Capítulo VII

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Al día siguiente, JungKook se levantó tarde, era sábado y no tenía por qué madrugar. No tenía ganas de ver a TaeHyung. Aún estaba enfadado, pero el problema de vivir en casa de TaeHyung era que vivía con TaeHyung y, por tanto, tarde o temprano le vería por muy grande que fuera la casa.

Bajó a desayunar y se encontró al rubio poniendo su desayuno en una bandeja.

- Buenos días- dijo, sin mirarle- hoy voy a pasar todo el día en el ático, si me necesitas, estaré allí- comentó y, sin esperar respuesta, cogió su bandeja y se fue de allí.

El chico resopló y se dejó caer en una silla, cogió una galleta y, mientras se la comía, pensó en su vida. Siempre había sido un alumno brillante, muy espabilado y sabía ver el peligro. ¿Por qué no lo vio en el negocio del señor Berit? ¿Por qué se dejó embaucar por él y ahora por TaeHyung? No, lo que TaeHyung estaba haciendo era peor, el señor Berit jugaba con su bolsillo, TaeHyung jugaba con sus sentimientos. A estas alturas, JungKook ya no sabía qué era lo que sentía por TaeHyung, pero una cosa era cierta: en una semana le había conocido y, como un estúpido quinceañero había sentido aquella ilusión, ilusión que TaeHyung se había encargado de pisotear. Se había estrellado, sí y la decepción dolía.

Terminó de desayunar y se sentó en el sofá, si TaeHyung iba a pasar todo el día arriba, él estaría abajo. Mientras se tumbaba, pensó. Los favores sexuales sólo eran para ganar más dinero, no tenía por qué decir que sí. Su relación con TaeHyung se limitaría a ser de jefe a empleado.

Así pasó el domingo, sin saber nada de TaeHyung, sin dirigirle la palabra. E igual que el domingo, el lunes, el martes, miércoles, jueves y viernes. Finalmente, el sábado ambos estaban hartos de la situación.

- JungKook, necesito hablar contigo.

JungKook, que había empleado su tiempo libre en limpiar a mano la vajilla, aunque no hacía falta, se giró y se secó las manos.

- ¿Qué ocurre?

- Tenemos que hablar, siéntate, por favor. Es más, vamos al salón.

- ¿Qué ocurre?- volvió a preguntar JungKook, sentándose en el sofá.

- No hablamos, no nos vemos, somos dos desconocidos que viven juntos...- dijo y JungKook suspiró- sé que fui muy brusco el otro día- añadió, cambiando el tono y acercándose a él- lo siento- añadió, acariciándole la mejilla- déjame compensarte.

Y ahí estaba otra vez, en verdad se había equivocado, cierto era que JungKook era el dominante en la cama, pero sería como y cuando TaeHyung quisiera y eso JungKook no estaba dispuesto a aceptarlo.

- Para- dijo, echándose hacia atrás- yo... no quiero esto... nunca más... en el contrato se decía que tú no me ibas a obligar a nada y yo no quiero que me beses, no quiero que me masturbes y no quiero que me la chupes... lo siento, pero en estos días me he dado cuenta de que el tema sexual lo complica todo, mejor ser amigos y limitarnos a una relación jefe-empleado.

A medida que JungKook decía aquello, TaeHyung entornaba aún más los ojos pero JungKook no se iba a dejar acobardar.

- ¿Es lo que opinas?

- Sí.

- ¿Es lo que quieres de verdad?

- Sí.

- Bien... vete a tu cuarto y no salgas hasta que te lo diga- dijo y JungKook abrió mucho los ojos.

- TaeHyung...

- Haz lo que te digo o esta misma tarde volverás a tu casa y quedarás a merced del señor Berit y sus matones.

JungKook le asesinó con la mirada y subió la escalera. Cerró de un portazo y se tumbó en la cama. ¿Qué tenía pensado? ¿Matarlo de hambre?

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