Estabamos en el auto camino a la escuela.
- Oye Maddie, ¿ya fuiste al ginecólogo? - le pregunté.
- La verdad no, pero tengo que hacerlo pronto - me dijo.
- Si quieres podemos ir hoy, yo te puedo acompañar, si quieres claro - dije.
- Me parece muy bien, la verdad es que me encantaría tenerte allí conmigo - me respondió con una sonrisa.
Llegamos a la escuela y estábamos con 15 minutos de retraso, corrimos por los pasillos vacíos y nos detuvimos frente a la puerta de nuestra clase, que casualmente compartía con Maddie.
Entré al salón sin llamar y Maddie me siguió.
- Buenos días, se nos hizo un poco tarde, tuvimos un problema, ¿ podemos pasar? - pregunté.
- Está bien, pero que no se repita, ¿se pueden presentar? - me dijo la profesora.
Sentí una mirada taladrarme el alma, me volteé mientras Maddie contestaba a la profesora, Dylan me veía de arriba a abajo sin ningún disimulo, se mordía el labio y me guiñó un ojo, yo hice una mueca de asco.
- ¿Y usted? - me preguntó la pesada de la profesora.
- Mi nombre es Deborah Miller - respondí sin apartar la vista de esos ojos verdes.
- Pueden tomar asiento frente al señor Becker - me dijo señalando los asientos delante de Dylan ya que eran los únicos desocupados.
Nos sentamos, hacía un calor del demonio, por lo que me quité mi chaqueta y la puse en el respaldo de la silla.
- Debbie, ¿iremos de compras hoy? - me preguntó Maddie en un susurro.
- Si, después de la consulta, necesitas ropa y yo ropa interior negra, solo me queda blanca y de otros colores, y a mí no me gusta la ropa interior de otro color que no sea negro o blanco - le respondí.
- Claro, conozco una tienda de lencería muy buena - me dijo.
- Vale, me tienes que acompañar - contesté.
- Si quieres te puedo acompañar yo - dijo Dylan desde atrás dando a entender que nos había escuchado - No hay nada que me guste más que acompañarte a comprar ropa interior.
- Vale, no hay problema, te espero a las 6 en el centro comercial - le respondí, Madd me miró atónita y yo le guiñe un ojo.
- ¿Es enserio? - respondió Dylan sin creerlo.
- Por supuesto que no imbécil, como se te ocurre, yo contigo no voy ni a misa - le respondí.
Él me iba a contestar algo, pero en ese momento sonó el timbre y yo salí disparada con Maddie del brazo.
Entramos en la cafetería y cada una cogió una hamburguesa, patatas fritas, coca-cola y una manzana, nos sentamos en la "mesa de Dylan y sus amigos".
Comíamos recordando la guerra de almohadas de esta mañana y yo lamentando no haberle sacado una foto luego de que despertara, estábamos muertas de risa cuando nos interrumpió un chico alto, rubio delgado y de ojos café, no era muy guapo pero tampoco era feo.
- Maddie, ¿podemos hablar? - dijo el chico, yo miré a Madd y ella me miraba un poco incómoda.
- No tengo nada que hablar contigo Richard - con que Richard, ese es el exnovio de Madd, el que la embarazó y cuando ella le dijo salió huyendo el muy cobarde.
- Pues mira no me importa si no quieres oír yo te voy a hablar y me da igual que no estemos solos - dijo señalándome a mi - tienes que abortar - ¿Qué coño? - no puedes tener ese hijo porque yo no lo quiero y tú sola no podrás hacerte cargo de él, lo mejor para todos será que abortes y así todos tranquilos, si quieres yo estoy dispuesto a pagar la interrupción.
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Ángeles Del Ring
JugendliteraturCon un cuerpo de infarto, una sonrisa que ilumina hasta el más oscuro corazón, un cabello negro azabache y unos ojos azules, tan azules que te pierdes en su mirada, todo esto acompaña a la hermosa Deborah Miller. Tal vez pienses que es un ángel caíd...