Capítulo 30.

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30. Pasados.


—Isabel.

Llamó en calma, me giré a verlo encontrándolo con la mirada perdida hacia el balcón.

—Dime.

—Jamás me he enterado si toda esta situación te ha dado miedo.

Tomé el separador colocándolo entre las páginas y cerré mi libro para dejarlo en la mesa a la par que dejaba mis lentes también.
Me acomodé mejor en el sillón.

—Bueno… Siento que ya no tanto por el hecho que nadie me ha amenazado, no he retado a nadie, si ellos me lo dijeran a la cara claro que me pondría más nerviosa pero también es que sé que todo estará bien.

—¿Y que acaso quieres que se presenten formalmente a apuntarte con la pistola a la cabeza?

Sonreí irónica.

—No, ya tuve suficiente.

—¿A qué te refieres?

—Cuando mi padre trabajaba era alguien… Tan bueno y justo pero localizado en un pueblo corrupto, machista y viejo prácticamente; se ganó muchos enemigos que quiera o no me heredó.—Sus ojos se abrieron un poco más y su expresión quería mostrar algo de molestia.—Quería hacer lo mismo que él pero la policía me dio la espalda desde que se fue, literalmente todo el respeto que había se desvaneció. Traté de volverlo a ganar con marchas, hacía rifas para familias que no les iba bien, ayudaba como maestra pasante en escuelas, me postulé de diputada y sabían que lo haría tan bien, las personas confiaban en mi pero en cambio otros hombres con poder comenzaron a amenazarme a mí y a mi familia… Y ese fue el colmo, yo tampoco iba a dejar que dañaran a las dos mujeres que amo por mi terquedad. Por ellos nos fuimos.

—Eso es… Una putada.

Asentí, no podía sentir más coraje, no me servía ni cambiaría nada y ahora que lo cuento por primera vez en voz alta ya me da igual.

—Lo es, pensé que podría hacerlo, mejorar las nuevas generaciones pero simplemente no resulta ser posible, no puedo cambiar a la gente, a un pueblo entero.

—Desgraciadamente es así… avanzabas tú o te atorabas allí. Así que hiciste bien.—Se estiró para tomar mi mano con una expresión más relajada y hasta cariñosa en la forma como sus ojos se encogían pero sus pupilas brillaban, unas pequeñas arrugas se formaban alrededor mientras sonreía vagamente.—Pero me lograste cambiar a mi.—Expresó con un tono sincero y contento.—Cambiaste a este viejo que había olvidado amar y si es que alguna vez todos ellos te escucharon y te siguieron significa que lo lograste.

Sonreí asegurando el agarre de su mano.

—Tú nunca olvidaste cómo amar, estabas ansiando muy en el fondo volver a encontrar a alguien, has estado guardando todo ese sentimiento.

—¿Cómo aseguras que ya hubo alguien?

—Lo he notado, tu forma de ser lo demuestra, el cómo te expresas y tu actitud con las mujeres pero no todo tipo de mujer. Incluso he de decir que a veces en tu mirada parece que algo te duele cuando estoy contigo y todo suele estar bien pero es porque algo recordaste.
Hay algo que aún no has sanado, Jack… ¿Puedo saber cómo era ella?

Suspiró con la mirada baja seguramente pensando bien sus palabras y buscando la mejor forma de decirlo, sus ojos se tornaban ligeramente rojizos, entre sus pestañas había un brillo particular por sus lágrimas.

—Ella era…—Su voz se profundizó al borde de quebrarse. Me levanté quedando detrás de él rodeando mis brazos sobre sus hombros hasta su pecho mientras tomaba mi brazo de manera reconfortante y relajé mi barbilla sobre su cabeza.— Yo… Ha pasado demasiado, toda mi vida ha sido una puta mierda que jamás logré entender, cuando la conocí todo no parecía perdido, la amé hasta donde Dios me lo permitió, logramos formar una familia pero un día simplemente perdí todo eso y cuando ellos se fueron… Es como si también hubiera muerto pero mi cuerpo sigue funcionando y no entendía cómo mierda es que seguía aquí siguiendo la misma rutina de mierda.—Comenzó a molestarse por su tono de voz y sus quejas pero respiró hondo aferrándose con un poco más de fuerza mi brazo.—A veces pienso.—Su voz volvió a quebrar y calló.—A veces pienso que... Ella misma te ha puesto en mi camino.—Soltó una risa débil al respecto.—No tengo ni idea pero... Sólo sé que desde que llegaste has sido como un milagro para mí.

Levantó su cabeza hasta toparse con mis ojos, acaricié su rostro y limpié sus lágrimas, al verme bien se giró para quedar frente a mí pasando sus dedos pulgares en mis ojos evitando las lágrimas que estaban por salir.

—No soporto la idea de que hayas pasado por todo esto solo.—Sujeté su mano entrelazando sus dedos en los míos.—Ellos deben de estar muy orgullosos de ti al ver lo fuerte que eres a día de hoy.

Negó.

—Siento que ella debe de estar decepcionada.

—No lo está Jack, cada día que te conozco más sé que eres un gran hombre, estoy segura que fuiste el mejor para ella hasta el último momento pero no puedes vivir con tanto peso y culpa sobre tu espalda.—Mantuvo su mirada fija en mí a pesar de que se nublara con las lágrimas.—¿Cuánto tiempo llevas cargando con todo esto?

Encogió de hombros negando.

—Un buen tiempo.

Afirmé.

—No puedes vivir con ese peso a día de hoy Jack, tienes que comenzar a dejarlo ir.

—¿Y cómo supones que lo haga? ¿Cómo supones que puedo dejar todo atrás y avanzar?—Su voz ya parecía cansada y molesta.

—No existe una manera concreta... Pero encontraremos la forma con la que logres estar en paz; escribir una carta, meditación, lo que sea, haremos todo pero esto no es para que la olvides.—Agité sus manos con delicadeza tratando de animarlo para después guiarlos en su corazón.—Ellos tienen que vivir aquí ahora y debes permitirles vivir en paz.

Sus ojos estaban perdidos y comenzó a negar.

—En tu boca suena sencillo, eres una experta en amar de una forma tan pura y hermosa.

—Pero tu amas con tanta pasión y poder, hay demasiado dentro de ti que necesita salir.

Rosa 🌹 ; Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora