Capítulo 10

20.9K 1.1K 52
                                    

Durante dos horas me he quedado en la vacía casa de los Cullen, sentada en el suelo de lo que era la cocina, no la recordaba tan vacía y triste. Se han llevado todo, y tan siquiera se han despedido. Anoche Bella estaba peor, así que no quiero imaginarme cómo debe sentirse ella.

Habiéndome ido sin avisar, seguramente Paul se volverá loco momentáneamente, pero ya se le pasará cuando venga a buscarme. Lo único malo es que falta poco para tener que ir a clase y tan siquiera he dormido o comido esa noche. Después de unos minutos, un aullido inaudible para el oído humano resuena en el bosque. Paul acaba de sentir que mi olor lo está guiando hacia aquí.

—¡Ashley! —Exclama Paul mientras tuerce la nariz por el olor de los vampiros y entra hacia lo que era la cocina de los Cullen. —¿Por qué demonios te has ido sin avisarme?

—Hola. —Respondo, ignorando su pregunta mientras me levanto y salgo de la gran casa. —¿Vamos a clase?

—Ashley. —Dice Paul, agarrando mí mano para darme la vuelta, colocando sus manos en mí la cadera. —¿Estás bien? ¿Qué te ocurre?

—Nada, estoy bien. —Respondo con fingida indiferencia. —¿Vamos a clase o no?

—Vamos, pero me podrías decir que te pasa o tendré que verlo mientras estamos en forma de lobo. —Dice serio, y puedo ver lo preocupado que está por mí.

—Los Cullen se fueron sin despedirse de mí. —Susurro con tristeza, Paul me mira ceñudo sin entender por qué me caen bien los Cullen o cómo puedo estar triste por su partida, pero sabiendo que estoy mal, solo me abraza y me reconforta en silencio, frotando mi espada suavemente antes de tener que irnos corriendo a clase.

Al llegar al instituto, Paul va hacia las clases de último año, y yo hacia las mías de segundo, donde siempre me he sentado con Seth. Las clases son incómodas, ya que Seth se muere por hablar conmigo y yo con él, pero Sam me ha prohibido hablar con él y..., espera, dijo hablar, no dijo nada de escribir. Así que agarro un papel de mi archivador y comienzo a escribir.

—Hola, no puedo hablar contigo, pero te echo de menos. —Escribo con rapidez y se lo paso.

—¿Por qué no puedes hablar conmigo? Yo también te echo de menos. —Responde mientras se le forma una gran sonrisa en su rostro.

—No me dejan, pero, ¿estás bien? Me gustaría sentarme contigo en la cafetería, pero tampoco me dejan.

—¿Paul no te deja? —Replica Seth rápidamente.

—No, él no es, pero cuéntame cómo estás...

Así estamos la hora de historia, poniéndonos al día y hablando de las novedades de nuestras series y películas favoritas, como si no hubiéramos estado casi dos meses sin hablar. Lo bueno es que lo tengo en todas mis clases, y podemos escribirnos en todas. Cuando suena el timbre de la hora de la comida, Paul me espera en la puerta mientras observa a Seth con el ceño fruncido.

—Hola Paul, ¿vamos? —Pregunto mientras él coloca su brazo sobre los hombros. Paul dice que hace eso para hacer ver que yo soy su chica. Evito hacer muchas bromas sobre eso, ya sé que el lobo es bastante posesivo con su impronta.

—Vamos, ¿no habrás hablado con él? —Me pregunta con el ceño fruncido, pero una sonrisa tira de sus labios.

—No, no he hablado con él. —Respondo con sinceridad, Paul enarca una ceja sabiendo que no miento pero que oculto algo. Es quien creo mejor me conoce en el mundo.

.

..

.

Los meses pasan, y pronto es enero, en estos meses he seguido hablando con Seth mediante notas, la manada lo sabe, ya que lo han visto en mi mente, pero fingen no saberlo.

La manada es increíble, poco a poco he mejorando mi velocidad siendo la más rápida, aunque me siguen considerando la pequeña o la cachorrita, como ellos me llaman. Últimamente tenemos más trabajo, ya que la vampira pelirroja no para de rondar Forks matando a varias personas, aunque siempre llegamos tarde y la vampira escapa, frustrándonos.

La relación con Paul va de maravilla, estamos hechos el uno para el otro, lobo e impronta, aunque nos dejó de preocupar el hecho de que no me hubiese imprimado en él, ya que Harry Clearwater nos contó que el gen del lobo solo está en los hombres, por ello las chicas no se impriman.

—¿En qué piensas? —Me susurra Paul en el oído mientras juega con mi cabello, estamos en un gran claro en medio de unas montañas nevadas y un gran lago casi congelado a unos metros de donde estamos tumbados, dando gracias a nuestros cuerpos con altas temperaturas.

—Pensaba en estos últimos meses. —Contesto, colocándome encima de su pecho para apoyar mi cabeza sobre él. —Y en lo mucho que te quiero.

—Yo te quiero más, preciosa. —Dice de forma perezosa pero sincera, dejando un beso sobre mí nariz. —Pero tengo hambre, ¿vamos a casa o cazamos algo?

—Paul, te encanta comer venados así que, vamos a cazar. —Paul aúlla feliz antes de saltar, transformándose en su lobo, esperándome y cuando estoy en mi forma lobuna con mi vestido firmemente atado en mi tobillo, comenzamos a correr hacia el bosque de la Reserva.

Con calma, cariño. —Dice Paul al verme correr demasiado rápido. —¿Hacemos una competición de caza?

¿Una competición de caza? —Pregunto, colocándome frente a él, habiendo tardado solo cuatro minutos en llegar al bosque de la Reserva.

Si, a ver quién caza el ciervo más grande. —Responde, sacando su lengua por un lado del hocico como si fuera una sonrisa.

¿Y qué gana el vencedor?

Un esclavo durante una semana. —Dice, pensando en cómo será tenerme de esclava. Me parece divertido y tierno que se resuma en darle mimos y hacerle lasaña.

Acepto. —Digo de forma decidida, colocándome a su lado. —Vamos a cazar.

Tenemos que traer un ciervo aquí en cinco minutos. —Explica Paul, corriendo hacia donde se escuchan venados, yo prefiero correr hacia el otro lado, donde se escucha un pequeño grupo de venados. Tras cinco minutos, Paul aparece con un gran venado que al lado del mío se ve enorme. Pues mierda.

Bueno, una esclava durante una semana, me gusta. —Dice de forma orgullosa mientras comienza a comerse el venado, comiéndose el mío también sabiendo el asco que a mí me da la carne sin cocinar. —Esclava, límpiame la sangre del hocico.

Con un resoplido, me acero a él y comienzo a lamer su hocico hasta que está libre de sangre, cuando termino me giro y corro hacia mi casa, dispuesta a ir a por mí cepillo de dientes.

Es solo sangre, Ash. —Dice Paul divertido y sorprendido de que aún no me haya dejado llevar por mi lado animal como hace el resto de la manada. Corre a mi lado hasta que llegamos al bosque colindante a mi casa.

Cuando llegamos, cada uno se va tras unos arbustos para vestirnos sin vernos desnudos, y cuando nos damos la mano y caminamos hacia mi casa, me congelo al ver la camioneta de Bella.

—¿Qué hace Bella aquí? —Pregunto, siguiendo su aroma hasta el taller de Jake, ambos están hablando sobre unas viejas motos. —¡Bella!

BLACK  |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora