Capítulo 3

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Esta noche no he dormido muy bien, sobre todo por el sueño del lobo. Pero lo más extraño, es que, al levantarme, mi almohada huele a bosque y a menta. Pero me levanto ignorando todo lo relacionado con ese sueño, y me preparo para irme con Bella a conocer a los Cullen. Tengo muchas ganas, la verdad, sobre todo por conocer a la que es una apasionada de la moda, a Alice. Siendo casi las diez, no puedo esperar dentro a que llegue Bella, a quien escucho llegar por el ruido que hace su coche. Me levanto del escalón en el cual estoy sentada y corro hacia la vieja camioneta. La puerta hace un ruido cuando la abro.

—Hola Bella. —Saludo cuando he cerrado la puerta, sonriendo con emoción por el día de hoy.

—Buenos días. —Me responde y comienza a conducir hacia la gran mansión Cullen, la que vi con Seth durante los primeros días de vacaciones. El viaje pasa en silencio, pero no es uno incómodo, ya que a Bella no le gusta mucho hablar, pero me pone música realmente buena. Cuando entramos por un camino, aparece la enorme casa con muchas ventanas, siempre me ha parecido preciosa. Una vez que Bella aparca en la entrada, sale un chico alto, con el pelo cobrizo y unos ojos dorados, que seguro trabaja como modelo o se prepara para ello.

—Ashley, este es mi novio Edward. —Me presenta Bella al chico, viendo en sus ojos una mirada de adoración y amor dirigida a Edward.

—Hola. —Digo, levanto la mano a modo de saludo y sonrío de forma educada.

—Encantado de conocerte. —Contesta el futuro modelo, quien sonríe divertido y avergonzado, ¿he dicho lo de modelo en voz alta?

—Igualmente, me gusta mucho tu casa. —Digo mientras los sigo escaleras arriba por el porche hasta que entramos dentro, viendo que es más preciosa y enorme, con muchísima luz. Realmente quien decoró esto sabe lo que hace. Cuando me doy cuenta, seis pares de ojos dorados me miran con curiosidad y amabilidad, haciendo que, bajo mi piel morena, me sonroje levemente, suerte no ser una tiza como ellos, sino, sería evidente la vergüenza.

—Familia. —Dice Edward con la sonrisa divertida de antes. —Esta es Ashley Black. Ellos son Carlisle y Esme, mis padres. Y estos son Emmett, Rosalie, Jasper y Alice, mis hermanos.

—Encantada de conoceros. —Digo observando lo guapos que son todos, las similitudes que hay entre ellos y la falta de algún fallo o imperfección en ellos. Alice se apresura a abrazarme y sonríe con emoción.

—¿Quieres que vayamos de compras? —Pregunta emocionada, dando saltitos mientras veo que los demás van saliendo del cuarto una vez que me saludan con educación.

—Sí. —Contesto del mismo modo, deseosa de pasar un buen rato con alguien a quien también le gusta lo mismo que a mí. —Bella, ¿vienes?

—Paso, me voy con Edward. —Dice Bella sonando aliviada por no tener que venir con nosotras.

—Entonces vamos solas. —Dice Alice, me agarra de la mano y, con rapidez, me hace caminar apresurada hacia el garaje, donde se monta en un todoterreno blanco que está al lado de un descapotable rojo y un jeep. Este garaje es el sueño de mi hermano. —Sube, Ashley.

Paso el día con Alice Cullen. Y realmente ama comprar, muchísimo más que yo. En cada tienda salió con más de cinco bolsas, e incluso me ha regalado un montón de ropa, es simplemente un sueño increíble. A las siete, estamos sentadas en la terraza de una heladería del centro comercial. Yo me he pedido un helado de fresa, pero Alice nada, dice que sigue una dieta muy estricta.

—¿Segura que no puedes saltarte la dieta por un día? —Pregunto tras haberme comido casi todo el helado en menos de cinco minutos.

—Sería terrible. —Contesta con una sonrisa, riéndose de su propio chiste privado, el cual, por supuesto, no entiendo. Alice es muy divertida, me ha contado un montón de cosas de su familia, al igual que yo de la mía. La tarde pasa volando, y tengo como diez bolsas llenas ropa por cortesía de Alice. Me siento incómoda al ver todo el dinero que debe haber dejado, incluso he intentado pagarla, pero ha dicho que es un regalo y no acepta discusión.

—Bueno. —Dice Alice cuando frena el coche a pocos metros del cartel de la entrada a la Reserva. —No puedo ir más adentro, lamento que tengas que cargar tantas bolsas.

—No pasa nada, muchas gracias por todo Alice. —Respondo con una enorme sonrisa, me abraza con efusividad. —Me alegra saber que tengo una amiga.

—De nada, cuando quieras repetimos, eres la única que ama la ropa como yo. —Respondió con una gran sonrisa, pero al instante se la borra y mira hacia delante donde están Sam, Jared y Paul, este último parece realmente tenso. —Tengo que irme, te he guardado mi número en tu teléfono antes, llámame cuando quieras.

—Adiós, Alice. —Me despido antes de salir del coche y agarro las bolsas, andando hacia la entrada de la Reserva, donde están los tres mirándome.

—Hola, Ashley. —Dice Sam con su habitual tono serio.

—Hola, ¿qué ocurre? —Pregunto al verlo con un ligero ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho, parece realmente intimidante.

—Tu padre nos ha pedido que vengamos a por ti. —Contesta, agarra la mitad de las bolsas y empieza a andar dirección a mi casa. Al instante, Jared y Paul agarran las otras bolsas y siguen a Sam, aunque este último a mi ritmo, quedándose a mi lado.

—Gracias por llevarme las bolsas. —Digo con una sonrisa, viendo como Paul me mira de reojo y parece complacido consigo mismo.

—De nada. —Responde Paul con una sonrisa realmente increíble, este chico es guapísimo. —¿Estás bien?

—Claro que estoy bien, ¿porque no iba a estarlo? —Pregunto confundida ante su mirada de preocupación, como si estuviese buscando sobre mí algún rasguño o herida.

—Has pasado el día con una Cullen. —Dice como si su respuesta fuese demasiado obvio. Ruedo los ojos y camino un poco más deprisa, pero él mantiene mis pasos con facilidad.

—Alice es simpática. —Respondo cortante, me coloco al lado de Sam, dejándolo detrás, a quien escucho maldecir en voz baja. En cinco minutos llegamos a mi casa y ellos llevan las bolsas hacia mi cuarto, como si ya hubiesen estado aquí antes. Después, hablan en voz baja con mi padre para luego marcharse, aunque no sin antes de que Paul me mire como siempre lo suele hacer.

—Ashley, tengo que hablar contigo. —Dice papá serio. Me siento a su lado y espero a que siga hablando. Seguramente esta charla sea por lo que Sam le haya susurrado momentos atrás. —No puedes volver a hablar o ver a los Cullen.

—¿Qué? ¡No! —Exclamo, me levanto de golpe y maldigo internamente a Sam Uley y sus perros falderos.

—¡Ashley Elisabeth Black! —Espeta serio mi padre, y cuando dice mi nombre completo y actúa así de serio, es porque no debo replicar, y eso hace que me enfade. Me voy con rapidez a mi cuarto, dando un portazo digno de toda adolescente y me tumbo en la cama, quedándome dormida con la ropa y sin cenar tan siquiera, pensando en cómo escaparme al día siguiente y visitar a mis nuevos amigos.

BLACK  |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora