Capítulo IV

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Se quedó dormido al instante en aquella cómoda cama y, para cuando despertó, habían pasado dos horas. Se levantó corriendo, se vistió y fue al despacho de TaeHyung. Llamó y esperó a escuchar una voz del interior.

- Adelante.

JungKook entró con cara de loco consternado y TaeHyung le miró confundido.

- ¿Te ocurre algo?

- Lo siento, me he quedado dormido.

- No, yo te he dejado dormir. Me pareció que habías trabajado mucho esta mañana y, por eso, te dejé descansar. La cafetera aún está caliente, por si quieres café. También puedes comer algo, hay galletas y esas cosas... después, me gustaría que empezaras por esta planta. Empieza por las habitaciones más alejadas, por favor.

JungKook asintió y bajó a merendar. Le parecía imposible, era como si todo lo que hubiera pasado a la hora de comer en verdad no hubiera pasado. Terminó de merendar, suspiró y subió a limpiar, pero antes se pasó por su cuarto, por mucho que a TaeHyung le encantara aquel chándal blanco, no lo quería ensuciar. Así pues, se puso uno gris.

Se dirigió a las habitaciones del medio. A decir verdad, sólo había polvo, no había mucha suciedad. Pasó la aspiradora y la bayeta por los muebles. Finalmente, pasó la fregona por el suelo y se dirigió al cuarto de baño de invitados. Tenía cierto miedo sólo de ver lo que encontraría allí, pero no, estaba todo bastante limpio. Aspiró el suelo, limpió el cristal del espejo, la mampara y fregó el suelo. Cuando terminó, miró la hora, había pasado una hora y sólo quedaban la habitación y el despacho de TaeHyung y su propia habitación.

Se dirigió al despacho de TaeHyung y llamó.

- Adelante, JungKook.

- Siento molestarte tanto...

- No importa- dijo TaeHyung, levantando la cabeza de sus quehaceres- ¿qué ocurre?

- He terminado con casi toda la parte de arriba. Sólo queda este despacho y nuestras habitaciones. Bueno y el pasillo. Pero tengo pensado limpiar el pasillo el mismo sábado para que esté reluciente.

- Limpia tu cuarto y luego limpia el mío, por favor.

JungKook asintió y salió hacia su habitación. No había mucho que limpiar, estaba bastante limpio. Posiblemente se habría limpiado el día anterior cuando él llegó. Quince minutos después, cuando terminó, se dirigió con cierto miedo a la habitación de TaeHyung. No es que no la hubiera visto antes, es que nunca había entrado así sin más en la habitación del chico y menos a toquetear sus cosas, de hecho, en el contrato se expresaba claramente que estaba prohibido ir a la habitación de TaeHyung a menos que él quisiera.

Abrió la puerta y sólo asomó la cabeza. Era una habitación preciosa, sin duda, pero tenía un aura oscura, distinta, algo que nada tenía que ver con la imagen que aparentaba dar. Terminó de entrar y cerró la puerta. Una vez dentro, se dio cuenta de que le encantaría pasarse los días y las noches allí. Olisqueó el ambiente y observó que, si el sexo, lo prohibido y los excesos tuvieran un olor, sería aquel, se dejó embriagar por aquel olor un momento más, sintiéndose cada vez más y más excitado. Unas gotas de sudor comenzaron a empapar su nuca y se tuvo que sentar en el borde de la cama de TaeHyung, ¿qué le estaba pasando? ¿Por qué estaba tan excitado? Miró hacia abajo, su miembro sobresalía de forma exagerada. Se pasó su larga lengua por los labios y miró en dirección a la puerta, no se escuchaba a nadie. Así pues, dirigió su mano a su entrepierna y comenzó a masajearse los testículos, en el momento en el que lo hizo, un ronco jadeo salió de lo más profundo de su garganta y la voz sensual de TaeHyung, con aquel toque de necesidad, diciéndole al oído "déjame masturbarte, al menos" vino a su cabeza. No pudo evitarlo, metió su mano por dentro de sus pantalones y comenzó a masturbarse salvajemente. Perdió el equilibrio y se tumbó en la cama del chico, al hacerlo, una oleada de aquella extraña fragancia le inundó y perdió la razón.

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