Capítulo 5.

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5. Conversación.

Dejé mi trabajo de casa en ese día y en poco de una semana mi oficina quedó decente y me presentaron al cuerpo y más personal.
Ahora llevo un mes y fue sencillo adaptarme, las personas han sido muy amables pero no son capaces de tomar en serio mi trabajo. A veces son como unos niños para quejarse del mismo una y otra y otra vez.

Saliendo de mi oficina justo miré al hombre rudo el cuerpo saliendo de la suya.

—Señor Conway necesito hablar con usted.

Se detuvo y me miró, otra vez me analizó sin expresión. Me he ahorrado llamarle directamente y quería esperar a encontrármelo.

—Que sea rápido.

Respondió y vino detrás de mí, al menos he notado que no suena tan grosero conmigo como antes. Volkov dice que es porque trabajo aquí.

—Necesito copia de los registros de personal, rango, observaciones que hayas hecho anteriormente... Que me prepare para saber con quiénes trato.—Comenté llegando a la ventana y ne recargué contra ella, él en vez de sentarse se quedó parado con los brazos cruzados a un metro de mí.—Lo digo porque parece que mi lugar aquí no ha quedado muy claro a sus niños de guardería que no soy la mamá del cuerpo, ni psicóloga ni nada por el estilo.

—Así son.

Hijo de la ching...

—Sí señor, claro está pero no vine a trabajar en un circo, ellos tiene que venir a mí por problemas serios de trabajo, conflictos, contratos, vacaciones. No quiero que vengan a quejarse que les dijiste que se corten la cresta o que no se tiñan como payasos.

Suspiró.

—Y a como les has conocido ¿Qué me recomiendas entonces?

—Enviarlos lejos.

—Explica.

—Entrenarlos, dejarles en claro sus lugares ¿Cuántos de ellos verdaderamente se prepararon para estar aquí?  Ellos necesitan una lección y mano dura a la de ya.

—Ya lo sé.

—Muy bien ¿y espera a que lo haga yo o cómo?

Negó apretando los labios.

—Ya he estado pensando en algo pero no me conviene meterte en eso, eres nueva, no lo soportaría.

A como es prefiero no enterarme.

—¿Entonces?

—Se te paga bien por ello.

—Ese no es el problema.

—Esta conversación no llega a nada entonces.

Suspiré mirando a la ventana, viéndolo por el reflejo quitó su mirada de mí y se quedó con la vista suelo.

—Bueno entonces me entrega los documentos ¿por favor?

Asintió y salió.

Me senté en mi escritorio, en la computadora seguían los documentos abiertos y el mismo registro de la quejas y comentarios. En cinco minutos llegó con las carpetas y las dejó encima.

—Gracias.

No decíamos nada pero sentía su mirada.

—Te ves cansada.

Negué sonriendo vagamente.

—Estoy experimentando mi primer estrés.—Pasé mi mano en el rostro tallando mis ojos cuidando mi maquillaje, en la computadora marcaba que eran las 9 pm.

—Bueno... Dices que quieres que te prepare ¿no?—
Lo miré, alzó las cejas.
—Así será, te contaré y aconsejaré para que sepas cómo tratarlos en lo que no estoy y lo que de verdad me notificarás si piensas quedarte con nosotros.

Afirmé.
No puedo negar que eso me pone meramente contenta.

—¿Quiere café?

Pregunté girándome a mi izquierda donde había traído una cafetera y tazas para cuando las visitas fuesen largas.

Soltó un por favor a la vez que sonó cómo se sentó en la silla.
También cargaba estrés y muchísimo más del que me puedo imaginar.

Se comportó decente, tranquilo y habló claro y sólo lo escuchaba y a veces hacía una que otra pregunta a medida que sacaba cada carpeta perteneciente a cada miembro de la malla.

—Este es uno de los miles de gilipollas que quiero sacar.—Señaló la fotografía.

Era Leonidas.
Solté un 'aww' al verlo.

—Es un buen muchacho pero si es un poco torpe.—Respondí tomando un sorbo de lo que le quedaba a la taza de café.—Siempre que le hablas feo viene a decirme que platique contigo, dice que te quiere mucho y... ¿Cómo te dice?

—No, no lo digas.

—¿Abuelito Supe'?

Gruñó por lo bajo.

—En fin.—Pasó de recibir un dolor de cabeza más, cerró el archivo y deslizó en medio de la mesa siguiente.—Esta es Kylie Johnson, no es un caso perdido a comparación de los demás.

—... ¿Y ya?

—Es muy leal como un perrito.

...

—¿Y qué hay de los que van enmascarados? ¿No hay registro?

—Lo único que necesitas saber de ellos son sus nombres, Dan y Fred, puede llegar a existir una ocasión en que vengan a verte cuando yo no esté o que tenga que dejarles algo.

Aparte de niñera y psicóloga...

—¿También seré su asistente o cómo va el tema?

—Mira si te digo que todos son una mierda, son una mierda y hablo en serio, a mí me ayuda mucho que haya alguien como tú aquí. No me inspiras confianza pero sabes lo que haces.

Asentí y miré la hora.

—Ya van a ser las 4, ya no le quito más tiempo, lo deben estar esperando en casa.—Dije mientras cerraba la carpeta y apilandóla junto a las demás.

—Negativo ¿a ti te espera alguien?

—Para nada.

Asintió.

—Igual deberías irte ya y descansar.—Se levantó, tomó las tazas.—¿Necesitas que te dejen en algún lado? Patrullo de paso.

—No gracias, deje las tazas yo-

Quise tomarlas e hizo un movimiento brusco impidiendo que lo hiciera.

Me asustó y lo notó, relajó sus músculos sabiendo que fue sin querer.

—Yo las limpio, váyase a descansar.

Caminó a la puerta.

—Gracias.

—Ajá.

Y se fue.

Rosa 🌹 ; Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora