Me desperté con el hermoso sonido del canto de las aves y los rayos del... Nah mentira muy lindo para ser cierto, en realidad me desperté con el ruido de mi maldito despertador así que lo agarré y lo estrellé contra la pared haciéndolo añicos, si ya sé, en las mañanas tengo un humor de perros, por cierto hablando de perros.
-ZAAACCKKKKK- grité y enseguida sentí las patas de mi bebé correr por el pasillo, me di la vuelta en la cama y lo miré, tan hermoso mi pastor alemán de ojos café traía mis pantuflas en su boca, las puso delicadamente (tengan en cuenta que hablamos de un perro) en el suelo, me las puse y caminé casi arrastrándome hacia el baño, me duele todo; ayer entrené demasiado y mis músculos agarrotados me están pasando factura.
Me despojé de mi ropa y me adentré en la ducha, el agua estaba caliente y relajante, me lavé el pelo y salí envuelta con una toalla alrededor de mi cuerpo y otra enrollada en mí cabello. Me vestí con unos jeans de mezclilla rasgados en la rodilla, un crop top blanco, unas zapatillas Nike blancas y una chaqueta de mezclilla también. Bajé a la cocina y llené el plato de Zack con comida y otro con agua y lo llamé para que desayunara, luego me preparé unas tostadas con Nutella y café. Estaba terminando mi desayuno cuando siento un peso en mis piernas.
-Hola hermoso- acaricié la cabeza de mi bebé y este hizo un sonido dando a entender que le gustaba mi tacto - ¿Estás nervioso por el viaje?.... No te preocupes mi amor todo saldrá bien y pronto empezaremos una nueva vida lejos de aquí- me levanté miré el reloj las 10:14 a.m. el vuelo sale a las 11:30 por lo que tengo que terminar de arreglarme.
Subí a mi habitación y me sequé el pelo y me hice una coleta alta un poco desarreglada, me maquillé con eyeliner, rimel, máscara de pestañas y brillo de labios. Tomé mi bolso y metí mi celular, las llaves del coche con el que me iré y unas gomitas para el viaje, tomé la última maleta que quedaba en mi habitación y bajé las escaleras bajo la atenta mirada de mi mascota.
- Sígueme - le dije a Zack me despedí de mi hermoso apartamento y tomé el ascensor con mi perro a mi lado. Bajamos a la cochera y ahí me esperaban mis otros bebés y si se preguntan no son perros son autos.
Elegí mi Audi R8 azul, puse las tres maletas que bajé conmigo en el maletero, luego monté a Zack en el asiento del copiloto y arranqué rumbo al aeropuerto.
Cuando llegué eran las 11:20 por lo que salí a toda prisa hacia la puerta de embarque, a Zack lo llevaron por otra puerta y me entristeció saber que mi mascota no viajaría a mi lado. Subí al avión, me puse el citurón y poco después despegamos con destino a New York.
Me puse mis audífonos y al ritmo de Breathe Me de Sia me quedé dormida. Me desperté y me di cuenta que aún no habíamos aterrizado así que me comí mis gomitas y decidí dormir un rato más.
-Señorita ya hemos llegado- sentí que me decían, me desperté y la azafata me miraba con una sonrisa, le agradecí y me bajé del avión a buscar a mi perro.
Salimos del aeropuerto y nos montamos en un taxi, al chófer no le hizo gracia montar a una mascota así que le pagué el doble y así nos fuimos todos contentos.
Llegamos a un edificio y nos bajamos del taxi, subimos por el ascensor cuando este se abrió salimos a un pasillo y al lado izquierdo estaba la puerta de mi piso, abrí y me quedé impresionada.
Las paredes eran blancas, en el salón había un sofá blanco en el que cabían cuatro personas a un lado había un sillón blanco también, una mesita auxiliar negra en la que habían unos cubos grises de diferentes tamaños de adorno, en el suelo había una alfombra negra peluda super chula, enfrente un televisor enorme y muchas películas y videojuegos. Las paredes del fondo eran de cristal por lo que se podía ver gran parte de la ciudad, la vista era realmente hermosa.
Fui a la cocina y esta tenía una isla de encimera blanca con decoraciones en negro, la nevera era grande y a la cocina no le faltaba de nada tenía todos los útiles y los electrodomésticos necesarios.
En la planta de abajo además del salón y la cocina hay un baño, un cuarto de lavado y una habitación de juegos en la que hay otra tele, una mesa de billar, unos dardos en una esquina, un karaoke, una wii, un Xbox y muchas otras cosas.
En la planta de arriba habían tres habitaciones con sus baños y un mini gimnasio que tenía de todo hasta un ring del que enseguida me enamoré, tenía una vitrina con todos mis cinturones y medallas, en las paredes estaban colgadas por todas partes fotos mías en el ring, cuando gané mi primer campeonato, cuando gané el segundo, cuando vencí a la Tormenta de Detroit, que es un boxeador bastante bueno pero muy machista que pensó que no le podía ganar pero lo hice, solo tres rounds y la Tormenta ya estaba besando la lona, después de eso me dijo que tenía cara de ángel pero era el puto Diablo, a partir de ahí me empezaron a llamar El Ángel Del Diablo.
En una esquina del gimnasio estaban colgados en la pared mis guantes de la suerte, con ellos dejé knock out a muchos contrincantes, son negros, con detalles en dorado y tienen un corazón mitad ángel con alas y aro, la otra mitad demonio con cuernos y cola, ese era mi logo, todos mis accesorios de pelea lo tenían, y lo tengo tatuado en mi pierna izquierda, justo encima del tobillo.
Subí a mi habitación que era muy linda, las paredes blancas la cama enorme con sábanas negras, un escritorio, un tocador y dos puertas, una daba al baño y la otra a mi clóset que era súper grande, no traje tanta ropa solo tres maletas con lo más importante por lo tanto tendré que ir de compras.
Desempaqué todo, me di una ducha y me acosté a dormir. Mañana tendría que matricularme en la universidad y encontrar un trabajo para empezar con mi nueva vida alejada de todo y de todos dejando atrás un pasado al cual no quiero volver.
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Ángeles Del Ring
Teen FictionCon un cuerpo de infarto, una sonrisa que ilumina hasta el más oscuro corazón, un cabello negro azabache y unos ojos azules, tan azules que te pierdes en su mirada, todo esto acompaña a la hermosa Deborah Miller. Tal vez pienses que es un ángel caíd...