Capítulo 23.

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23. Ausencia.

—Sé que estarás ocupado pero con tal de que en las mañanas antes del trabajo le limpies la jaula y le des un poco de pan será suficiente, mantenlo cerca de la ventana ¿Sí?—Lo busqué con la mirada mientras me bajaba la maleta.—Pero no dejes que Ivadog se acerque, cierra bien tu habitación.

Sonrió asintiendo tras cerrar el auto.

—Entendido, el pájaro estará bien.—Afirmó encaminándome a la entrada del aeropuerto.—No le has puesto nombre ¿cierto?

—Pensaremos en uno cuando vuelva.

Tomé su rostro acariciándolo mientras él sujetaba mi cintura con la mirada perdida en el otro y una sonrisa de idiotas en la cara de ambos. Esto era estar enamorada, no lo sentía desde la preparatoria con esa compañera de clase... Pero ahora es distinto, aquí es distinto y me agrada.

El teléfono sonó marcando las 3:40, el vuelo es a las 4.

Nos desconcentró a ambos, le di el último beso por ahora.

—Ve de una vez.—Sugirió manteniéndose a la corta distancia, tras unos segundos de seguir igual me soltó.

—Suerte con tus casos y cuida mucho de tus agentes.—Tomé la maleta, refunfuñó.

—Sólo es una semana.

—Tú solamente responde "Sí, lo haré".

—Lo intentaré.

—Es algo.

•••

A la segunda noche Jack ya se sentía vacío y solo, ella estaba bien, estaría cenando o acurrucada viendo una película con su madre y su hermana, tal vez un programa de aquellos que dan pena ajena o algo familiar en Netflix.

Mientras tanto él compró en el mercado de la esquina algo instantáneo que metes al microondas, una lata de comida para perro especial como premio sin motivo pensando en que ella seguro haría lo mismo puesto que le gusta consentir al perro y una barra de pan integral para el pájaro que nadie más comerá, el condenado se debe sentir bendito, además de que para lo que come y por su tamaño esa barra durará más del mes. Ivadog comía a un lado de sus pies, la luz sólo lo iluminaba a él bajo la mesa, se sentía muy solitario y lamentable como antes de conocerla.

Suerte tenía de que Isabel no estuviese allí, no sabría quién hace más ruido al masticar; si el perro o él.

   "Solos otra vez." Comentó dirigido a su acompañante que no iba a responder.

Él mismo dijo: sólo es una semana y está bien, puede dedicar su cien por-ciento al trabajo, acabando esa cena mandará a dormir al perro, le tomaría una foto al pájaro, lo taparía con una manta, acomodará su corbata y se iría otra vez.

Pensando y pensando él sabía que no estaba tan solo, es como si Julia volviera.

   "No estás celosa... ¿cierto?" Preguntó al aire. "Donde sea que estés... Es como si hubieses reencarnado en ella o al menos una parte de ti." Claramente no había respuesta aunque volteara a ver a todos lados. "Es que joder, son idénticas..." Habló para él esta vez y volvió a su plato.

De repente recordó la noche que tomó de más y lo más 'corriente' para parecer adaptado a la mexicana, o eso miró en Emilio... Grave error a la hora de pagar y ver que ella no bebe, sin embargo continuó con el intento de asombro bebiendo como borracho para también parecer adaptado. Claro que estaba tratando con una mexicana, no alemana. El resultado fue que le dio totalmente igual cuánto bebía, ella ni siquiera lo notó hasta que respondió el teléfono y aparte decirle que es igual a Julia, si hubiese hablado más hasta allí se acaba la relación.

Claro que ella no debe enterarse ¿a quién no le molestaría? Aún Jack tiene mucha excusa, no sólo es porque se parezcan... Queda demostrarlo.

Michelle siente pena por ambos, tanto por ella por la carga que se le viene y él por idiota, claro que se tomó unos minutos para pensar en la situación y considerar que podría estar bien, que se enamore y eso pero ya se espera lo siguiente que hasta el dolor de cabeza llegó de una vez.

Sin embargo a ella le ofende y no puede evitar admitir que sintió como si el corazón se le parara en cuanto la vio, no sabía si ya estaba en el cielo o el infiero y Julia se encontraba recibiéndola.

Pero eso era todo lo que tenía que pensar y opinar en su interior, no gastaría energía y memoria en un tema así.

Mientras tanto... a Jack se le fue el poco apetito que tenía tras sobre-pensar las cosas y agobiarse consigo mismo, se aseguró que lo que sobró era seguro para Ivadog y se lo dejó en el tazón; tiró el plato de plástico a la basura y fue al baño.

Se miró al espejo, miraba sus facciones, su cabello, sus manos que han tenido el privilegio de tocar su rostro, su cuerpo, sus labios... Se abrió la camisa, en el pecho tras el vello se podían apreciar cicatrices tanto de bala, quemaduras y apuñaladas.

El cuerpo es un templo y el de él era como una ruina abandonada que milagrosamente seguía en pie e Isabel era una visitante curiosa que le terminó gustando pero no ha explorado bien el interior, sin embargo considera repararlo para hacerlo más agraciado y cómodo... Ella era su salvación, sólo que Isabel no tenía idea de lo que se iba a encontrar en ese templo aún y cuando lo haga Jack no quiere que reaccione distinto.

No quiere que en la noche en que conozcan el templo de cada uno la pasión se apague tras ver y sentir las grietas que le ha marcado la vida, no quiere preocuparla o asustarla. Sólo quiere sentirla.

En los vestidores alguno tuvo la casualidad de ver sus brazos, su pecho y espalda descubiertas y nadie decía nada más que una broma de su figura para que después Jack lo mandara a la mierda.

Pero ella es distinta, es demasiado curiosa en cuanto le dan luz verde.

¿Cómo será el de ella? No es capaz de imaginarlo, no quiere, pero puede suponer que debe tener sus grietas también. Recuerda que es una mujer trabajadora de campo y aparte guerrera.

Salió de sus pensamientos y lavó su cara, abotonó la camisa, acomodó su corbata y continuó con sus tareas.

Tan sólo espera no equivocarse, no meter la pata gracias a su instinto y finalmente sentirse con el permiso de reinventar su vida si es que aún es posible... Personalmente piensa que no, no lo merece y es una traición a su mujer pero... Al menos de parte de Volkov recibe aliento a hacerlo, por más que se niega al menos toma en cuenta su palabra como motivación para poner de su parte y no cagarla. Es agobiante no poder dejarlo ir, aceptar que el tiempo avanza y ellos no van a volver... Lo único que sabe hacer es castigarse, maltratarse física y psicológicamente hasta desgastarse y que el gatillo finalmente funcione.

Sigue sintiéndose incómodo y culpable al estar con ella, aún no puede enamorarse pero lo intenta, es muy terco con lo que quiere y a ella anhela poseerla como muñeca de edición limitada, también va a repararla y la dejará en una cabina de máxima seguridad donde ni él podrá tocarla, ninguna capa de polvo le caerá por más mínimo que sea, es cuestión de tiempo.

Si el destino le está dando esta oportunidad entonces la aprovechará de la mejor manera que él sea capaz aunque siga muriendo en su interior.

Rosa 🌹 ; Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora