Capítulo 5

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Abro los ojos y veo que me encuentro en mi habitación, observando las estrellas que tengo pegadas sobre mi cama. Pienso en el sueño tan extraño que he tenido donde había dos lobos enormes y monstruosos luchando en el porche de mi casa.

—¡Amanda! Demonios, ¿estás bien, linda? —Pregunta Paul abriendo mi puerta de golpe y casi rompiéndola. Se apresura a sentarse a mi lado en la cama y me observa con el ceño fruncido, aunque sé perfectamente que está preocupado por mí. Asiento brevemente incorporándome en la cama. —Eres una estúpida, ¿no ves que, si te pasa algo, te pierdo?

—Yo, no sé qué ha pasado. —Susurro mirando mis manos. Si Paul está así de asustado, es porque el sueño ha sido real. —Paul, ¿qué ha pasado?

—Mierda, linda. —Susurra acariciando su nuca en un gesto incómodo. —No quería meterte en este mundo, por eso estaba tan en contra de lo de Seth. Mira, linda, lo que te voy a contar es algo peliagudo y un secreto, ¿entiendes?

Asiento sin saber que decir y veo como mi hermano busca las palabras correctas para explicarme lo que acaba de ocurrir. No sé que pensar, la verdad. ¿Crianza ilegal de lobos? ¿Domador de fieras?

—Te sabes las leyendas, lo sé, la yaya nos las contaba cuando éramos pequeños. Pero claro, pensarás que son solo eso, leyendas. Pero no, dentro de algunos está el gen de protector, yo lo tengo. Sam es el alfa, y los demás formamos parte de la manada. —Me explica Paul enseñándome el tatuaje que lleva desde hace meses. —Pero no es todo, linda. La leyenda de la... la leyenda de la imprimación también es cierta.

—Me suena, ¿no es la de las almas gemelas? —Pregunto sin procesar por completo sus palabras. —Entonces... Impronta, si... ¡Oh, mierda!

—Eso dije yo esta mañana al saberlo. —Dice Paul riendo de forma forzada al ver que hemos tenido la misma reacción. —No sé qué hacer, linda. De verdad que no quiero forzarte a que estés con el crio. Me encantaría que mamá estuviese aquí, ella sabría qué decir.

—No creo, seguramente la hubiese dado un ataque como a ti. —Respondo melancólica.

—Diablos, tienes razón. —Dice Paul divertido antes de apartarme un poco y tumbarse a mi lado en mi cama. —Hace un porrón de tiempo que no me metía en tu cama para contarnos historias, o simplemente hablar de nuestras cosas.

—Has estado muy ocupado, hermanito. —Repongo apoyando la cabeza en su pecho, él acaricia mi cabello y nos quedamos en silencio un tiempo. —¿Ahora qué hago con Seth?

—Siempre puedes mandarlo a la mierda. —Sugiere riéndose levemente. —Pero si de verdad quieres, puedes tomártelo con calma, linda. Nadie te obliga a nada.

—Ya, eso sí. Pero según tengo entendido, ¿los lobos no sufren dolor ante el rechazo o la distancia? —Pregunto levantando la cabeza para ver a mi hermano, quien parece pensarlo levemente antes de colocar su brazo libre tras su espalda.

—Si, sufren. —Responde con simpleza, sin darme detalles, así que sé que me está escondiendo algo.

—Menudo día. —Susurro a modo de cambio de tema. Aunque realmente ha sido un día de locos, pensando seriamente en que esta mañana, cuando me he levantado, he dicho que algo mágico iba a ocurrir. Pero los ancestros tienen un humor muy retorcido. —Paul, ¿crees que tengo el gen protector?

—Ni de coña. ¿Te imaginas tener que escuchar nuestros más oscuros secretos? —Pregunta Paul con asco.

—Tranquilo, que tu secreto está a salvo conmigo. —Respondo antes de apretarme más al calefactor con patas que es mi hermano.

—¿De qué demonios hablas? —Vuelve a preguntar Paul. Me río y debato mentalmente si decirle que sé su más oscuro secreto.

—Oh dios, ¿quién se sabe todas las canciones Disney de memoria y las canta cuando piensa que nadie lo está viendo? —Pregunto enarcando una ceja. Paul se sienta de golpe, haciendo que yo también lo haga.

—¿Cómo demonios te has enterado? —Exclama con un poco de vergüenza en la voz.

—No cantas bajo, Paul. —Respondo encogiéndome de hombros antes su mirada.

Esa noche, Paul y yo nos comimos la pizza fría mientras veíamos una película Disney, cantándola a pleno pulmón. Pero el resto de la semana, mi hermano ha estado tan ocupado con un avistamiento de un vampiro, que he estado sola casi todo el día. Por suerte, Kim es la impronta de Jared, y sabe como me siento cuando Seth intenta hablarme y yo no puedo contestarle, yéndome de donde esté y dejándole con la palabra en la boca. Aunque lo que más pena me da es como el brillo en su mirada se apaga, pero realmente no estoy lista para ello.

—Es normal que no te sientas preparada. —Susurra Kim a través de la puerta del baño. He venido corriendo cuando Seth ha intentado hablar conmigo, otra vez. No entiendo por qué entro en pánico. —Pero, Amanda... Cielo, Seth también está aquí.

—Hola, Amanda. —Susurra la dulce voz de Seth al otro lado de la puerta. Veo sus pies bajo la puerta. —¿Por qué siempre hablamos en un baño?

Little sister |SETH CLEARWATER|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora