Capítulo 24.

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24. Familia.

A la hora de comer sentía la mirada de mi madre sobre mí y mi hermana con el celular, levanté la vista y estaba con una sonrisa, reí sin comprender y encogí de hombros.

—¿Qué pasa?

Negó sin borrar la sonrisa.

—Nada, es sólo que veo un...—Cerró las manos moviéndolas al aire buscando las palabras.—Destello.—Habló finalmente.

Crucé mi mirada con la de mi hermana, tampoco entendía.

—¿Cómo?

—Sí, parece que te gusta mucho allá ¿no?

Sonreí torpemente, sólo tengo un motivo.

Asentí y di un trago al té helado, mi hermana estaba con una sonrisa, esa sonrisa que me dice que ya lo sabe... So scared.

—Sí, es muy agradable y ya ves, estoy trabajando en una de las comisarías de la ciudad.

—Escucharte decir que eres policía sería más emocionante que-

—Mamá por favor.—Le interrumpí.—Ya te lo he dicho... Sin papá no es la misma, no tiene sentido hacerlo sola.

De hecho ya no lo estoy, Jack está conmigo no puedo cambiar de opinión.

—Lo entiendo pero es lo que a tu padre le hubiese gustado.

—No, no, papá sólo quería que haga lo mejor por el pueblo en cualquier medio y lo intenté, hasta allí quedó.

—Pero volveremos ¿no?—Preguntó mi hermana.

Hubo un silencio incómodo y mi madre no se atrevía a responder.

—Sí, tenemos que dejarle flores a papá, los tíos, a tu tata.—El cariño se reflejó en su rostro en cuanto los mencioné.—Ve viendo el permiso escolar.—Señalé con el tenedor y giré mi vista, mamá no parecía muy contenta.—Estaremos bien, si saco mi permiso nos quedamos unos días en un hotel, sólo iremos al panteón a dejar las flores y nos vamos de paseo a cualquier otro lado, si Liz quiere ver a sus amigos será fuera.

Se limpió con la servilleta, invadió totalmente mi comentario y juntó sus platos nada conforme con mis palabras.

—Bueno, ya acabé ¿Se encargan ustedes mis amores? Se me hace tarde.—Dejó sus platos en la cocina y caminó al baño principal con prisa, volvió después de un minuto retocando su labial y pretendió besar la cabeza de ambas para después tomar su bolso.—Vuelvo en la noche.

Asentimos y le lancé un beso.

Se fue y en cuanto cerró la puerta Liz golpeó la mesa asustándome.

—Tienes un enamorado.—Me señaló.—O enamorada.

—Estás suata.—Me levanté y extendí la mano, me dio su plato y los llevé a lavar.

Me siguió corriendo con los vasos en la mano.

—Ay no mames Is ¡se te notó al instante! ¿Quién es?—Se pegó a mi, la curiosidad le consumía y la emoción era clara.

—Es del trabajo.—Soltó un ajá esperando más.—Es el... Super Intendente.—Hice énfasis en el nombre de su puesto exagerando más la importancia.—No le digas a mamá aún, la idea era que lo conozcan antes del viaje.

—Ha de ser un gran vato como para que ya estés noviando en cinco meses.

—No le digas vato, ya es adulto.

—¿Tienes una foto?—Negué.—Mames... ¿insta?—Volví a negar.—¿... Face?—Hice una mueca.—¿Entonces está feo?

—No es eso, si es atractivo pero él no es mucho de redes sociales, sólo lo primordial para comunicarse con el trabajo.

Rosa 🌹 ; Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora