Capítulo 36.

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36. Me and him.

La alarma nos despertó, Ivadog estaba por la orilla de la cama moviendo la cola esperándonos.
Estaba por levantarse pero mantuve mi mano en su pecho.

—No vayas hoy.

—Tengo que ir.—Replicó somnoliento.

—Tienes que descansar.
—Quejó al respecto pero no luchó por levantarse.—Unos días no hará daño a nadie.

Levantó su cabeza mirándome fijo por un momento y volvió a dejarse caer a la almohada.

—¿Es que qué me pasa? No soporto ni esta mierda.

—No vas a ser una roca para toda la vida.

Me senté acomodando mi cabello dejándome recargar en el respaldo, al verlo que mantenía su brazo bueno sobre su rostro.

—Las rocas no se degradan.

—Pero golpe tras golpe en un punto se tienen que romper hasta parecer una simple piedrita.

Respiró hondo.

—¿Y qué pasa con el resto de pedazos que se desprenden también?

—No te puedes quedar con todos.—Acaricié su cabello y sobé su frente con mi dedo pulgar.—No los puedes volver a unir, así que quédate con el que mejor te sirva.
No somos eternos Jack, debes cuidarte más.

No reaccionó.

—Voy a preparar el desayuno.—Volví a hablar y me levanté de la cama.

Ivadog subió en mi lugar quedando junto a él buscando caricias.

—Puto perro de los cojones, dije que no se subiera.

Quejó detrás de mí ignorando su bajo enojo, sólo la hace de pedo pero cuando nadie lo ve lo acaricia y deja hacerle compañía en la cama o el sofá.
Es demasiado discreto dando cariño... Si sigue siendo así cuando el bebé nazca espero que no tome costumbre de él y sólo de mí pero que entienda el amor de él...

Encendí la bocina reproduciendo la primera canción que saliera, Jack tiene demasiadas en inglés y yo en español por mis padres y abuelos.
La primera en sonar es de Antonio Aguilar: Mi gusto es.
Bajé el volumen por vergüenza a que lo llegue a escuchar y cantaba por lo bajo mientras cocinaba.

Extraño despertar con estas canciones en vacaciones de verano preparándome para acompañar a mi abuelo al Ejido.

—¿Quién canta?—Preguntó a mi lado sirviéndose el café.

—Antonio Aguilar.

—¿Mexicano también?—Asentí.—Es interesante.

Sonreí.

—¿Nunca habías escuchado banda? O rancheras.

Negó apretando sus labios mirando mi teléfono.

—Sabes que ni te puedo imaginar vestida así.

—¿Así cómo?

—El sombrero, camisa, botas, un caballo.

Comencé a reír, ahora sonaba Un Puño De Tierra, se quedó atento a escucharla, las cosas nuevas que aprende de mí han de ser muy raras en su mente.

—¿Y no te gustaría?

Me miró extrañado.

—¿Qué cosa?

—Irnos al campo, conseguimos un rancho lejos y tranquilo, yo te enseño todo lo necesario. Nuestra única preocupación serán las siembras, no unos mafiosos.
Ser los patrones tú y yo.

No hizo ninguna expresión, le extendí su plato y se fue a la mesa, dejé remojar el sartén tomando mi desayuno sentándome frente a él.

—¿Extrañas esa vida?

—Bueno claro, son mis raíces pero hablo por hablar. Lo importante es que estemos fuera de peligro.

Asintió.

—Mira primero vamos a centrarnos en el bebé y que nazca bien. Después buscaremos un lugar.

•••

Rosa 🌹 ; Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora