante pasearse por ahí sin tenerle miedo.

Había terminado de ordenar sus cosas en el baúl que le correspondía para eso de las diez, ya tenía su pijama puesta y se había encargado también de saludar de mala gana a sus compañeras de cuarto, quienes hablaban del mismísimo Draco Malfoy como si fuera un Dios. No pensaba tener que aguantar eso durante la medianoche también, así que mientras Pansy no paraba de reír con aquella risa de grindilow molesto, la pelirroja tomó sus libros y se marchó a la sala común.

La noche siniestra ya había caído y todos se habían ido a dormir hacía rato, aunque Annabelle Cuffe Port conocía a su mejor amiga a la perfección y supo que la encontraría leyendo el nuevo libro de pociones acurrucada junto a la chimenea de fuego esmeralda. Ninguna de las dos se llevaba bien con las personas que les habían sido asignadas como compañeras de habitación, es por eso que se pasaban la mayoría del tiempo en la sala común.

- ¿Comprendes que aunque lo leas repetidas veces seguirás apestando en pociones?

- No apesto, soy sobresaliente.- susurró vanidosa mientras le echaba un vistazo a su rubia acompañante, esta misma ya le hablaba con los ojos cerrados y recostada contra el apoya brazos del sillón de cuero.

- Solo estoy bromeando, con ese oso gigante nos demostraste a todos que eres de envidiar.- chasqueó la lengua recordando lo ocurrido en el tren, mientras se incorporaba en el sillón al oír un par de susurros en las escaleras de la entrada.- ¿Por qué huiste de tu habitación esta vez?

- Parkinson y Greengrass hablaban de Malfoy, de lo maduro, alto y musculoso que esta.- con una risa exasperada, Artemisa pasó de página fingiendo que leía. ¿Ahora todas hablarían de muchachos, así sería su vida a partir del tercer año? Porque no lo soportaría por mucho tiempo, acabaría por desaparecerse sus propias orejas.

UNA ROSA NEGRA {DRACO MALFOY}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora