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Érase una vez, un rey solitario que no disponía de una corona, un trono y un pueblo que lo amara. A diferencia de otros monarcas, él solo cumplía una función. Una función que lo hacía sumamente feliz y lo llenaba de dicha. Yacía en un lecho de oro y riquezas desde hacía generaciones. Nadie era lo suficientemente anciano como para relegar la llegada del Rey Bajo la Montaña, pero, al mismo tiempo, ningún hombre padecía de un brío envidiable como para acercarse a comprobar si aún seguía dormido o si, con el paso de los años, simplemente se había podrido junto con las demás joyas robadas.
Por mucho que el rey descansara en pleno silencio, nunca soñaba. De hecho, jamás detentó de ello, pero sí de temor. El Rey Bajo la Montaña era conocido por ser el único con escasez de miedo y de malestares. He aquí el motivo por el que se autoconvencía a sí mismo de que su gruesa armadura también ahuyentaría sus pesadillas. Él se consideraba un cuervo: ágil, oscuro e inesperado, como la mismísima Muerte. Pero en eso estaba equivocado. Al fin de cuentas, nadie es capaz de huir del pavor.
Aquella noche se revolvía. Sus ambiciones desaparecían y devenían aquello que temía más en el mundo: el arrebato. Lo único que apreciaba eran unas plumas negras que caían en un sinfín opaco y frío. La Muerte se había comido el cuervo. El rey comenzó a llorar porque había perdido sus riquezas, su coraza y su montaña. Era la primera vez que saboreaba semejante soledad. Se sentía triste y humillado. Y sus gemidos se transformaron en llantos de impotencia, pues, a pesar de que el fuego lo había arrasado todo, sus lágrimas habían permanecido ocultas durante mucho tiempo. Hasta este momento.
De repente, alguien comenzó a llamar a su puerta. Era un ruido constante y atronador. Jamás había escuchado un alboroto tan desmesurado como este. Cada vez se encontraba más cerca. La Muerte había venido a llevárselo. Y cuando al fin se le presentó en persona, el rey despertó de su pesadilla.
Aún con los ojos cerrados, pero devuelto a la realidad y aliviado al ver que seguía vivo, escuchó las mismas llamadas que lo sobresaltaron durante su espantoso sueño. Por suerte, no era nada. Tan solo se trataba de los picos de un cuervo, que impactaban contra las paredes de su montaña. Fue la misma existencia del ave lo que lo despejó. Aquello era una señal de vida, una premonición que le dictaba un sacrificio. Parecía que uno de los dos debía morir, cuando la realidad es que ambos eran la mismísima Muerte.
Si el rey mataba el cuervo, viviría. Pero si el cuervo se quedaba, sería él el que perecería. Irían a buscarlo, porque la presencia de este mismo pajarraco significaba que la Montaña Solitaria volvía a tener vida. Así que, cuando la decisión finalmente fue tomada, Smaug el Dorado; el temible Smaug el Terrible; el sanguinario Smaug el Magnífico; el mismísimo Rey Bajo la Montaña, abrió los ojos por primera vez en ciento setenta y un años y se juró a sí mismo que no existía nada más mortífero que él. Y, antes de sacar un mar de llamas por la boca, exclamó con furia «¡Yo soy fuego! ¡Yo soy muerte!».
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𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐋𝐀𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐉𝐎𝐒 ▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔ I EL PAVOR DE SMAUG
Noche, querida y lúgubre noche, ¿qué me traes esta vez? ¿Es oro? ¿Otra pesadilla? ¿O quizá más poder?
«Toc, toc», el terror me ahoga hasta que caen mis plumas Quiero despertarme y averiguar qué es, pero si se trata de la muerte, sé que no me podré defender
Noche, querida y lúgubre noche, ¿qué me traes esta vez? La balanza debía equilibrarse así que desperté
«Toc, toc», el cuervo me llama y estoy temblando de pavor No quería perder lo que es mío, así que el fuego lo quemó.
¡Cuervo traicionero! ¡Yo no vine a morir! El miedo me apuñala y no puedo escapar Tu mirada me inquieta y por ello te debo matar ¡Yo soy fuego! ¡Yo soy muerte! ¡Y no me detendré!
Ahora soy tu pesadilla y jamás podrás huir de mí.
▔▔▔ I FRYKTEN FOR SMAUG
Natt, kjære og dystre natt, hva gir du meg denne gangen? Er det gull? Nok et mareritt? Eller kanskje mer kraft?
«Bank, bank» redsel kveler meg til fjærene mine faller Jeg vil våkne opp og finne ut hva det er, men hvis det handler om Døden, vet jeg at jeg ikke vil være i stand til å forsvare meg
Natt, kjære og dystre natt, hva gir du meg denne gangen? Vekten måtte balanseres så jeg våknet
«Bank, bank», ravnen kaller meg og jeg skjelver av redsel Jeg ville ikke miste det som er mitt, så bålet brant ham.
Forrædersk ravn! Jeg kom ikke for å dø! Frykten stikker meg og jeg kan ikke unnslippe Blikket ditt bekymrer meg, og for det må jeg drepe Jeg er brann! Jeg er døden! Og jeg vil ikke stoppe!
Nå er jeg ditt mareritt og du kan aldri flykte fra meg.
