Chapter Five 5🖤

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- Estoy embarazada - me dijo en voz baja y pude ver que estaba avergonzada.

- Ey - le dije poniéndole un dedo bajo su mentón haciendo que levantara la vista y me mirara - Un hijo no es algo de lo que debas avergonzarte al contrario es una bendición, no estás sola, ahora lo tienes a él y me tienes a mi.

- ¿A ti? - me preguntó

- Si, a mi y a partir de ahora vivirás conmigo, yo nunca te abandonaré - le dije sincera porque era cierto, no lo iba a hacer, se perfectamente lo que es estar embarazada y quedarte sola, completamente sola, que tus padres te abandonen, tus amigos te desprecien y quedarte en la calle y en la miseria, no dejaré que a Madd le suceda lo mismo que a mí, ella no estará sola porque yo estaré con ella.

- ¿Enserio? - preguntó atónita

- Por supuesto, vivirán conmigo - ella se lanzó a mis brazos abrazándome con una fuerza que casi me quedo sin aire.

- No sé cómo pagarte todo esto - me dijo.

- Tranquila, solo dime algo, ¿ Eres alérgica a los perros? - pregunté.

- No al contrario, me encantan.¿por qué? - dijo.

- Porque tengo uno, se llama Zack, es un pastor alemán - respondí.

Nos quedamos hablando de cosas sin importancia, conociéndonos mejor, Madd me cayó realmente bien.

Cuando empezó a oscurecer supe que ya era hora de ir a casa.

- Vamos, se hace tarde - le dije.

Nos levantamos y ella me volvió a abrazar y a agradecerme todo lo que estoy haciendo por ella, que no me molestaba al contrario, soy muy solitaria y mis únicos amigos son Lucas y Austin, su hermano, ya no estamos en la misma ciudad, porque él se casó y tuvo una hija, por eso tuvo que mudarse a la ciudad de su mujer, en cambio Austin es muy aventurero, es mucho más joven que Lucas tiene casi mi edad, no le gusta estar en un mismo lugar mucho tiempo.

Se me hace muy difícil confiar en las personas pero Madd me transmitía confianza, creo que está vez puedo hacer una excepción y confiar en alguien que no sean Lucas o Aus.

Llegamos al apartamento y Madd se quedó encantada con el piso y con Zack, ambos se llevaron muy bien.

Le di a Madd le habitación enfrente de la mía y le di ropa, mañana saldríamos de compras a por ropa para ella y para mí.

Hice la cena que consistió básicamente en tomar el teléfono y pedir pizza. Nos sentamos en el salón a comer y a ver una peli.

- Me encanta el final - me dijo Madd, estabamos viendo Pretty Woman, película que yo nunca había visto y sinceramente no me perdía de nada, vaya muermo, a quien le gusta esta cursilería, con razón nunca la había visto lo romántico no es lo mío.

- Estuvo bien - le dije, claro está que no le iba a decir que la película era un coñazo con lo ilusionada que estaba con que la viera.

- Te dije que te iba a gustar - me dijo

Si claro, pensé.

- Tengo sueño, vamos dormir - le dije, en parte era verdad pero lo dije principalmente porque no quería que pusiera otra película estúpida de amor.

Nos fuimos a dormir ella en su habitación y yo en la mía, me acosté boca a bajo y Zack se subió a mi espalda, no completamente pero si una parte de su cuerpo, no me molestaba ya que estaba acostumbrada.

———

- No, no me dejes - oí que decían, me desperté y escuché unos sollozos - No por favor.... Nooo - sonó un gritó desgarrador y me levanté corriendo cuando me di cuenta que era Maddie la qué lloraba de esa forma.

Corrí a su habitación y allí estaba ella, dormida, teniendo una pesadilla. Me senté en su cama y vi que estaba sudando y llorando, la abracé.

- Maddie, despierta - le decía mientras la sacudía - Solo es una pesadilla.

Ella despertó de golpe y cuando me vió, me abrazó y empezó a llorar.

- Eres lo único que tengo Debbie, por favor no me abandones - me dijo entre sollozos.

- No te preocupes, nunca te  abandonaré - le dije - Te contaré una historia, hace 6 años una chica quedó embarazada, cuando sus padres se enteraron la echaron de casa, sus amigos la abandonaron, y ella quedó sola en el mundo, sin dinero, sin casa, sin nadie, solo ella y la semilla de un bebé en su vientre, pasó días durmiendo en la calle, junto a mendigos y drogadictos, se bañaba en las duchas que había en las playas y comía lo que encontraba por ahí, a  veces sobras o a veces nada, hasta que encontró trabajo en una cafetería, siguió viviendo en la calle pero tenía trabajo, aunque aún no le llegaba para pagar el alquiler de algún lugar, aprendió a defenderse sola ya que tenía que protegerse y cuidar que no le robaran el poco dinero que tenía. Cuando tuvo dinero suficiente se fue a vivir en un piso en el que habían dos habitaciones y ocho persona sin contarla a ella, por lo que tuvo que dormir en el suelo aunque a eso estaba acostumbrada, pero al menos no pasaba frío y podía ducharse en un baño decente. Pasó miles de cosas, miles de necesidades, tenía miles de problemas, pero su bebé era la fuerza que necesitaba, el motor de su vida, aún así no se rindió, luchó por lo que quería, sufrió mucho pero logró ser alguien. - terminé mi historia aguantando las lágrimas - Lo que te quiero decir con esto es que no importa lo malo que sea lo que te pase siempre hay una solución, esa chica estuvo sola pero tú no lo estarás, yo estaré aquí para ti, por lo que no tienes por qué preocuparte ¿de acuerdo? - le dije. Madd me abrazó con fuerza y le limpié las lágrimas.

- Gracias, en serio Debbie muchísimas gracias, no sé que sería de mi sin ti - me dijo sin dejar de abrazarme - puedes dormir conmigo, por favor - me preguntó.

- Vale, hazme sitio - se hizo a un lado y me acosté a su lado, minutos después la oí roncar y no pude evitar sonreír.

Me dormí tarde pensando en todo lo que le dije a Maddie, me ahorré la parte de que la chica era yo, tampoco le dije que mi hijo fue producto de una violación, ni que mis padres murieron en un accidente, accidente en el que por poco muero yo, y que le costó la vida a mi hijo, volví a tocar el tatuaje de mi cintura y no pude reprimir unas lágrimas.

No sé en qué momento me quedé dormida pero no pude evitar hacerlo con la tristeza inundándome.

———

Me desperté de un extraño buen humor, a pesar de haberme dormido hecha una mierda, llamé a Madd para que se despertara pero la tia es un oso hibernando, estuve 15 minutos llamándola pero nada, así que mi lado psicópata despertó y me fui a la cocina con una jarra, la llené de agua fría y le eché unos hielos.

Subí al cuarto de la pelirroja y vacíe el contenido de la jarra en su cara.
Despertó enseguida y del susto cayó de la cama, con la mala suerte de que se le enredó un pie en la sábana y quedó boca abajo con una pie en la cama y otro en el piso doblado en una extraña posición, el trasero en pompa, el pelo empapado y con cara de susto, yo no pude aguantar y exploté en una carcajada.

- Deboraaaaaahhhh - chilló - Joder tía cuando quieras despertarme cántame una canción pero no me hagas esto que puedo morir de un infarto o de una pulmonía, me voy a duchar que me congelo - se fue al baño tiritando.

Cuando salió me miró con una cara malvada y sabía que estaba planeando algo, me levanté lentamente y ella se me acercó y antes de que pudiera salir corriendo me estampó un almohadazo en toda la cara, cuando reaccioné tomé otra almohada y la golpeé con ella y así empezamos una guerra entre plumas y risas.

Cuando estábamos agotadas nos lanzamos a la cama, estábamos agotadas, nos miramos y estallamos en risas, de pronto ella se detiene y se levanta de un brinco.

- Ostia puta, que tenemos que ir a la universidad - y salimos disparadas a vestirnos.

Yo me vestí con un short blanco, un top negro de tirantes unas botas sin tacón marrones y una chaqueta de cuero negra.

Madd en cambio se vistió con una camiseta rosa, un short de jeans y unas zapatillas blancas.

Desayunamos tan rápido que a punto estuvimos de atragantarnos, bajamos al garaje y elegí el Lambo.

- Wow, me encanta tu auto - dijo Maddie alucinada.

- Y a mi - respondí con una sonrisa.

Ángeles Del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora