Capítulo 40.

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Volví.








─Mierda… Mi cabeza.

─Sí, supuse que ese sería tu primer diálogo─ Jeremy se sobresaltó al oír una voz junto a él en el colchón, pero se trataba de Oliver así que casi suspiró con alivio, volteó a verle, cómo pudo, encontrándole mirando su móvil, con uno de sus pijamas puesto─. ¿Cómo dormiste?

─Como un niño sin remordimientos─ hundió su rostro en la almohada, aunque el remordimiento le estaba haciendo mella tal cual la resaca─. Dios, me quiero matar.

─No digas eso, ni como broma─ Oliver rodó los ojos, disgustado, dejando el móvil sobre la mesa de noche, recostándose de lado para ver a su mejor amigo, aún con marcas por todo el cuerpo, y el rostro hinchado debido al sueño, sumado al alcohol─. Te ves muy mal.

─Me siento mal.

─Lo supuse, te traje algo de café─ Le alcanzó la taza que estaba junto a su móvil, por lo que Jeremy se sentó sobre la cama para recibirla, apoyándose en el respaldar al que tantas veces había estado atado, con Oliver mirándole fijamente. Esperaba que cambiara pronto el tema, y su mejor amigo, débil ante aquella mirada, tuvo que ceder, sin la necesidad de usar palabras─. Deberías comer algo luego, te prepararé el desayuno.

─ ¿No iba a venir Teresa a almorzar con Jackie? ¿Qué hora es?

─Anoche le dije que no te sentías bien, me mandó quince mensajes pidiendo explicaciones, hasta que le dije que estabas bastante borracho, y que quizás no te sentirías bien. Así que lo pospusimos para la próxima vez.

─Ella es un amor.

─Lo sé─ Se ahorró un suspiro. Últimamente, era todo lo que hacía, y tenía que hablar en serio esta vez, con total seriedad─. Jeremy, debes controlarte con el alcohol.

─Lo sé, me pasé de tragos ayer. Fue una estupidez.

─No, deberías controlarte en general. Se te está haciendo un vicio. Tienes cerveza de más en la nevera, y no quiero que el día de mañana seas un viejo bigotón con un vaso de whisky en la mano al que le gusta que lo azoten. Controla cuanto bebes.

Hubiera contestado alguna estupidez, porque con la resaca, y lo mal que lo había pasado la noche anterior, realmente no estaba de humor para sermones, pero se contuvo, asintiendo. Había cosas más importantes en ese instante que lidiar con el malhumor de Oliver, con sus experiencias que hablaban desde la razón.

─Lo siento.

Oliver torció la boca, tampoco quería que pensara que le estaba regañando, y le revolvió el cabello, haciéndole sonreír ligeramente.

─ ¿Qué pasó anoche?

─Lo de siempre, un tipo con dinero me humilla y nadie me defiende, así que lo hago por mi cuenta, y se enfadan conmigo. O sea, sé que se enfadaron porque estaba borracho, pero ya da igual. Fui bastante hiriente con Joseph.

─ ¿Quién es el tipo?

─Calvin Robinson, ¿Por qué?

─Por nada─ Se encogió de hombros, proponiéndose recordar ese nombre─. Te prepararé un desayuno más apropiado mientras te tomas una ducha, ¿Tienes planes para esta noche?

─No, pero no pienso quedarme en casa. El día en que las responsabilidades se me tiren encima con fuerza sabré que mi carrera habrá empezado de verdad, y honestamente no me siento preparado para eso, así que… Quiero disfrutar un poco de mi juventud antes de voltearme a mi carrera por completo.

Oliver tuvo que asentir, no podía hacer mucho más. A la edad de Jeremy, de haber sabido cómo resultarían las cosas, pensaría igual, pero por su parte, todo era mucho más inestable, no había nada certero como para el rizado, quien tenía todo absolutamente calculado, había planeado tanto su disponibilidad horaria, como los requisitos a cumplir para ser parte de una importante aerolínea. El rizado no era estúpido, contario a él, meditaba todo con tiempo. Eso le había concedido cierta ventaja. Si el Oliver de diecinueve años pensara como su mejor amigo a la misma edad, se habría evitado traumas que le habían jodido la vida, que le habían distorsionado el camino, sólo pudo sonreírle.

Cazando al Baby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora