Azog el Desollador, parecía el mismísimo diablo resurgiendo del infierno. Se sentía horriblemente amargado tras haber saqueado y quemado un villorrio. Un sinsabor acerbo e insatisfactorio que lo cocía por dentro por haber destruido una aldea vacía que debería estar poblada. Azog, vil y terrorífico, quiso sembrar pánico como quién camina en las sombras, pero lo que halló fue un pueblecito inhabitado que la única utilidad que tenía eran sus humildes riquezas. Él quiso ver sangre y, en vez de eso, tuvo que ir a buscarla. Lo único que le hizo feliz en este momento fue saber que cuando todos estos futuros esclavos quisieran volver a casa, tan solo se toparían con una montaña de cenizas y no con un hogar.
Caminó entre un sendero de fuego y el polvo, como si el calor no le hiciera más que cosquillas en la tez. Como... Como si lo absorbiera en vez de que las llamas se lo tragaran a él. Aquí solo había espacio para un rey. El rey del terror y la miseria. Con la mirada alta y una sonrisa más afilada que un cuchillo, se agachó para contemplar de cerca unas enormes huellas de oso que se adentraban en la peligrosa arboleda. Esas eran las pisadas de su botín: un oso peludo que con su pelaje se haría una alfombra para reposar los pies. Pero su presa, ahora estaba perdida. Y Azog el Profanador, odiaba ser un perdedor.
Sin pensárselo dos veces, hundió la mano en un pedazo de madera abrasada y arrancó un grito desollador en cuanto sus dedos empezaron a calcinarse. La quemadura le provocó pompas como turones del tamaño de las burbujas que produce el aceite caliente cuando se encuentra en su máxima temperatura. Le dolía a horrores, tanto, que quiso suicidarse ahí mismo antes que seguir aguantando el ardor del fuego, pero aguantó.
Si algo había aprendido todos estos años era castigarse por cada errada que cometía. Cada castigo emitía rabia. Y de la tortura, nace el dolor. Y Azog lo amaba porque le daba una razón más para seguir masacrando a inocentes y verlos rendirse ante sus pies y rogar por sus insignificantes vidas. Porque el dolor conllevaba poder y el poder, era la única motivación que le daba para seguir viviendo. Y Azog iba a ser tan poderoso que permanecería en la eternidad incluso después de la muerte del último cambiapieles. Porque ahora, él era inmortal.
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𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐋𝐀𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐉𝐎𝐒 ▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔ XXVIII AZOG, EL REY DEL DOLOR Y LA MISERIA
Dedos de fuego y carbón arañan los cielos, arañan la vida Dientes de espadas y ojos de halcón arrancan la felicidad de la gente
Hay terror Hay temor Hay miedo Hay perdición
Si el rey profanador te encuentra más te vale esconderte bien porque si te halla y te agarra se hará una capa con tu piel ...
▔▔▔ XXVIII AZOG, KONGEN AV SMERTE OG ELENDIGHET
Fingre av ild og kull skrap himmelen, skrap livet Sverdetenner og haukøyne de river lykken ut av folket
Det er terror Det er frykt Det er frykt Det er undergang
Hvis den vanærende kongen finner deg du må gjemme deg godt for hvis han finner deg og griper deg vil lage et lag med huden din ...
