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—Amatulya, Alatar —halagó el Mago Blanco—. Dichosos son los ojos que te ven.
—El placer es mío, Saruman. Después de tantos años sin vernos, el viaje que he emprendido ha valido la pena.
—Nada me hace más feliz. Por favor, pasa. Pongámonos cómodos y comamos. La cena ya está lista.
Saruman lo hizo pasar e instaló sus cosas en la entrada del portal. El Mago Azul se aposentó en la mesa, colocándose un trapo de seda en el regazo para no mancharse al comer. Saruman se sentó al otro extremo del largo bufete y le mostró todos los platos que había.
—Por Eru... ¡Aquí hay mucha comida!
—Sé que la travesía te ha resultado bastante agotadora, así que deduje que querrías empacharte antes de irte a dormir. Hay hambre, ¿verdad? Come todo cuánto quieras.
Y así lo hizo. Alatar se sirvió una rica sopa de tomate; una ensalada con marisco; arroz con papas; pollo asado; costillas de cordero bañadas de vino tinto; tarta de cerebro; pan y más pan; hígado encebollado; ojos de buey con un toque picante; solomillo de cebón y setas a la lima; y para acabar, un batido de ciruelas con un sabor singular. El Mago Azul se puso morado de carne, tanto, que terminó el zumo con pesadez. No solo sus labios terminaron ensuciados por el jugo de la carne, sino también su despeinada barba nívea. Saruman se veía muy feliz. Se notaba que estaba orgulloso de la cena que le había preparado.
—Uf... ¡Estoy lleno, Saruman!
—No me extraña. Has devorado prácticamente toda la mesa.
—Créeme, estaba realmente famélico. Los platos eran exquisitos. ¡Buen trabajo! Por cierto, ¿dónde está mi amigo Pallando? Ya debería haber llegado hace un buen rato. Se enfadará si ve que no le he guardado nada de cena...
—¿Pallando? Pero si está aquí, Alatar, con nosotros.
El Mago Azul volteó la mirada con una sonrisa confusa y la volvió de nuevo cuando no vio a nadie más, salvo ellos dos.
—¿Qué dices? Aquí no hay nadie. Solo estamos tú y yo, Saruman.
—No seas impaciente, Alatar, usa bien tus ojos. ¿Aún no lo has encontrado? Al menos, deberías notarlo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, desconfiado.
Saruman inclinó la sonrisa.
—¿No lo sientes en tu interior? —cuestionó, afilando su sádica sonrisa—. ¿No lo sientes en tu... estómago?
Alatar abrió los ojos, horrorizado, y agachó la mirada hacia el plato. Colocó las manos en su vientre y analizó todos y cada uno de los guisos que cenó: sopa de tomate, ojos de buey, tarta de cerebro, hígado encebollado, costillas, pollo asado y un batido de... de...
Se levantó con sobresalto y chilló desgarradamente al darse cuenta de que todo lo que acababa de zampar era de todo menos un animal. No se percató hasta ahora de que el otro mago llegó mucho antes que él, quizá desde hacía días.
La cena fue Pallando... Y lo peor de todo es que fue la mejor carne que probó jamás.
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𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐋𝐀𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐉𝐎𝐒 ▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔
XII LA CENA DE SARUMAN Y ALATAR
Ven a cenar, la comida ya está lista Ven a cenar, la carne está rica Ven a cenar, come como un caballo Ven a cenar, ¿dónde está Pallando?
Ven a cenar, empáchate, disfruta Ven a cenar, no te cortes, continúa Ven a cenar, empáchate, ponte gordo Ven a cenar, ¿no hueles el horno?
Ven a cenar, la comida ya está lista Ven a cenar, la carne está rica Ven a cenar, come como un caballo Ven a cenar, ¿dónde está Pallando?
...
▔▔▔ XII
SARUMANS OG ALATARS MIDDAG
Kom til middag, maten er klar Kom til middag, kjøttet er deilig Kom til middag, spis som en hest Kom og spis middag, hvor er Pallando?
Kom til middag, pakk deg selv, nyt Kom til middag, ikke vær sjenert, fortsett Kom til middag, pakk deg sammen, bli feit Kom til middag, lukter du ikke ovnen?
Kom til middag, maten er klar Kom til middag, kjøttet er deilig Kom til middag, spis som en hest Kom og spis middag, hvor er Pallando?
